Charla-coloquio: Españoles en el infierno: deportados en los campos de concentración nazis, con Carlos Hernández de Miguel, autor de "Los últimos españoles de Mauthausen. Club Faro de Vigo, 6 de abril de 2015.
Noventa minutos para recordar. Un pequeña
chispa para seguir manteniendo viva la llama de la memoria. Esa llama que
tantas veces oscila con amenaza de apagarse y otras, cuando sopla espíritu de
justicia recupera, con una fuerza tenaz, el cálido color de la esperanza. Noventa
minutos para hablar de los deportados españoles, los apátridas, los red spanier
del triángulo azul.
Los que dieron todo y todo lo perdieron,
han recuperado voz e identidad gracias al exhaustivo y riguroso trabajo de
investigación de Carlos Hernández de Miguel, un periodista que cree que su
profesión «consiste en contar la verdad,
cueste lo que cueste y pese a quien le pese».
Esa verdad plasmada en "Los últimos
españoles de Mauthausen", reúne la memoria oral de los pocos
supervivientes que aún quedan y los recuerdos atesorados durante décadas de
los ya fallecidos que han sido transmitidos por sus familiares. Los testimonios del horror que vivieron y el
amargo recuerdo de la pérdida de sus compañeros a nadie dejarán indiferente.
Carlos Hernández quería escribir la historia de su tío de
Francia, Antonio Hernández, el deportado 4443, que sobrevivió 52 meses en
Mauthausen, pero la magnitud de la tragedia humana que fue descubriendo, le
apartó de este proyecto inicial y se propuso desandar los silencios para
encontrarse con la dolorosa verdad de los más de 9000 hombres, mujeres y niños
españoles que fueron confinados en los campos de concentración nazis. Y dio un paso
más: ha puesto nombre y apellidos a los responsables de que esto sucediera.
A lo largo del libro nos encontramos con
el relato humano de los hechos. Desde la llegada de los republicanos españoles
al país de la "Libertad, igualdad y Fraternidad" como exiliados y su
reclusión en los campos donde se fueron apagando sus vidas de hambre,
frío, enfermedad y duros castigos físicos, hasta su deportación a los campos
nazis de la muerte.
Entre ambos campos, los franceses y
alemanes, se abre un abanico de
despropósitos y sufrimientos. Primero tuvieron que soportar las coacciones de las autoridades
galas para hacerles regresar a España donde les esperaba una muerte segura. Por
ello, muchos se vieron forzados a alistarse en la Legión Extranjera o en
Compañías de Trabajadores Españoles, donde no fueron acogidos de buen
grado. Allí les sorprendió el inició de la II Guerra Mundial y la invasión de
Francia. Muchos serían capturados como prisioneros y trasladados a los stalag, recintos para prisioneros de
guerra amparados por la Convención de Ginebra, hasta que el 25 de septiembre de
1940 la Oficina de Seguridad del Reich emite la orden de trasladar a todos los españoles,
a los que previamente se les había despojado del estatus de "prisioneros de
guerra", a los campos de concentración nazis. Esto ocurre tras una reunión
de Serrano Suñer con Hitler y Himmler. Carlos Hernández afirma en base a los hechos y los documentos: «Franco decidió la deportación de
españoles a los campos nazis ».
Los primeros deportados civiles de la II
Guerra Mundial fueron españoles. Llegaron a Mauthausen en el llamado
"Convoy de Angulema o Convoy de los 927". Para muchos sería un viaje
sin regreso. No fueron los únicos. Tras ellos llegaron otros deportados españoles, muchos detenidos que actuaban en la Resistencia y
que "habitaron" no solo Mauthausen y el subcampo de Gusen, también Buchenwald, Dachau y Ravensbrük. En
este último campo destinado a las mujeres, las españolas compartieron la misma
trayectoria: lucharon en la Guerra española, se exiliaron en Francia y se
incorporaron a la Resistencia. Tras su detención la mayoría acabaría en las
fábricas de armamento del campo boicoteando la munición nazi. No fueron tantas,
pero si mucho más combativas que los hombres.
En Mauthausen fueron confinados más de
7000 republicanos españoles condenados al trabajo esclavo y al exterminio. Los
únicos presos políticos que recibieron como distintivo el triángulo azul de los
apátridas con una "S" (“red spanier”) en su interior, en lugar del triángulo rojo.
Los cómplices y los culpables
Franco conocía la existencia de los
campos y estaba informado puntualmente de lo que ocurría en ellos. Es más, hubo
algún deportado que abandonó Mauthausen gracias a las gestiones de Serrano
Suñer con las autoridades alemanas.
Franco también fue responsable del
exterminio de miles de judíos de origen sefardí. Pudo salvar su vida pero no lo
hizo. Desde el régimen se justificó y se celebró su persecución.
El gobierno francés del infame Pétain
colaboró en las deportaciones de los republicanos españoles exiliados en su
territorio.
Los aliados (EEUU y Gran Bretaña), conocían
también la existencia de los campos, pero su prioridad no era salvar vidas sino
ganar la Guerra, con el añadido de que apenas había prisioneros americanos e
ingleses.
Stalin no era desconocedor de la
situación en que se encontraban los republicanos españoles, muchos de ellos
comunistas, los mismos a los que había ayudado durante la Guerra española.
En el libro también queda documentado que
la cúpula nazi se enriqueció con mano de obra esclava. Los campos resultaban un
negocio muy rentable. Un gran número de empresas químicas, farmacéuticas,
metalúrgicas, automovilísticas, etc., colaboraron con el nazismo y obtuvieron
sustanciales beneficios. Entre ellas se encontraban multinacionales
estadounidenses.
Y llegó la liberación
Ante el inminente final de la Guerra,
Himmler aseguró que ningún prisionero debía caer en manos del enemigo, pero su
plan de trasladarlos a los túneles y dinamitarlos dio error.
Tras la liberación, los
supervivientes españoles de Mauthausen permanecieron más de un mes abandonados a su suerte. La libertad resultó amarga, pues no podían regresar a
España y tardaron un tiempo en poder ser acogidos en Francia, donde intentaron
rehacer una vida que en la mayoría de los casos ya estaba rota.
Los supervivientes juraron continuar su
lucha contra el fascismo y mantener viva la memoria de las víctimas. Jamás
faltaron a este juramento.
Y llegó la transición
Murió el dictador y estos hombres y
mujeres que tanto sufrieron, miembros de una generación desgraciada como pocas,
siguieron sepultados en el olvido. La "modélica transición" y la
"democracia" se convirtieron para ellos en una nueva y más dolorosa
traición.
Carlos Hernández lo explica muy bien: «Los deportados fueron víctimas colaterales de la Transición. Esa
Transición que puede resumirse en una frase: democracia a cambio de olvido,
perdón e impunidad».
De ahora en adelante
De ahora en adelante
En este año se cumple el setenta aniversario
de la liberación de los campos. Duele la desmemoria colectiva. Estos hombres y
mujeres que son héroes en Francia, para España son seres ignorados. Duele que
jamás haya existido un reconocimiento a nivel estatal a estos republicanos
españoles que lucharon contra el fascismo y por la libertad. Duele que la
"modélica transición" y la "democracia" cubrieran su lucha
con un velo de indiferencia y duelen las últimas declaraciones de Jean-Marie Le Pen, reiterando que las cámaras de
gas son para él un "detalle" de la Segunda Guerra Mundial. Ese "detalle"
se cobró la vida de millones de personas.
Es urgente, es necesario, es un deber moral
que su historia, su sacrificio y su sufrimiento no caigan el olvido. No sólo
hay que recordar, también debemos transmitir su memoria a las generaciones
venideras y evitar que el silencio absuelva a los verdugos.
Porque no podemos caer en el precipicio del
olvido. Los deportados, al igual que el resto de las víctimas del franquismo
jamás ha recibido el amparo de la justicia. Debemos militar en el recuerdo,
hacer de la Memoria nuestra resistencia, nuestro compromiso.
Fue un placer para mi compartir charla con
Carlos Hernández de Miguel ante un auditorio lleno y un público atento que lamentablemente no
pudo formular sus preguntas por falta de tiempo.
Quiero finalizar con las palabras de uno de los
pocos jóvenes que se encontraban en la sala. Al llegar a casa le transmitió a
su familia que le había gustado el acto y tras señalar que la mayoría de los
asistentes eran gente mayor, manifestó: «Los jóvenes apenas sabemos nada
de esto, cuando se mueran los más mayores, nos vamos a quedar sin
Historia ».
En esta España tan precaria en memoria, tenemos que seguir insistiendo en que el olvido es inadmisible.
En esta España tan precaria en memoria, tenemos que seguir insistiendo en que el olvido es inadmisible.
María Torres
Nieta de un republicano español
"En esta España precaria en memoria es una obligación insistir en que el olvido es inadmisible."Tal cual!.
ResponderEliminarLos descendientes de los que tanto sufrieron no queremos la desmemoria.
Gracias, María , por todo lo que hacéis.
Abrazo.
Haydée
No hay ni habrá olvido Haydée.
ResponderEliminarAbrazo.