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1424. Vivos en el averno nazi




Recordando los 70 años del fin de la segunda guerra mundial y la liberación de los campos nazis.

El año 2015 ha comenzado asestando un duro golpe a la Memoria Histórica. La Audiencia Nacional ha archivado la querella que varios españoles supervivientes de los campos de concentración nazis y familiares de víctimas interpusieron en junio de 2008 contra cinco nazis, miembros de la organización SS Totenkopf («Batallón de la Calavera»), localizados en los Estados Unidos.

Desde el fin del nazismo y de la segun­da guerra mundial en 1945, esta era la primera vez que unos españoles llegaban a los estrados de la justicia de nuestro país reconocidos como víctimas. Representaban a los españoles que fueron presos en los campos de Mauthaussen (Austria), Sachsen­hausen (Alemania) y Flossenbürg (Alemania).

Recuerdo perfectamente que unos meses más tarde, a inicios de 2009, dos hom­bres de avanzada edad, octogenarios, causaron gran revuelo.

Se desplazaron desde su residencia de Francia para acudir a una cita ante el juez de la Audiencia Nacional en Madrid. Iban a testificar. A la salida, un gran número de medios de comunicación les rodeaban. Querían saber. Estos hombres eran Jesús Tello y Ramiro Santisteban, am­bos supervivientes de Mauthausen-Gusen. Era un momento esperanzador, confiaban en unas leyes que hicieran justicia con sus verdugos. 

Pero pasó el tiempo y, años más tarde, cuando estaba elaborando este libro acudí a entrevistarles a su domicilio, al igual que hice con los 20 deportados que apare­cen en este libro. Para entonces, ya se sentían decepcionados. Mientras Tello, con su carácter enérgico, se revolvía contra la injusticia con un «esto ha sido perder el tiem­po, una auténtica payasada», Santisteban, mucho más tranquilo y pausado, se limita­ba a decir «qué pena, al final todo quedará en nada, esto tenía que haberse hecho mucho antes… ahora muchos deportados se nos han ido con sufrimiento y dolor».

Ahora, cuando se celebra en 2015 el 70 aniversario del fin de la segunda guerra mundial y la liberación de los campos, la justicia española cierra este episodio cruel de la historia. Parece que al final quedan impunes aquellos crí­menes de guerra, lesa humanidad y genocidio cometidos por el nazismo contra los más de nueve mil españoles que fueron presos o eliminados en los campos de concen­tración, especialmente el de Mauthausen.

En el ciclo de la vida y de la muerte, desgraciadamente nos dejaron en 2014 Edmon Gimeno, Marcelino Bilbao y Esteban Pérez.  Con Edmon Gimeno mantuve una fantástica e interesante conversación durante casi hora y media, dos meses antes de su inesperado fallecimiento en ene­ro de 2014, poco antes de que Vivos en el averno nazi viera la luz.

Tampoco esperaba el adiós precipitado del veterano Esteban Pérez, que se mantenía en forma aún a pesar de sus 103 años.

En cuanto a Marcelino Bilbao, hace poco me contó su sobrino Etxahun Galpar­soro, historiador de profesión, un descubrimiento que había efectuado. Tal como queda reflejado en este libro, sobrevolaba la duda de quién efectuó los experimentos médicos con Marcelino, quién le inoculó aquellas inyecciones de sustancias tóxicas en el pecho. 

Él siempre sostuvo que fue Aribert Heim, el popular y temido Doctor Muerte. Sin embargo, mientras la biografía conocida hasta el momento de Heim le situaba en Mauthausen en octubre-noviembre de 1941, Marcelino aseguraba haber sido su cobaya hacia el mes de junio de 1942. Estaba plenamente convencido de ello y tenía como referencia el asesinato del nazi Reinhard Heydrich. Pero siempre se ha dicho que en esa fecha el Doctor Muerte se encontraba lejos, en la 6.ª División de Montaña SS Nord en Finlandia.

Algo no acababa de encajar. Etxahun, en su empeño por esclarecer la verdad, ha descubierto que su tío estaba en lo cierto. La clave se encuentra en el libro KZ-Arzt Aribert Heim - Die Geschichte einer Fahndung, que en 2010 publicó el historiador y periodista Stefan Klemp reco­giendo testimonios como, por ejemplo, el del conocido superviviente austríaco Hans Marsalek, cronista y director del memorial y del museo de Mauthausen hasta finales de los setenta. En esta obra se afirma que al menos el verano de 1942 Aribert Heim lo pudo pasar en Mauthausen. De esta forma, la investigación de Stefan Klemp y el tes­timonio de Marcelino se complementan y se refuerzan mutuamente. Etxahun ha con­seguido ensamblar las piezas del puzzle. 

En cambio, es más difícil, sino imposible, saber si el joven carabinero del primer capítulo de Vivos en el averno nazi, Pablo Villarrubia Martín, pudo haber muerto de extenuación en las canteras de Gusen o en los túneles subterráneos cercanos al cam­po. Falleció en el rudo invierno de 1941, al igual que otros muchos españoles.

Ocurre que a inicios de 2015 fue anunciado un importante hallazgo, el descubrimiento de una gigantesca instalación subterránea nazi formada por extensos túneles cerca de la ciudad de ST Georgen an der Gusen (en Austria). Fue localizada al detectarse niveles considerables de radiación en la zona y aseguran que pudo ser un laboratorio nuclear empleado por los científicos de Hitler para desarrollar energía y armas atómicas. Al desenterrar su salida al exterior comprobaron la existencia de muros de granito de gran espesor y comenzaron a contemplar la posibilidad de que estuviera conectada con el campo de Mauthausen-Gusen y la fábrica subterránea B8 Bergkristall, lugar donde se fabricó el Messerschmitt Me 262, el primer caza a reacción.

Todos nos preguntamos de inmediato, ¿fue construida con sangre de los españo­les como decía José Alcubierre sobre Mauthausen? Probablemente sí, pues los depor­tados fueron reclutados y esclavizados por los nazis para trabajar en las canteras y en sus fábricas hasta caer desfallecidos. Tal vez aquel abuelo casi desconocido estuvo en las entrañas de dichos túneles. Nunca lo sabremos.

Ahora, cuando se cumplen los setenta años de la liberación de los campos nazis, es necesario recordar una vez más a todos los deportados. A los de este libro cuando ya tiene un año de andadura, a los que siguen entre nosotros, a los que nos dejaron y a otros tantos a los que sigo visitando y entrevistando, españoles y extranjeros.

To­dos ellos luchadores contra el nazismo, contra el fascismo, supervivientes de algunas de las últimas guerras del siglo XX.


Montserrat Llor
"Vivos en el averno nazi", Editorial Crítica









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