Un mes después de que los franquistas tomaran Bilbao y en el primer aniversario del golpe de estado contra la República, estas fueron las palabras de José María de Areilza y Martínez de Rodas, alcalde de Bilbao tras la ocupación, colaborador franquista, y uno de los artífices de la Transición española.
*
¡Soldados de España! ¡Voluntarios de la Patria!
Aquí se congrega el pueblo de Bilbao, en
sus más amplias y escogidas representaciones, para rendiros tributo espontáneo de profundo agradecimiento.
Soldados de España! ¡Voluntarios de la
Patria!
Es la Villa entera que viene a deciros
fervorosamente «gracias». La Villa entera de Bilbao, sometida durante once
meses a la más abominable de las tiranías que conocieron los tiempos, porque no
se sabía qué repugnaba más en ella: si la ferocidad criminal de los rojos, con
todo su estigma de barbarie asiática, o la hipocresía refinada de los
nacionalistas vascos, con toda su corte farisea de sotanas y agua bendita. No
se sabe qué espectáculo era más bajo y denigrante para nuestro pueblo: si ver a
sus hombres representativos, asesinados, en las cárceles y en los barcos, o el
contemplar al día siguiente de la matanza cómo el Presidente Aguirre, rodeado
de los Consejeros de su Partido, se dirigía solemnemente a oír misa para
engañar al pueblo religioso y sembrar la confusión en las conciencias.
Pues de esta impresionante alianza entre
el salvajismo bestial y la malicia cobarde nos habéis salvado Vosotros,
Ejército de España y Milicias Nacionales.
Nos habéis salvado por conquista, por la
fuerza, a tiros y a cañonazos en una palabra. Y es preciso proclamado y decirlo
a gritos, a los cuatro vientos, para que lo sepa el mundo entero y sobre todo
para que se enteren esos roedores bastante numerosos que han quedado aquí, en
Bilbao, en sus madrigueras, y que ya empiezan a susurrar deslizándola al oído
la frase convenida: «Bilbao se ha rendido» y un poco después esta otra: «Los
gudaris fueron los que al entregarse salvaron Bilbao». Que se conozca de una
vez y para siempre la verdad: Bilbao no se ha rendido sino que ha sido conquistado por el Ejército y las milicias con el sacrificio de muchas vidas, Bilbao es una ciudad redimida con sangre. A nuestra villa no la salvaron los
gudaris, sino los soldados de España, los falangistas y los requetés a costa de
esfuerzos heroicos, de jornadas sangrientas de arrojo inigualado; a costa en
fin de centenares de muertos.
Que quede esto bien claro: Bilbao conquistado por las armas. Nada de pactos y agradecimientos póstumos. Ley de
guerra, dura, viril, inexorable. Ha habido ¡vaya que si ha habido Vencedores y
Vencidos!; ha triunfado la España, una, grande y libre; es decir, la de la
Falange Tradicionalista. Ha caído vencida para siempre esa horrible pesadilla
siniestra y atroz que se llamaba Euzkadi y que era una resultante del
socialismo prietista de un lado, y de la imbecilidad vizcaitarra por otro. Para
siempre has caído tú, miserable dirigente de los sindicatos ugetistas que
especulaste durante años con la evidente injusticia social de un estado de
cosas que efectivamente era inhumano para muchos trabajadores manuales; pero a
los que nunca quisiste redimir de veras mejorando sus condiciones de vida sino
que lo lanzaste a una lucha armada feroz y suicida contra el Ejército y lo
mejor del pueblo español, para que mientras tanto los de tu calaña, los jefes y
jefecillos, disfrutaseis de prebendas de retaguardia, sirviendo de paso los
intereses turbios de los agentes extranjeros de la revolución comunista. Para
siempre has caído tú, rastacueros del nacionalismo vasco, mezquino, rencoroso y
ruin, que jugaste a personaje durante los once meses del crimen y robo en que
te encaramaste al poder; mientras los pobres gudaris cazados a lazo como
cuadrúpedos en las aldeas se dejaban la piel en las montañas de Vizcaya,
muriendo sin saber por qué, acaso convencidos de su ignorancia cerril de que
luchaban por la causa de Dios. Para siempre (todo hay que decirlo) desaparecerá
también de nuestra tierra ese clero secular, o regular, que daba durante los
últimos años el lamentable espectáculo de la traición a la Patria desde las
gradas sacrosantas del altar o desde las alturas del púlpito. La gran vergüenza
del clero separatista, ésa también se acabó para siempre.
Ha triunfado en cambio la España nueva.
Sobre los falsos ídolos, arrojados de sus pedestales por las bayonetas de
nuestros soldados, se levantará el edificio del nuevo Estado, cimentado sobre
la base de la unidad interna, de la justicia social y de la independencia
exterior. Unidad interna, indiscutible e inapelable, con disciplina militar y
servicio riguroso del interés común. Hasta ahora, amigos, podían discutir los
polemistas en dialécticas estériles sobre los supuestos derechos de Vizcaya a
su autonomía o gobierno propio. Desde ahora hay una razón que está por encima
de todas las argucias históricas y de todos los papeleos abogadescos. La razón
de la sangre derramada por Vizcaya es otra vez un trozo de España por pura y
simple conquista militar. La espada de Franco ha resuelto definitivamente el
litigio curialesco del vizcaitarrismo y lo ha resuelto de acuerdo con el sentir
auténtico de Vizcaya, de acuerdo con la verdadera tradición vizcaína, de
acuerdo, no lo olvidéis, con la honda e intensa zona de opinión de la Vizcaya
española formada por unos puñados de hombres y mujeres patriotas, exaltados,
que no ya desde el 18 de julio, sino desde el 14 de abril, lucharon en nuestra
tierra con alma y vida por defender la sacrosanta unidad de la Patria.
La justicia social es otro de nuestros
imperativos fundamentales. No ha triunfado un régimen de privilegio, sino un
sistema de hondo, de auténtico sentido humano, en el que el trabajo es el
primero de los valores en la escala de la jerarquía social. La España que ha
vencido sabrá someter las clases al más estricto servicio del interés nacional.
No más huelgas, pero también no más especuladores sin conciencia. No más
obreros al servicio de Rusia, pero también no más financieros sin patria al
servicio exclusivo del becerro de oro.
Finalmente nuestra independencia
exterior. ¡Atención! ¡Leguleyos de Ginebra, masones, escoceses y obispos
comunistas de la Iglesia protestante! ¡Atención! Frente Popular francés y
Komintern de Moscú. La garra de vuestro dominio sobre el solar de España la
hemos coreado a hachazos. Ya no será posible que soñéis en hacer de Euzkadi una
colonia y de Cataluña un protectorado para vuestras invasiones criminales. España
ha recobrado la plena independencia de su soberanía. En uso de ella proclama
bien alto su amistad hacia los grandes países europeos amigos que en estas
horas trágicas de cruzada nacional están junto a nosotros, la Alemania de
Hitler, la Italia de Mussolini y el Portugal de Oliveira Salazar. A los pueblos
de Inglaterra y Francia se lo ha advertido ya con toda lealtad el Caudillo
Franco: Que no se sorprendan mañana si nuestra política exterior cierra sus
puertas a quienes en días de prueba para nuestra Patria nos demuestran su
enemistad.
¡Soldados de España! ¡Voluntarios de la
Patria! Ante la memoria de los que cayeron para siempre fecundando con su
sangre la tierra y los montes de Vizcaya, el pueblo de Bilbao jura lealtad
eterna a la nueva España y a su Revolución Nacional.
Saludo a Franco ¡¡¡Arriba España!!!
José Mª de Areilza, alcalde de Bilbao.
"Homenaje al Glorioso Ejército y Milicias Nacionales"
Teatro Coliseo
Albia (Bilbao)
18 de julio de 1937
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