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| Construcción de la cárcel de Carabanchel (Madrid) con mano de obra esclava, 1942 | 
Franco firmaba las sentencias
de muerte, cada mañana, mientras desayunaba. Los que no fueron fusilados,
fueron encerrados. 
Los fusilados cavaban sus
propias fosas y los presos construían sus propias cárceles. 
Costo de mano de obra, no hubo.
Los presos republicanos, que alzaron la célebre prisión de Carabanchel, en
Madrid, y muchas más por toda España, trabajaban, nunca menos de doce horas al
día, a cambio de un puñado de monedas, casi todas invisibles. Además, recibían
otras retribuciones: la satisfacción de contribuir a su propia regeneración
política y la reducción de la pena de vivir, porque la tuberculosis se los llevaba
más temprano. 
Durante años y años, miles y
miles de delincuentes, culpables de oponer resistencia al golpe militar, no
sólo construyeron cárceles. Fueron también obligados a reconstruir pueblos
derruidos y a hacer embalses, canales de riego, puertos, aeropuertos, estadios,
parques, puentes, carreteras; y tendieron nuevas vías de tren y dejaron los
pulmones en las minas de carbón, mercurio, amianto y estaño. 
Y empujados a bayonetazos
erigieron el monumental Valle de los Caídos, en homenaje a sus verdugos. 
Eduardo Galeano
Espejos. Una historia casi
universal
 
 
 
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