El 10 de septiembre de 1973 recibí
una invitación para la exposición “Por la vida. Contra el fascismo”,
que debia inaugurarse al dia siguiente en la Universidad Técnica. Alli tenía
que intervenir Salvador Allende e iba a cantar Víctor Jara.
La víspera vi el
enorme afiche de la exposición. Una madre amamantaba a su criatura y la sombra
de ambos estaba bañada de sangre. Era un llamamiento silencioso, pero muy
expresivo, a defender la vida contra el fascismo. Víctor proponía organizar un
viaje de propaganda por el país para alertar al pueblo. La exposicion
antifascista de la Universidad Técnica tenía que marcar el comienzo de esta
acción.
Pero el 11 de
septiembre la exposición no se inauguró. Salvador Allende hizo aquel día su
último llamamiento al pueblo y no en el Foro Griego de la Universidad, sino en
el palacio de La Moneda, rodeado por los putchistas.
Los putchistas se apoderaron de todas las fuerzas armadas. Después de la
dimisión forzosa de los generales, correligionarios de Carlos Prats, que
encabezaban el ejército de tierra, fueron destituidos de sus cargos el
almirante Raúl Montero, comandante de la Marina de Guerra, y José María
Sepúlveda, director general del cuerpo de carabineros, que no quería sumarse a
los putchistas. En las fuerzas armadas se efectuó una limpia de arriba a abajo.
Los fascistas lograron convertir a muchos oficiales en ciegos instrumentos del
complot, convenciéndolos de la necesidad de oponerse a la amenaza de exterminio
de los cuadros de mando que, como ellos afirmaban, tramaba la Unidad
Popular.
Pinochet encabezo el golpe
El nuevo comandante en
jefe, general Pinochet, que en vísperas había jurado fidelidad al presidente
Allende, encabezó el golpe. Fascista encubierto con la máscara
constitucionalista, Pinochet dio orden de asediar el palacio de La Moneda.
En estas
condiciones Allende no se creyó con derecho a llamar al pueblo inerme a la
lucha. Quería evitar un derramamiento inútil de sangre, pero decidió aceptar
desigual combate en La Moneda. Sabía que con un puñado de los defensores del
palacio no podría alcanzar la victoria militar. Pero el presidente estaba
convencido de que el combate que libraría defendiendo el mandato del pueblo,
sería una victoria moral y política de la Unidad Popular. No quería ver
derrotada la bandera de la revolución, sino dejarla bien alta. El mandatario
del pueblo prefirió morir arma en mano antes que capitular frente a los
putchistas, estaba seguro que su muerte no sería esteril.
Jamás olvidaré
la firmeza con que hablaba Allende por los micrófonos de la emisora comunista
Magallanes. Su voz sonaba sobre el estruendo de las explosiones:
-Ante los hechos solo me cabe decir
a los trabajadores: yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito historico,
pagaré con mi vida la lealtad del pueblo.
Hice girar la
manecilla de la radio portatil. Después de los ataques aéreos las emisoras
democraticas fueron callando una tras otra. Pero Magallanes seguía resistiendo.
Los putchistas no pudieron interrumpir el ultimo discurso de Salvador
Allende. Luego escuché la voz familiar del locutor, que dijo: “En cualquier
momento nos pueden interrumpir, pero seguiremos aquí hasta el final”. En medio
de los cañonazos salió al aire la canción de Sergio Ortega El pueblo unido,
interpretada por Quilapayun. Los que se encontraban en la emisora corearon el
estribillo:
Y ahora el pueblo
que se alza en la lucha
con voz de gigante
gritando: ¡Adelante!
¡El pueblo unido
jamas sera vencido!
Quienes estaban
junto al micrófono sabían que los enemigos abrirían fuego contra ellos. Mi
radio emitió un chasquido y una detonación ahogó las voces de los
cantantes.
Traté en vano de
comunicar por telefono con Radio Magallanes cuando cesó de transmitir. Mientras
tanto, en el centro de Santiago se levantaba una nube de humo. Los aviones de
los putchistas estaban bombardeando el palacio presidencial.
Leonard Kosichev
"La guitarra y el poncho de Victor Jara" (Fragmento)
Que NADIE olvide a las VÍCTIMAS y a sus ASESINOS !!!!!
ResponderEliminarNo habrá olvido. Jamás!
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