A. Su Excelencia Adolf Hitler, Führer del pueblo alemán
El
Pardo, 26 de febrero 1941
Estimado Führer:
Su carta del día 6 me hace desear que le envíe
mi respuesta con prontitud, ya que considero que es necesario hacer ciertas
aclaraciones y confirmar de mi lealtad.
Considero como usted que el destino de la
historia le ha unido conmigo y con el Duce de manera indisoluble. Nunca he
tenido que ser convencido de ello y como os he dicho más de una vez, nuestra
guerra civil desde su concepción y durante todo su trayecto, es más que una
prueba. También comparto su opinión de que el hecho de que España se encuentra
en las dos orillas del Estrecho obliga a la extrema enemistad hacia Inglaterra, que aspira a mantener el control del mismo.
Estamos hoy donde siempre hemos estado, en
forma decidida y con la más firme convicción. No debe tener ninguna duda sobre
mi absoluta lealtad a este concepto político y a la realización de la unión de
nuestros destinos nacionales con los de Alemania e Italia. Con la misma
lealtad, he dejado claro desde el inicio de las negociaciones de las
condiciones de nuestra situación económica, único motivo por lo que no ha sido
posible hasta ahora determinar la fecha de la participación de España.
Teniendo en cuenta nuestras propias
dificultades después de la guerra, recordará que nunca he fijado un plazo
demasiado corto para nuestra entrada en la guerra. Me permito, Führer, decir que el
tiempo transcurrido hasta este momento no se ha perdido totalmente, ya que
hemos estado obteniendo suficiente, aunque no ciertamente grandes
cantidades de grano para permitirnos construir acciones, pero sin duda para algunos el pan necesario para el
sustento diario de las personas que de lo contrario habrían perecido de
inanición en un número considerable.
Además, debe
reconocerse que en esta cuestión del suministro de productos alimenticios,
Alemania no ha cumplido sus ofrecimientos de apoyo efectivo hasta hace muy
poco. Ahora estamos empezando a movernos en el terreno de hechos concretos y
dentro de este campo lo que más deseo es acelerar las negociaciones lo más
posible.
Con este fin hace unos días le envié
información sobre nuestras necesidades en cuanto a productos alimenticios, así
como económicas y militares. Estos datos están abiertos a un nuevo examen,
aclaración, verificación y discusión con el fin de alcanzar rápidamente a la
solución que tanto nos interesa a ambos. Sin embargo, comprenderá que en el
momento en el los españoles están sufriendo la mayor hambruna y aguantando todo
tipo de privaciones y sacrificios, no es el más propicio si mi llamamiento no
va precedido por un alivio de esta situación, que al mismo tiempo, nos
permitiría llevar a cabo una propaganda inteligente sobre la amistad y el
efectivo apoyo del pueblo alemán que en el español será el despertar de los
sentimientos de sincera amistad y admiración que siempre ha tenido para su
Nación.
Mis observaciones sobre nuestro clima fueron
simplemente una respuesta a sus sugerencias, y no eran en modo alguno un
pretexto para aplazar indefinidamente lo que en el momento adecuado será
nuestro deber hacerlo.
Durante la reciente conferencia de Bordighera di
prueba al mundo de la naturaleza de mi actitud firme; esta conferencia también
sirvió como una llamada al pueblo español que marca la dirección en la que se
encuentran sus obligaciones nacionales y la preservación de su existencia como
una nación libre.
Una observación que debo repetir a su
Excelencia: el cierre del Estrecho de Gibraltar no es sólo un requisito previo
para el mejoramiento inmediato de la situación de Italia, sino también quizás para el
final de la guerra. Sin embargo,
a fin de que el cierre de Gibraltar puede tener un valor decisivo, también
es necesario cerrar al mismo tiempo el Canal de Suez. Si esta última
circunstancia no se da, los que estamos realizando una contribución real de
nuestros esfuerzos militares tenemos el deber de sincerarnos para decir que la
situación de España en el caso de una prolongada guerra pasaría a ser
extremadamente difícil.
Usted habla de nuestras demandas y las compara
con las suyas y las de Italia. No creo que pueda describir las exigencias
españolas como excesivas, y menos aún, si tenemos en cuenta el tremendo
sacrificio del pueblo español en una batalla que fue una digna precursora de la
actual. En relación con este punto no existe la precisión necesaria en nuestro
acuerdo. El protocolo de Hendaya -si me permite expresarlo- es en este sentido
extremadamente vago y recuerdo a Vuestra Excelencia las condiciones (hoy tan
cambiadas) de esta vaguedad y falta de precisión. Los hechos de hoy en su
desarrollo lógico han dejado muy atrás las circunstancias que en el mes de
octubre se tuvieron en cuenta respecto a la situación imperante, y el protocolo
de entonces se ha quedado anticuado.
Estas son mis respuestas, estimado Führer, a
sus observaciones. Quiero disipar con ellas toda sombra de duda y declaro que
estoy enteramente a su lado, y decididamente a su disposición, unido en un
destino histórico común, la deserción significaría mi suicidio y el de la causa
que he conducido y representa en España. No necesito la confirmación de mi
fe en el triunfo de su causa y repito que siempre seré un fiel seguidor de la
misma.
Créame su amigo
sincero, con mi cordial saludo,
F. Franco
*
To: His
Excellency Adolf Hitler, Führer of the German People
El Pardo, 26 February 1941
Dear Führer:
Your letter of the 6th makes me wish to send you my reply
promptly, since I consider it necessary to make certain clarifications and
confirmation of my loyalty.
I consider as you yourself do that the destiny of history
has united you with myself and with the Duce in an indissoluble way. I have
never needed to be convinced of this and as I have told you more than once, our
Civil War since its very inception and during its entire course is more than
proof. I also share your opinion that the fact that Spain is situated on both
shores of the Strait forces her to the utmost enmity toward England, who
aspires to maintain control of it.
We stand today where we have always stood, in a resolute
manner and with the firmest conviction. You must have no doubt about my
absolute loyalty to this political concept and to the realization of the union
of our national destinies with those of Germany and Italy. With the same
loyalty, I have made clear to you since the beginning of these negotiations the
conditions of our economic situation, the only reasons why it has not been
possible up to now to determine the date of Spain's participation.
Having in mind our own post-war difficulties, you will
recall that I have never fixed too short a period for our entry into the war.
Permit me, Fuehrer, to say that the time elapsed until this moment has not been
completely lost, since we have been obtaining not certainly great enough
quantities of grain to permit us to build stocks, but certainly for some of the
bread necessary for daily sustenance of the people who otherwise would have
perished of starvation in considerable numbers.
Furthermore, it must be acknowledged that in this question
of the supply of foodstuffs, Germany has not fulfilled her offers of effective
support until very recently. We are now beginning to move in the realm of
concrete facts and within this field there is nothing I desire more than to
hasten the negotiations as much as possible. With this end in view several days
ago I sent to you information on our needs as to foodstuffs and in general
economic and military fields. These data are open to new examination,
clarification, verification, and discussion in order to reach quickly the
solution which interests us both equally. However, you will understand that at
a time when the Spanish people is suffering the greatest starvation and
enduring all sorts of privations and sacrifices, it is not certainly propitious
for me to ask further sacrifices of them if my appeal is not preceded by an
alleviation of this situation, which at the same time may permit us to carry
out beforehand an intelligent propaganda on the constant friendship and effective
support of the German people, which will reawaken in the Spaniard the
sentiments of sincere friendship and admiration which he has always had for
your Nation.
My remarks about our climate were simply an answer to your
suggestions, and were not in any way a pretext to postpone indefinitely that
which at the right moment it will be our duty to do.
During the recent Bordighera conference I gave proof to the
world of the nature of my resolute attitude; this conference also served as a
call to the Spanish people marking the direction in which lie their national
obligations and the preservation of their existence as a free nation.
One observation I must repeat to your Excellency; the
closing of the Strait of Gibraltar is not only a prerequisite for the immediate
amelioration of the situation of Italy but also perhaps for the end of the war.
However, in order that the closing of Gibraltar may have a decisive value it is
also necessary that the Suez Canal be closed at the same time. If this last
circumstance should not take place, we who are making the actual contribution
of our military effort have the duty sincerely to say that the situation of
Spain in the event of an inordinately prolonged war would then become extremely
difficult.
You speak of our demands and you compare them with yours and
those of Italy. I do not believe that one could describe the Spanish demands as
excessive, still less, when one considers the tremendous sacrifice of the
Spanish people in a battle which was a worthy forerunner of the present one.
Concerning this point the necessary preciseness does not exist in our agreement
as well. The protocol of Hendaye-permit me to express it-is in this respect
extremely vague and Your Excellency remembers the conditions (today so changed)
of this vagueness and lack of preciseness. The facts in their logical
development have today left far behind the circumstances which in the month of
October had to be taken into consideration with respect to the prevailing
situation, and the protocol then existing must at the present be considered
outmoded.
These are my answers, dear Fuehrer, to your observations. I
want to dispel with them all shadow of doubt and declare that I stand ready at
your side, entirely and decidedly at your disposal, united in a common
historical destiny, desertion from which would mean my suicide and that of the
Cause which I have led and represent in Spain. I need no confirmation of my
faith in the triumph of your Cause and I repeat that I shall always be a loyal
follower of it.
Believe me your sincere friend, with my cordial greetings,
F. Franco
Fuente del texto en inglés: The Avalon Proyect, Universidad de Yale
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