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1909. Málaga: base naval accidental

Dotación buque hidrográfico Tofiño. Puerto de Málaga, verano de 1936 


De Luis Miguel Cerdera, autor de Málaga: base naval accidental, para Búscame en el ciclo de la vida

La base naval de Málaga en la Guerra Civil española merece un estudio unitario e independiente. La acogida en sus aguas de la mayoría de los buques de guerra que quedaron a favor de la República da prueba de la importancia estratégica que tuvo en los primeros meses de la contienda española.

Las operaciones militares en la provincia y capital en los frentes terrestres están recogidas en varios libros que aportan con detalles todos los acontecimientos ocurridos en los campos de batalla. Sin embargo la Base naval malagueña era una gran desconocida, solamente hay recogidos episodios sueltos en varias obras realizadas. Por comentaros un dato curioso del Jefe de la Base: Baudilio Sanmartín García, incluso gran número de investigadores desconocían su lugar de nacimiento, al principio mis investigaciones me llevaron hasta Motril (Granada), después hasta Asturias, finalmente descubrí que era gallego, natural de Ferrol.

Además de mis sentimientos hacia la mar y mi interés por la Marina, otro de los factores que me influyeron para realizar este trabajo fue la carencia de un estudio histórico profundo que tratará la base naval en su conjunto.

De la Guerra Civil en el mar no abundan los libros de historia, y de los que tratan la Base de Málaga son menos todavía, entre ellos, hay referencias a la base malagueña en: La Guerra Civil Española en el mar de Michael Alpert, La Escuadra la mandan los cabos de Manuel Domínguez Benavides, algunos datos en La Guerra naval en el mar de Cervera Pery, en el documental Operación Ursula de MLK producciones,  en el que se investiga con detalle el hundimiento del submarino C-3 y sin equivocarme, tengo que decir que la obra que más datos aporta es La Guerra Silenciosa y Silenciada de los hermanos Moreno, desafortunadamente y a pesar de estar editada en 1998, los calificativos: turba, chusma, desleales, virus marxista, traidores... siempre van asociados al bando republicano, sin embargo a los sublevados le asocian: caballeros, leales, patriotas…, demostrando con ello que está realizada desde la ideología totalitaria del bando ganador que aún a estas alturas tienen afines en las Fuerzas armadas y otros sectores de la sociedad que se niegan a reconocer que los traidores fueron los que se sublevaron en armas contra el Gobierno de la República.

La sublevación militar comienza en la ciudad aproximadamente a las cinco de la tarde del 18 de julio de 1936, cuando una compañía de soldados al mando del capitán Agustín Huelin y del teniente Francisco Segalerva se dirigen a apoderarse del Gobierno Civil. Las órdenes del comandante militar de la ciudad, el general Francisco Patxot, fueron imprecisas y el pueblo de Málaga junto a unidades de fuerzas de asalto se enfrentaron con las armas a los militares. En el transcurso de la tarde-noche, las fuerzas gubernamentales van tomando el control, al amanecer del día 19 la sublevación militar ha fracasado, a ello hay que indicar que los destructores con fuerzas de regulares y legionarios que se esperaba llegaran al puerto en apoyo a los sublevados no se produce. De hecho, los generales sublevados se equivocaron con Málaga, el general Queipo de Llano, confiando en la pronta caída de la ciudad,  incluso se atrevió a viajar para dejar a su familia alojada y protegida en Málaga. El día 11 de julio de 1936 aprovechando su puesto como inspector General de carabineros llegó en coche oficial, en el vehículo viajaron el citado general, su mujer, su hijo Gonzalo y una hija soltera, en Málaga le esperaba otra de sus hijas que vivía en la ciudad junto a su marido, un ingeniero industrial.

Los primeros días fueron terribles, se producen decenas de muertos y los barrios residenciales son quemados y asaltados, tras varios días de tumultos, la situación de alguna manera es controlada por las autoridades y vuelve la relativa calma,  calma truncada infinidad de veces por los bombardeos de los sublevados y las represalias posteriores con asesinatos cometidos en las calles y en los asaltos a las cárceles.

En el momento que la sublevación militar no triunfa  en la capital andaluza,  en los buques de guerra se han recibido continuamente radios enviados por el auxiliar telegrafista Benjamín Balboa, alertando a las dotaciones de la intención de los militares,  con lo cual los marineros, cabos y algunos oficiales detienen a la mayoría de los oficiales de los buques por ser partidarios del Golpe militar. Estos oficiales de los destructores y submarinos quedan alojados en buques prisiones (Delfín, J.J. Sister, Monte Toro y Marqués de Chavarri),  otros son trasladados a la cárcel provincial. Varios serán juzgados en el transcurso de los días, otros morirán fusilados sin juicio previo debido a las represalias inútiles que se cometían después de los bombardeos.

A Málaga se le acondiciona de urgencia como base naval a partir del día 24 de julio de 1936. El teniente de navío Pedro Prado Mendizábal es destinado de urgencia hasta la capital andaluza como Jefe de operaciones navales y la prácticamente totalidad de la Escuadra republicana de superficie hace acto de presencia en el puerto, efectivos a los que hay que sumar un importante número de submarinos (en 1936, la Marina española tenía 12 sumergibles operativos, los cuales quedan en su totalidad a favor de la República).

Prado se esforzó enormemente en estos primeros días en acondicionar la Base para mantenerla totalmente operativa. A pesar de ello con el transcurso de los días, adolecerá de graves carencias defensivas, las cuales se irán acrecentando, nunca se le dotará con baterías de costa, ni con un número suficiente de artillería antiaérea y sobre todo siempre se echará en falta un importante número de aviones para haber podido hacer frente a los bombarderos que actuaron la mayoría de las veces sin ningún tipo de oposición.

Su principal ventaja con respecto a la Base principal de Cartagena era su distancia menor al Estrecho: 129 km. frente a los más de 400 de la base murciana. Con los rápidos destructores republicanos, el Estrecho estaba al alcance en apenas tres horas de navegación.

La Base naval de Málaga e implícitamente la ciudad se ven abocadas a un fuerte castigo aéreo desde prácticamente el inicio de la sublevación. El primer ataque aéreo se produce el 27 de julio y termina con la cruel masacre de la huida por la carretera Málaga-Almería en los primeros días de febrero de 1937.

El primer bombardeo con graves daños a unidades de la Escuadra Republicana se produce el 13 de agosto de 1936, cuando dos aviones Junkers 52 con tripulaciones alemanas despegan del aeródromo de Tablada en Sevilla y atacan el acorazado Jaime I anclado en la bahía malagueña, las bombas de 250 Kg le ocasionan serios daños que le obligan a zarpar de urgencia hasta Cartagena para reparar las averías. Como he dicho, uno de los grandes problemas a los que se enfrentó la capital fue la escasez y poca efectividad de las baterías aéreas y sobre todo la falta de aviones para contrarrestar los continuos ataques aéreos. Málaga soportó en apenas 7 meses la escalofriante cifra de 70 ataques aéreos, algunos de ellos especialmente cruentos: el 22 de agosto, 23 de octubre de 1936 y 2 de enero de 1937. Ocasionaron innumerables daños materiales, 300 muertos y cientos de heridos.

El 21 de septiembre de 1936 se comete un grave error estratégico por parte de las autoridades de la Marina republicana. Este día zarpan desde Málaga con el objetivo de auxiliar las provincias del Cantábrico los siguientes buques: Acorazado Jaime I, cruceros Libertad, Miguel de Cervantes y los destructores Lepanto, Almirante Miranda, Almirante Valdés, Almirante Antequera, Escaño y José Luis Díez.

Aprovechando esta circunstancia, en la noche del 27 de septiembre zarparon desde Ferrol los cruceros Canarias y Cervera, arribando a la zona del Estrecho en la madrugada del 29 de septiembre. El potente crucero Canarias divisó y abrió fuego contra el destructor Almirante Ferrándiz que sorprendido llevaba una de sus cuatro calderas apagadas, puso rumbo a Málaga, pero su velocidad no era suficiente y el Canarias tras varios certeros disparos consiguió hundir al destructor republicano, con este hecho los dos cruceros sublevados toman la supremacía de la zona y comienzan inmediatamente el paso de mercantes con gran número de militares y pertrechos militares hasta la Península.

La Escuadra de superficie republicana regresa a Málaga el día 18 de octubre de 1936, después de recibir otro duro ataque aéreo en la bahía y de permanecer tan solo unas horas en la capital andaluza se traslada definitivamente hasta Cartagena, haciendo de la base murciana su fondeadero  hasta el final de la guerra.

Desde esa fecha la única fuerza naval de importancia en Málaga son los submarinos al mando de Verdía, cuyo potencial ofensivo fue claramente mermado por el nulo compromiso de fidelidad con la República de los mandos de los sumergibles con la excepción del Jefe de la flota y algunos auxiliares que le acompañaron.

Después de la importante pérdida del destructor Almirante Ferrándiz, otras bajas navales republicanas se irán sumando en la base: en octubre en una operación en la que interviene el crucero Cervera y la red de información fascista y militares disfrazados de republicanos que se encontraban en Málaga, son hundidos los guardacostas republicanos Uad Muluya, Uad Lucas y la patrullera I-5. También a mediados de octubre se pierde el submarino B-5 en extrañas circunstancias, en noviembre y debido a una colisión con un mercante, es dado de baja el submarino B-3, a todas estas pérdidas hay que sumar el hundimiento del C-3 por un submarino nazi en diciembre de 1936. Debido a ellos, al inicio de la ofensiva sublevada, la base malagueña se encuentra menguada de efectivos.

La Jefatura de la Base naval no ha sido justamente estudiada por los historiadores, con mi trabajo deseo aportar un pequeño tributo a aquellos que por convicción y a pesar de las innumerables adversidades, quedaron hasta el final defendiendo con toda dignidad el puesto militar que la Marina republicana les había encomendado.

Destaco con singular protagonismo a Sanmartín y a Verdía, dos excelentes marinos de convicciones republicanas, de gran preparación y dignos de haber ocupado cargos de relevancia en la Base hasta el último momento.

Baudilio Sanmartín, fue jefe de la Base desde el 15 de septiembre de 1936 hasta que se ve obligado a abandonarla el día 8 de febrero de 1937. El abandono de la base se realizó con total dignidad y entereza, destacando que fueron los últimos militares que salieron de la ciudad, tan solo unas horas antes de su caída. En el último momento y por órdenes directas del ministro Indalecio Prieto hundieron varios barcos e intentaron colocar dinamita en las instalaciones, hecho que no pudo ser llevado a cabo al encontrarse ardiendo el polvorín donde estaba depositado el explosivo.

En cuanto a Remigio Verdía, diré que fue un oficial incansable, continuamente realizaba trabajos de todo tipo en su afán de defensa de la Base, de hecho y debido a su gran preparación y personalidad, los cruceros Canarias y Cervera a pesar de haber atacado diferentes puertos del Mediterráneo,  no atacan a Málaga por mar hasta después de la muerte de Verdía. Hasta el último día de su vida trabajó para la causa que el creía justa, Acababa de llegar de un vuelo de reconocimiento, cuando el día 2 de enero de 1937 se dirigía en compañía de su amigo Sanmartín hasta la Comandancia militar y fueron sorprendidos por el ataque de nueve aviones Junkers JU 52 que bombardearon intensamente la ciudad y puerto, dejando más de 50 muertos y cientos de heridos. Entre los fallecidos estuvo Remigio Verdía, salvando la vida por muy poco el Jefe de la base Baudilio Sanmartín. Nueve días después de la muerte del jefe de flotilla se produce el primer ataque por mar a la capital en el que participan los cruceros Canarias y Cervera.

En los meses de enero y febrero Málaga queda a merced de las fuerzas atacantes. En la actualidad existen pruebas más que suficientes para afirmar con rotundidad que la República abandona erróneamente la ciudad por razones estratégicas al querer acortar un frente de varios cientos de kms. en el que se había convertido la provincia convertida en una isla totalmente rodeada por fuerzas sublevadas.

La Escuadra republicana, hermanada con la ciudad meses antes, nunca llegó al auxilio de Málaga. Se la esperó hasta el último momento, pero para  la ciudad y base, a pesar de las innumerables peticiones de ayuda que se recogen textualmente en el libro, la Escuadra se convertirá en una esperanza frustrada.

Al final llega la caída de la ciudad y la masacre de la carretera Málaga-Almería en la que la aviación y cruceros sublevados realizan uno de los crímenes más grandes de la Guerra Civil.

Independientemente de la traición de los generales sublevados, verdaderos culpables de la hecatombe española, la pérdida de la importante plaza de Málaga propició por parte de las autoridades republicanas una causa judicial en la que se dictaron sentencias de cárcel para varios militares implicados en la caída de la ciudad, todos ellos fueron puestos en libertad a lo largo de 1938 y siguieron luchando en mayor o menor medida a favor de la República. Al final de la guerra todos tuvieron trágicos destinos, algunos sufrieron el exilio, otros fueron fusilados por el régimen dictatorial de Franco: los generales Martínez Cabrera, Hernández Arteaga y el comisario de guerra Cayetano Bolívar; caso especial fue el caso del último comandante militar de Málaga: el coronel José Eduardo Villalba Rubío (huyó precipitadamente junto a su estado mayor en la tarde del 7 de febrero), se exilió en Francia, volvió a España en 1949, se le absolvió de toda causa y cobró la paga de coronel en la reserva hasta el día de su muerte (entre sus pertenencias en Málaga dejó olvidado el brazo incorrupto de Santa Teresa de Jesús, el cual tuvo depositado el general Franco en su dormitorio hasta el 20 de noviembre de 1975, fue devuelto al convento de Ronda en 1976).

El jefe naval de Málaga Baudilio Sanmartín obtuvo varios destinos en la Marina republicana, llegando a alcanzar el grado de teniente coronel maquinista. Se exilió en Francia (nunca quiso nacionalizarse francés ni afiliarse a ningún partido político, según testimonios transmitidos a sus nietos: para el dictador Franco, Baudilio sería siempre un refugiado español y un soldado de la República). El valiente y eficiente maquinista de la Armada republicana vivió y murió dignamente en Francia en octubre de 1971.


Málaga: Base naval accidental  se presentará el 7 de abril a las 20:00 horas en el Ateneo de Málaga (Calle Compañía 2). 

Contará con la presencia del autor bajo la presentación de Miguel Tello Reyes. 

Posteriormente, tendrá lugar una charla  sobre la Marina republicana en la ciudad.

Las imágenes han sido facilitadas por el autor del texto.







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