Dotación buque hidrográfico Tofiño. Puerto de Málaga, verano de 1936 |
De Luis Miguel Cerdera, autor de Málaga: base naval accidental, para Búscame en el ciclo de la vida
La
base naval de Málaga en la Guerra Civil española merece un estudio unitario e
independiente. La acogida en sus aguas de la mayoría de los buques de guerra
que quedaron a favor de la República da prueba de la importancia estratégica
que tuvo en los primeros meses de la contienda española.
Las operaciones militares en la provincia y capital en los frentes
terrestres están recogidas en varios libros que aportan con detalles todos los
acontecimientos ocurridos en los campos de batalla. Sin embargo la Base naval
malagueña era una gran desconocida, solamente hay recogidos episodios sueltos
en varias obras realizadas. Por comentaros un dato curioso del Jefe de la Base:
Baudilio Sanmartín García, incluso gran número de investigadores desconocían su
lugar de nacimiento, al principio mis investigaciones me llevaron hasta Motril
(Granada), después hasta Asturias, finalmente descubrí que era gallego, natural
de Ferrol.
Además
de mis sentimientos hacia la mar y mi interés por la Marina, otro de los
factores que me influyeron para realizar este trabajo fue la carencia de un
estudio histórico profundo que tratará la base naval en su conjunto.
De la Guerra Civil en el mar no abundan
los libros de historia, y de los que tratan la Base de Málaga son menos
todavía, entre ellos, hay referencias a la base malagueña en: La Guerra Civil Española en el mar de
Michael Alpert, La Escuadra la mandan los
cabos de Manuel Domínguez Benavides, algunos datos en La Guerra naval en el mar de Cervera Pery, en el documental Operación Ursula de MLK producciones, en el que se investiga con detalle el
hundimiento del submarino C-3 y sin
equivocarme, tengo que decir que la obra que más datos aporta es La Guerra Silenciosa y Silenciada de los
hermanos Moreno, desafortunadamente y a pesar de estar editada en 1998, los
calificativos: turba, chusma, desleales, virus marxista, traidores... siempre
van asociados al bando republicano, sin embargo a los sublevados le asocian:
caballeros, leales, patriotas…, demostrando con ello que está realizada desde
la ideología totalitaria del bando ganador que aún a estas alturas tienen
afines en las Fuerzas armadas y otros sectores de la sociedad que se niegan a
reconocer que los traidores fueron los que se sublevaron en armas contra el
Gobierno de la República.
La sublevación militar comienza en la ciudad aproximadamente a
las cinco de la tarde del 18 de julio de 1936, cuando una compañía de soldados
al mando del capitán Agustín Huelin y del teniente Francisco Segalerva se
dirigen a apoderarse del Gobierno Civil. Las órdenes del comandante militar de
la ciudad, el general Francisco Patxot, fueron imprecisas y el pueblo de Málaga
junto a unidades de fuerzas de asalto se enfrentaron con las armas a los
militares. En el transcurso de la tarde-noche, las fuerzas gubernamentales van
tomando el control, al amanecer del día 19 la sublevación militar ha fracasado,
a ello hay que indicar que los destructores con fuerzas de regulares y
legionarios que se esperaba llegaran al puerto en apoyo a los sublevados no se
produce. De hecho, los generales sublevados se equivocaron con Málaga, el
general Queipo de Llano, confiando en la pronta caída de la ciudad, incluso se atrevió a viajar para dejar a su
familia alojada y protegida en Málaga. El día 11 de julio de 1936 aprovechando
su puesto como inspector General de carabineros llegó en coche oficial, en el
vehículo viajaron el citado general, su mujer, su hijo Gonzalo y una hija soltera, en Málaga le esperaba otra de sus
hijas que vivía en la ciudad junto a su marido, un ingeniero industrial.
Los primeros días fueron terribles, se producen decenas de muertos
y los barrios residenciales son quemados y asaltados, tras varios días de
tumultos, la situación de alguna manera es controlada por las autoridades y
vuelve la relativa calma, calma truncada
infinidad de veces por los bombardeos de los sublevados y las represalias
posteriores con asesinatos cometidos en las calles y en los asaltos a las
cárceles.
En el momento que la sublevación militar no triunfa en la capital andaluza, en los buques de guerra se han recibido
continuamente radios enviados por el auxiliar telegrafista Benjamín Balboa,
alertando a las dotaciones de la intención de los militares, con lo cual los marineros, cabos y algunos
oficiales detienen a la mayoría de los oficiales de los buques por ser
partidarios del Golpe militar. Estos oficiales de los destructores y submarinos
quedan alojados en buques prisiones (Delfín,
J.J. Sister, Monte Toro y Marqués de Chavarri), otros son trasladados a la cárcel provincial.
Varios serán juzgados en el transcurso de los días, otros morirán fusilados sin
juicio previo debido a las represalias inútiles que se cometían después de los
bombardeos.
A Málaga se le acondiciona
de urgencia como base naval a partir del día 24 de julio de 1936. El teniente
de navío Pedro Prado Mendizábal es destinado de urgencia hasta la capital
andaluza como Jefe de operaciones navales y la prácticamente totalidad de la
Escuadra republicana de superficie hace acto de presencia en el puerto, efectivos
a los que hay que sumar un importante número de submarinos (en 1936, la Marina
española tenía 12 sumergibles operativos, los cuales quedan en su totalidad a
favor de la República).
Prado se esforzó
enormemente en estos primeros días en acondicionar la Base para mantenerla
totalmente operativa. A pesar de ello
con el transcurso de los días, adolecerá de graves carencias defensivas, las cuales
se irán acrecentando, nunca se le dotará con baterías de costa, ni con un
número suficiente de artillería antiaérea y sobre todo siempre se echará en
falta un importante número de aviones para haber podido hacer frente a los
bombarderos que actuaron la mayoría de las veces sin ningún tipo de oposición.
Su principal ventaja con respecto a la Base principal de Cartagena
era su distancia menor al Estrecho: 129 km. frente a los más de 400 de la base murciana.
Con los rápidos destructores republicanos, el Estrecho estaba al alcance en
apenas tres horas de navegación.
La Base naval de Málaga e implícitamente la ciudad se ven
abocadas a un fuerte castigo aéreo desde prácticamente el inicio de la
sublevación. El primer ataque aéreo se produce el 27 de julio y termina con la
cruel masacre de la huida por la carretera Málaga-Almería en los primeros días
de febrero de 1937.
El primer bombardeo con
graves daños a unidades de la Escuadra Republicana se produce el 13 de agosto
de 1936, cuando dos aviones Junkers 52 con tripulaciones alemanas despegan del
aeródromo de Tablada en Sevilla y atacan el acorazado Jaime I anclado en la bahía malagueña, las bombas de 250 Kg le
ocasionan serios daños que le obligan a zarpar de urgencia hasta Cartagena para
reparar las averías. Como he dicho, uno de los grandes problemas a los que se
enfrentó la capital fue la escasez y poca efectividad de las baterías aéreas y
sobre todo la falta de aviones para contrarrestar los continuos ataques aéreos.
Málaga soportó en apenas 7 meses la escalofriante cifra de 70 ataques aéreos,
algunos de ellos especialmente cruentos: el 22 de agosto, 23 de octubre de 1936
y 2 de enero de 1937. Ocasionaron innumerables daños materiales, 300 muertos y
cientos de heridos.
El 21 de septiembre de 1936 se comete un grave error estratégico por parte de las autoridades de la Marina republicana. Este día zarpan desde Málaga con el objetivo de auxiliar las provincias del Cantábrico los siguientes buques: Acorazado Jaime I, cruceros Libertad, Miguel de Cervantes y los destructores Lepanto, Almirante Miranda, Almirante Valdés, Almirante Antequera, Escaño y José Luis Díez.
El 21 de septiembre de 1936 se comete un grave error estratégico por parte de las autoridades de la Marina republicana. Este día zarpan desde Málaga con el objetivo de auxiliar las provincias del Cantábrico los siguientes buques: Acorazado Jaime I, cruceros Libertad, Miguel de Cervantes y los destructores Lepanto, Almirante Miranda, Almirante Valdés, Almirante Antequera, Escaño y José Luis Díez.
Aprovechando
esta circunstancia, en la noche del 27 de septiembre zarparon desde Ferrol los
cruceros Canarias y Cervera, arribando a la zona del
Estrecho en la madrugada del 29 de septiembre. El potente crucero Canarias
divisó y abrió fuego contra el destructor Almirante
Ferrándiz que sorprendido llevaba una de sus cuatro calderas apagadas, puso
rumbo a Málaga, pero su velocidad no era suficiente y el Canarias tras varios certeros disparos consiguió hundir al
destructor republicano, con este hecho los dos cruceros sublevados toman la
supremacía de la zona y comienzan inmediatamente el paso de mercantes con gran
número de militares y pertrechos militares hasta la Península.
La Escuadra
de superficie republicana regresa a Málaga el día 18 de octubre de 1936, después
de recibir otro duro ataque aéreo en la bahía y de permanecer tan solo unas
horas en la capital andaluza se traslada definitivamente hasta Cartagena,
haciendo de la base murciana su fondeadero hasta el final de la guerra.
Desde esa fecha la única fuerza naval de importancia en Málaga son
los submarinos al mando de Verdía, cuyo potencial ofensivo fue claramente
mermado por el nulo compromiso de fidelidad con la República de los mandos de
los sumergibles con la excepción del Jefe de la flota y algunos auxiliares que
le acompañaron.
Después de la importante pérdida del destructor Almirante Ferrándiz, otras bajas navales
republicanas se irán sumando en la base: en octubre en una operación en la que
interviene el crucero Cervera y la red de información fascista y militares disfrazados de republicanos
que se encontraban en Málaga, son hundidos los guardacostas republicanos Uad Muluya, Uad Lucas y la patrullera I-5. También a mediados de octubre se
pierde el submarino B-5 en extrañas
circunstancias, en noviembre y debido a una colisión con un mercante, es dado
de baja el submarino B-3, a todas
estas pérdidas hay que sumar el hundimiento del C-3 por un submarino nazi en diciembre de 1936. Debido a ellos, al
inicio de la ofensiva sublevada, la base malagueña se encuentra menguada de
efectivos.
La Jefatura de la Base naval no ha sido justamente estudiada por
los historiadores, con mi trabajo deseo aportar un pequeño tributo a aquellos
que por convicción y a pesar de las innumerables adversidades, quedaron hasta
el final defendiendo con toda dignidad el puesto militar que la Marina
republicana les había encomendado.
Destaco con singular protagonismo a Sanmartín y a Verdía, dos
excelentes marinos de convicciones republicanas, de gran preparación y dignos
de haber ocupado cargos de relevancia en la Base hasta el último momento.
Baudilio Sanmartín, fue jefe de la Base desde el 15 de septiembre
de 1936 hasta que se ve obligado a abandonarla el día 8 de febrero de 1937. El
abandono de la base se realizó con total dignidad y entereza, destacando que
fueron los últimos militares que salieron de la ciudad, tan solo unas horas
antes de su caída. En el último momento y por órdenes directas del ministro
Indalecio Prieto hundieron varios barcos e intentaron colocar dinamita en las
instalaciones, hecho que no pudo ser llevado a cabo al encontrarse ardiendo el
polvorín donde estaba depositado el explosivo.
En cuanto a Remigio Verdía, diré que fue un oficial incansable,
continuamente realizaba trabajos de todo tipo en su afán de defensa de la Base,
de hecho y debido a su gran preparación y personalidad, los cruceros Canarias y Cervera a pesar de haber atacado diferentes puertos del Mediterráneo, no atacan a Málaga por mar hasta después de
la muerte de Verdía. Hasta el último día de su vida trabajó para la causa que el
creía justa, Acababa de llegar de un vuelo de reconocimiento, cuando el día 2
de enero de 1937 se dirigía en compañía de su amigo Sanmartín hasta la
Comandancia militar y fueron sorprendidos por el ataque de nueve aviones Junkers
JU 52 que bombardearon intensamente la
ciudad y puerto, dejando más de 50 muertos y cientos de heridos. Entre los
fallecidos estuvo Remigio Verdía, salvando la vida por muy poco el Jefe de la
base Baudilio Sanmartín. Nueve días después de la muerte del jefe de flotilla
se produce el primer ataque por mar a la capital en el que participan los
cruceros Canarias y Cervera.
En los meses de enero y febrero Málaga queda a merced de las
fuerzas atacantes. En la actualidad existen pruebas más que suficientes para
afirmar con rotundidad que la República abandona erróneamente la ciudad por
razones estratégicas al querer acortar un frente de varios cientos de kms. en el
que se había convertido la provincia convertida en una isla totalmente rodeada
por fuerzas sublevadas.
La Escuadra republicana, hermanada con la ciudad meses antes,
nunca llegó al auxilio de Málaga. Se la esperó hasta el último momento, pero
para la ciudad y base, a pesar de las
innumerables peticiones de ayuda que se recogen textualmente en el libro, la Escuadra
se convertirá en una esperanza frustrada.
Al final llega la caída de la ciudad y la masacre de la carretera
Málaga-Almería en la que la aviación y cruceros sublevados realizan uno de los
crímenes más grandes de la Guerra Civil.
Independientemente de la traición de los generales sublevados,
verdaderos culpables de la hecatombe española, la pérdida de la importante
plaza de Málaga propició por parte de las autoridades republicanas una causa
judicial en la que se dictaron sentencias de cárcel para varios militares
implicados en la caída de la ciudad, todos ellos fueron puestos en libertad a
lo largo de 1938 y siguieron luchando en mayor o menor medida a favor de la
República. Al final de la guerra todos tuvieron trágicos destinos, algunos
sufrieron el exilio, otros fueron fusilados por el régimen dictatorial de
Franco: los generales Martínez Cabrera, Hernández Arteaga y el comisario de
guerra Cayetano Bolívar; caso especial fue el caso del último comandante
militar de Málaga: el coronel José Eduardo Villalba Rubío (huyó
precipitadamente junto a su estado mayor en la tarde del 7 de febrero), se
exilió en Francia, volvió a España en 1949, se le absolvió de toda causa y
cobró la paga de coronel en la reserva hasta el día de su muerte (entre sus
pertenencias en Málaga dejó olvidado el brazo incorrupto de Santa Teresa de
Jesús, el cual tuvo depositado el general Franco en su dormitorio hasta el 20
de noviembre de 1975, fue devuelto al convento de Ronda en 1976).
El jefe
naval de Málaga Baudilio Sanmartín obtuvo varios destinos en la Marina
republicana, llegando a alcanzar el grado de teniente coronel maquinista. Se
exilió en Francia (nunca quiso nacionalizarse francés ni afiliarse a ningún
partido político, según testimonios transmitidos a sus nietos: para el dictador
Franco, Baudilio sería siempre un refugiado español y un soldado de la
República). El valiente y eficiente maquinista de la Armada republicana vivió y
murió dignamente en Francia en octubre de 1971.
Málaga: Base naval accidental se presentará el 7 de abril a las 20:00 horas en el Ateneo de Málaga (Calle Compañía 2).
Contará con la presencia del autor bajo la presentación de Miguel Tello Reyes.
Posteriormente, tendrá lugar una charla sobre la Marina republicana en la ciudad.
Las imágenes han sido facilitadas por el autor del texto.
Las imágenes han sido facilitadas por el autor del texto.
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