Ostenta la personalidad de D. Miguel de Unamuno en el campo
docente, como en otras manifestaciones de la cultura, bien acusados relieves
que la otorgan destacada notoriedad. De otro lado, la cruzada emprendida por
España— pueblo y Ejército— para librar a la Civilización de Occidente del
secuestro en que gentes incomprensivas de su excelencia la retenían, ha
merecido de tan ilustre prócer del saber la adhesión fervorosa y el apoyo
entusiasta que de intelecto y espirituales cabía esperar.
A circunstancias tan preclaras y a tan relevantes hechos,
cúspide feliz de una vida, ascendente sin rellanos ni altos en su declive, y
que antes de ahora movió a homenaje a quienes el poder público representaban,
no ha de corresponder la Junta de Defensa Nacional con desdén ni siquiera con
olvido o indiferencia, antes al contrario, a fuer de directora del gran
movimiento nacional, siente el deber de hacerse eco de unas y otros, de
destacarlos ante propios y ajenos y de honrarlos cual requiere la Justicia. Más
aún, cuando los verdugos de aquella Civilización cuyas huestes libertadoras han
visto reforzado el entusiasmo en su afán santo con el hálito patriótico del
pecho siempre sincero del maestro de Salamanca, acusan el matiz dominante de su
empresa con la pretensión de derrocar, a golpe de pluma, lo que aquél solamente
le fué reconocido por los hombres ya que no por ellos, sino por Dios, otorgado.
Por tanto, como Presidente de la Junta de Defensa Nacional, y de
acuerdo con ésta, vengo en decretar:
Artículo único. Se confirma a D. Miguel de Unamuno en los cargos
de Rector vitalicio de la Universidad de Salamanca y titular de la cátedra de
su nombre en el mismo Centro, con cuantas prerrogativas y atribuciones se le
confirieron en el Decreto de treinta de septiembre de mil novecientos treinta y
cuatro.
Dado en Burgos a primero de septiembre de mil novecientos treinta
y seis.
Miguel Cabanellas
Publicado en el Boletín
Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España el 4
septiembre 1936
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