Victor Fraiz Villanueva fue fusilado en el monte do Castro de Vigo el 14 de septiembre de 1937. Era maestro nacional, miembro del PCE, secretario fundador de FETE-UGT. Dirigió la revista Nova Galicia y colaboró en publicaciones como Escuela Vivida, Ateo y el Pueblo Gallego.
Tras el golpe de estado huyó al monte y logró pasar a Portugal. Como represalia asesinaron a su hijo Víctor. Sus hijos Vicente y Ramón también fueron detenidos. Es entonces cuando Víctor Fraiz decide entregarse con la condición de que los liberaran y él tuviese un juicio justo. No se cumplió ninguna de las dos condiciones.
Se le instruyó un expediente de depuración como maestro, bajo los cargos de ser ateo, de moral laica, comunista peligroso, simpatizante del partido anarquista, envenenador del Magisterio, inculcador de la inmoralidad en sus alumnos...
Transcribimos a continuación su respuesta a estos cargos, realizada desde la cárcel de Vigo el 1 de julio de 1937.
¡Viva
España!
Sr.
Presidente de la Comisión depuradora del personal del Magisterio de
Pontevedra.
El
que subscribe Víctor Fráiz Villanueva, Maestro de la Escuela Nacional de Coya
en el Ayuntamiento de Vigo, habiendo recibido el adjunto pliego de cargo para
su contestación, cúmplese manifestar lo siguiente:
Que
analizados en su conjunto el total de los cargos que se me hacen, resulta: que
algunos son inciertos -como demostraré más adelante- por el propio
razonamiento lógico de su exposición; y los demás son cualidades o
circunstancias de mi vida profesional o ciudadana, perfectamente legales, con
arreglo a las leyes del Estado donde ejercí mi profesión hasta el mes de julio
del año último. Y me es grato hacer constar, que tan respetuoso he sido siempre
con la ley en el ejercicio de mi profesión, que en los veinticinco años que
llevo de maestro no he cometido la más leve falta a mis deberes, ni he sufrido
la más pequeña amonestación de mis superiores a pesar de que durante mi larga
vida profesional, ejercí mi cargo durante tres etapas históricas totalmente
distintas en los anales políticos de España: a) Monarquía constitucional de
Alfonso XIII.- b) Dictadura militar de Primo de Rivera.- c) República del 14 de
abril. No obstante la antítesis gubernamental e ideológica de estas tres fases
porque atravesó mi patria, yo me mantuve en mi puesto de educador, cumpliendo
con mi deber con arreglo a las leyes de mi país en cada caso y circunstancia,
harto conocida, del Derecho clásico que “nadie puede delinquir contra una ley
que aún no se ha decretado”.
Por
tanto, si yo he cumplido con la ley antes del actual Movimiento Militar, y
tengo mi hoja de servicios, como Maestro Nacional, limpia de falta alguna, debe
considerárseme, por esa Comisión Depuradora, en condiciones de seguir
ejerciendo mi profesión con arreglo a las nuevas normas educativas que rigen
hoy en la Nueva España. Normas, leyes y disposiciones con las que seré tan
cumplidor y respetuoso hoy como lo fui antaño con las de otros gobernantes que
tuvo España en distintas épocas.
Y
contestado sucintamente la apreciación lógica que me merece el conjunto total
de los cargos que se me hacen, paso a analizar, por el orden de su inserción,
cada uno de ellos asiladamente.
1º
Es ateo aquel que niega la existencia de Dios, de una manera concreta, clara y
terminante. Es este un tema en el cual no bastan las apariencias. Ni el
indiferente, ni el laico, ni aún el pecador empedernido puede tacharse de ateo.
Yo jamás, pública ni privadamente, negué la existencia de Dios. Tengo el suficiente
conocimiento de mi modestia, para no meterme en temas metafísicos de tal
altura. Camino siempre ansioso tras la antorcha de la verdad que me descifre la
Filosofía de la vida; y cuando no la hallo, sigo buscando en los arcanos de lo
desconocido; pero jamás afirmo, ni niego nada sin saberlo. Por eso no soy ateo,
aunque lo parezca. Más si estas razones fundamentales dejasen alguna duda de mi
aserto, quedan las siguientes circunstancias, que si no lo prueban, lo
presuponen al menos.
Toda
mi familia, de abuelos a nietos, sin una sola excepción, fueron y son
católicos. Yo soy bautizado, me casé canónicamente, bauticé a mis nueve hijos y
durante muchos años cumplí con los preceptos religiosos.
Nada
más sobre este punto.
2º
Cierto que desde que se implantó en España la República, mi moral, como
funcionario del Estado, ha sido fundamentalmente laica; como lo había sido
religiosa cuando era Maestro de la Monarquía. La moral, en su
amplio concepto universal, es precisamente eso: el cumplimiento del deber
con arreglo a principios preestablecidos, según tiempo y circunstancia.
3º
No estaba afiliado al partido comunista, aunque simpatizase con la causa
proletaria, que no es lo mismo.
4º
Si yo fuese un “comunista peligroso”, no podría simpatizar con el “partido
anarquista”; porque el comunismo y el anarquismo son doctrinas totalmente
antitéticas, y siguen tácticas fundamentalmente opuestas. Ni mar está de
acuerdo con Bakunin, ni el soviet simpatiza con la comuna. Luego, la negación
de este cargo se demuestra sola: ni comunista peligroso, ni simpatía por el
partido anarquista.
5º
Es cierto que fui varias veces directivo de Trabajadores de la Enseñanza, como
también lo es que desde los albores de mi juventud vengo presidiendo y
organizando asociaciones de maestros en esta provincia. A los veinte años era
ya Presidente de la Asociación de Maestros del Partido judicial de
Puentecaldelas. Y desde aquella fecha, estuve siempre mezclado en la dirección
de todos los actos colectivos que celebró el Magisterio de esta provincia para
velar por los intereses de la clase, de la escuela y del niño. Y co o todo esto
es meritorio, y estos eran los fines que perseguía, también, la Asociación de
trabajadores de la Enseñanza, creo es un mérito y no un cargo el haber sido su
directivo.
6º
Este apartado se hace incomprensivo, dada la forma de su redacción y por ello
interpreto que querrá decir lo siguiente: “Delegado en Galicia de la Federación
Española de Trabajadores de la Enseñanza, afecta ala U.G.T.”. En este caso, el
cargo es cierto; y por las mismas razones del apartado anterior, entendí
siempre que era una virtud profesional el ocuparlo, ya que su labor en
beneficio del Magisterio, era totalmente puritana y altruista, sin más
retribución que el trabajo y el sacrificio que proporcionaba.
7º
Dada la vaguedad que encierra la afirmación de este apartado cuya contestación
es imposible de reducir a una contestación categórica, véome precisado, bien a
pesar mío, que repudio toda labor de egolatría, a condensar en estas líneas una
síntesis de mis actividades profesionales en la vida extraescolar; para
demostrar que ni he intentado, ni conseguido el envenenamiento del
“Magisterio”, sino todo lo contrario, pero de ser cierta tal afirmación, no
saldría bien parado el prestigio de esa gloriosa y sufrida clase, que así se
dejaba “envenenar” por la propaganda de un compañero de profesión por mucha
“popularidad” que este tuviese.
Fueron
siempre en mi dos obsesiones peremnes(sic), el culto a la justicia social y el
amor a la cultura popular, que ante el altar de estas dos deidades he rendido
todos mis tributos, he quemado todas mis resinas y he sacrificado todos mis
valores. Por seguir sus estelas espinosas, con la fe inquebrantable de un
estoico, he vivido pobre y perseguido, trabajando por altruismo y deshaciendo
entuertos ajenos con la injuria por recompensa y la ingratitud por galardón. Y
así pisando espinas y abrojos, sangrando los pies entre guijarros y sangrando
el alma entre amarguras se fue quedando mi vida entre las zarzas de la
insidia y los zarpazos de la maldad. Y de este éxodo heroico, en el que di mi
vida y la de mis hijos en aras de los demás, sólo queda un hogar destrozado, mi
esposa en Madrid sin saber de ella, un hijo muerto por la fuerza pública, otro
en el “Crucero Canarias”, otro en el Polígono de Marín, los otros viviendo de
la caridad pública y yo en la cárcel esperando el fallo severo de un consejo de
guerra.¡Esta si que es la “triste popularidad” de un hombre que “envenenó” su
existencia por el bien del Magisterio!
Nací
de una numerosa familia de maestros, en donde todo el árbol genealógico, no
tiene más heráldica que la enseñanza, ni más blasón que el Magisterio. Maestro
yo, nieto, hijo y hermano de maestros, a esta clase tenía el deber de rendir
mis amores y vincular en ella mis ansias incontenidas de justicia y de cultura.
Y así en constante torneo de actividad y en una heroica gesta de lucha y
sacrificio, me pasé la vida luchando por la causa del Magisterio y aportando mi
óbolo modesto al acervo educativo de la cultura popular: organizando
asociaciones de maestros, defendiéndolos de caciques, de malos políticos o de
jefes tiranos; organizando reuniones pedagógicas y fiestas escolares,
gestionando mejoras en su precaria situación económica; creando batallones
infantiles y tropas de exploradores; organizando cuadros artísticos de canto y
declamación; fundando revistas literarias; dirigiendo equipos de educación
física y deportivos; siendo directivo de varias entidades culturales;
escribiendo miles de cuartillas para la prensa diaria y profesional y
pronunciando docenas de conferencias culturales en casi todos los pueblos de
esta provincia. Y mientras yo dedicaba mis ocios a esta doble labor de utilidad
social, otros maestros de los llamados “buenos” con el sanchopancismo por norma
y el egoísmo por virtud, sesteaban en las tertulias pueblerinas, al pié de la
mesa del tresillo, o mataban el tedio, haciendo ejercicios de tiro tras las
perdices y los conejos de la campiña gallega. Y aquellos más laboriosos que
rechazaban esta holganza, dedicaban sus horas de asueto a clases particulares o
actividades lucrativas que les producían sendos beneficios en su situación
económica; mientras Víctor Fraiz, emulando al Hidalgo Manchego, seguía
rompiendo lanzas en defensa de los maestros y estrellándose contra “los molinos
de viento”.
Y
este dinamismo, honrado y multiforme de mi obra cultural -que toda Galicia
conoce-, tuvo siempre por emblema el más desinteresado puritanismo. Ni acepté
jamás la humillación de una prebenda, ni manché mi alma con la inmoralidad de
una simonía. Caudillo de lucha en cien batallas, al terminar éstas, y llegada
la hora del botín, colóquense siempre en la fila, como soldado raso, sin más
aspiraciones y egoísmos que las de ser lo que soy: maestro de escuela y nada
más que eso.
Mientras
otros maestros de esta provincia, de los llamados “gente moral y pacífica”, se
servían del trampolín de las asociaciones de maestros, para asaltar toda clase
sinecuras(sic) profesionales: jueces de tribunales de cursillos, Directores de
graduadas, Inspectores de 1ª enseñanza, Gobernadores civiles, Diputados a
Cortes, Directores generales, Subsecretarios de Ministerios etc, etc. Y no fue
esta baraúnda, patrimonio de un ideario o de una política, no; las
salpicaduras de esta miel alcanzaron a varias colmenas. Más entre ellas, quedó
un nombre sin marcharse en esta vorágine de concupiscencia y ambición: el de
Víctor Fraiz.
Es
cuanto me cumple decir en contestación a este cargo.
8º
Cierto que fui detenido “en los sucesos de octubre del 34” pero no menos cierto
que el Auditor de Guerra, no hallando delincuencia en mi sobreseyó la causa y
me puso en libertad al poco tiempo.
9º
Si fuese cierto que inculcaba a mis alumnos una educación “inmoral y grosera”
había que suponer también la inmoralidad más contumaz en las autoridades de
esta provincia, que toleraron tal estado de cosas, sin la más pequeña
advertencia, durante los 25 años de mi vida profesional. Y como este supuesto
es falso, el resultando también lo es. Pero me place agregar, que en torno a mi
labor escolar se han dicho, desde hace tiempo, las más peregrinas e ingenuas
puerilidades y se han creado las más descabelladas fantasías. Por ejemplo: que
para negar la existencia de Dios, las repartía caramelos a los niños,
diciéndoles que los mandaba Lenin desde Moscú, que era el único Dios y el único
Cielo que existían. Y que para explicarles el fenómeno de la maternidad les
hablaba con toda crudeza del placer sexual, de la pareja fecundante, y de que
nuestros padres, no merecen, por tanto, cariño ni respeto alguno, ya que su
misión es como la de una fábrica de hacer chiquillos. Y ¡vamos! Estas y otras
cosas tan ingenuas, que inventa la malévola insidia de algunas gentes, sólo
perjudican al propio calumniador: porque nadie que me conozca, puede creerlas.
¡Tal es la candidez tosca y burda, de su contenido didáctico!
Y
yo, copiando una célebre frase de Romanones, también diré que “puedo ser
travieso, pero no tonto”. Y sólo un tonto o un incauto, pueden emplear en su
escuela esos procedimientos educativos.
10º
No existe, o por lo menos yo no la conozco, una Pedagogía peculiar del
anarcosindicalismo. Y si la desconozco es imposible que pudiese educar a mis
niños en tal sentido. El anarco-sindicalismo, mezcla de la filosofía
individualista del anarquismo, con la colectivista del socialismo, es, hoy por
hoy, una cosa híbrida, sin contenido social y sin catalogar en ninguna escuela
filosófica. Por tanto, es imposible aplicarle ninguna doctrina pedagógica, ni
ninguna finalidad educativa. El anarco-sindicalismo no es más que un movimiento
de masas, que se agrupan para objetivos inmediatos y circunstanciales, dentro o
fuera de los sindicatos, pero carece de contenido pedagógico y de objeto
educativo, dentro de la escuela. Y para que haya educación, ha de haber
doctrina, objeto y sujeto.
11º
durante los cursillos de ingreso en el Magisterio, celebrados en Pontevedra en
el año 33, se me ordenó dar un ciclo de conferencias a los cursillistas sobre
los puntos fundamentales en que se asentaba la Constitución de la República. Y
consecuente con el mandato -que era oficial y obligatoriodistribuí la materia
en los siguientes temas: Historia pública y Filosofía social que sirven de base
a la constitución de la República española.- Las regiones ibéricas y el
problema de la autonomía.- La familia y el Estado.- La emancipación de la mujer
y la cuestión sexual.- La escuela única, laica y obligatoria.El tema social y
las leyes del trabajo.
En
la exposición de ninguno de estos temas, apareció en mis labios ni la inmoralidad,
ni el ateismo, ni las doctrinas disolventes. Limité mi labor a exponer, lo
mejor que pude, los conocimientos que tenía sobre al materia, y nada más. Sin
más apéndices, ni más sentido doctrinal que el inherente a cada tema, en su más
estricto concepto cultural y pedagógico. Del mismo modo que hubiese explicado
temas de Gramática o de Geografía, si así me lo hubiesen ordenado: aduciendo
razones, sentando premisas y sacando consecuencias, para el mejor conocimiento
de la signatura; procurando, en cada caso, apoyarme en la opinión de autores
solventes, para eliminar por completo mi modesta opinión personal. Esta fue la
didáctica y este fue el método empleado por mi en esas conferencias. ¿qué culpa
tengo yo si la materia era espinosa?
Y
fue tan honrada e imparcial mi actuación en estas conferencias -las cuales
presuponía de antemano iban a causar sensación- que no hice un solo
razonamiento, ni senté una sola afirmación, sin que citase, inmediatamente , el
autor o autores en que me afianzaba. Así, por ejemplo, en la cuestión sexual,
desde Platón hasta Schopenhauer, y desde Licurgo hasta Marañón, sin olvidar
toda la literatura clásica, he cimentado la delicada exposición de aquellos
temas, en el prestigio irrefutable de todas las cumbres del pensamiento
humano. ¡Estoy a cubierto de toda responsabilidad con este aval!
Dios
guarde a Vd muchos años
Cárcel
de Vigo a 1º de julio de 1937
Víctor
Fraiz
Extraído
de A “legalidade” dos franquistas: os procesos de depuración. O caso de mestre
Victor Fráiz Villanueva, de Antón Costa Rico
Sarmiento
/ Núm. 10 / 2006 / pp. 289-296
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