Inauguración de la cámara acorazada del Banco de España, Madrid 1936 |
Afirmo -he dicho refiriéndome a apoyos que recibimos en el curso de la guerra- que pueden anular o amortiguar nuestra gratitud los aspectos lucrativos del auxilio de la URSS y de los partidos comunistas que la secundaban". Véanse estos ocho puntos que dejé sentados en 1939 y que nadie ha desmentido:
1.- El Partido Comunista
francés había administrado, para compras de material de guerra, dos mil
quinientos millones de francos entregados por Negrín, sin que la
administración de tan enorme suma la hubiese controlado, poco ni mucho, ningún
funcionario del Estado español.
2.- El Partido Comunista francés
había retirado para sí, quizá como beneficios de intermediario, cantidades
considerables del dinero entregado por Negrín.
3.- La propaganda, pública
primero y clandestina después, del Partido Comunista francés se costeaba con
dinero así extraído del Estado español, pues los auxilios de la III
Internacional eran nulos y el producto de las cotizaciones distaba
muchísimo del gasto enorme de esa propaganda.
4.- Avido de dinero, el Partido
Comunista francés, rectificando constantemente sus liquidaciones por nadie
examinadas, reclamaba con frecuencia mayores sumas a los señores Negrín y
Méndez Aspe, (este último, ministro de Hacienda).
5.- El espléndido diario
comunistoide Ce Soir, remedo del triunfante París Soir, se sostenía con fondos de los suministrados por Negrín.
6.- La flota, compuesta de doce
buques, perteneciente a la France Navigation, era propiedad de España,
pues con dinero español se compraron todos los barcos, no obstante lo cual los
comunistas franceses, administradores de dicha Compañía, se negaron a
devolverlos, considerándolos suyos.
7.- Uno de los barcos de la
France Navigation, el Winnipeg, se fletó por el S.E.R.E. (entidad
de auxilio a los expatriados establecida por Negrín) para transportar exiliados
a Chile, aumentando de esa manera sus ingresos los comunistas franceses,
mediante el novísimo sistema de arrendar a alto precio a los españoles un buque
que pertenecía a los españoles.
8.- Parte del tesoro
español sacado de nuestro territorio al evacuarse Cataluña estaba custodiado
por comunistas franceses.
En cuanto al lucro de Rusia, el
relato que ahora reitero aquí es ciertamente asombroso.
El 25 de Octubre de 1936 se
embarcaron en Cartagena con destino a Rusia siete mil ochocientas cajas llenas
de oro, amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las
reservas del Banco de España.
Previamente, el señor
Negrín, como ministro de Hacienda (todavía no era presidente del
Consejo), obtuvo el acuerdo del Gobierno y la firma del Presidente de la
República para un decreto autorizándole las medidas de seguridad que estimara
indispensables en cuanto al oro del Banco de España. Como miembro de aquel
Gobierno, acepto la responsabilidad que me corresponde por el acuerdo, aunque
ni los demás ministros ni yo conocimos el propósito perseguido. Ignoro si llegó
a conocerlo el entonces Presidente del Consejo, Francisco Largo Caballero.
El embarque se verificó con
gran misterio. Si yo me enteré fue por pura casualidad, a causa de haber
llegado a Cartagena para asuntos del servicio -era yo ministro de Marina y
Aire- cuando el embarque se efectuaba bajo la dirección personal de los señores
Negrín y Méndez Aspe.
Cuatro empleados del Banco
embarcaron en el buque que conducía el precioso cargamento. No se les dijo a
dónde iban. Creyeron que desembarcarían en Port Vendres, Sete o Marsella y
aparecieron... en Odesa. El 6 de noviembre llegaron con nuestro oro a Moscú. Y
allí, ocurrió algo que también merece ser narrado. Los funcionarios del
Grosbank miraban y remiraban minutos enteros cada pieza y la pesaban y
repesaban. Los empleados del Banco de España, acostumbrados a gran celeridad en
operaciones semejantes, no se explicaban tamaña lentitud, por la cual se
invirtieron varios meses en el recuento. Pero esta lentitud obedecía al deseo
de justificar la permanencia en Rusia de quienes habían ido custodiando la
mercancía. A toda costa se quería impedir su regreso a España para que no se
divulgara el enorme envío de oro. Las familias de los viajeros se inquietaban
por desconocer el paradero de éstos, y para calmar su intranquilidad se las
embarcó también, sin decirles adónde iban, y se las llevó a Rusia.
La entrega del oro, tan
meticulosamente pesado y medido, había de concluir algún día, y concluyó. Los
bancarios creyeron entonces que, terminada ya su misión, tornarían a España.
Más sus reclamaciones en ese sentido ante nuestro Embajador, don Marcelino
Pascua, eran inútiles. No se les consentía salir; estaban confinados con sus
familias en Rusia. Al cabo de dos años, cuando la guerra se extinguía, el
Encargado de Negocios, don Manuel Martínez Pedroso, logró romper aquel
confinamiento. Pero a los cuatro bancarios no se les repatrió. En España podían
hablar más de la cuenta. Y con objeto de evitarlo se les desparramó por el
mundo: uno fue a dar con sus huesos a Buenos Aires, otro a Estocolmo, otro a
Washington y otro a México. Al mismo tiempo desaparecían de la escena los altos
funcionarios soviéticos que intervinieron en el asunto: el ministro de
Hacienda, Grinko; el director del Grosbank, Marguliz; el subdirector, Cagan; el
representante del ministerio de Hacienda en dicho establecimiento de crédito,
Ivanoski; el nuevo director del Grosbank, Martinson... Todos cesaron en sus
puestos, varios pasaron a prisión y Grinko fue fusilado.
Entre tanto, una revista
gráfica, "La URSS en Construcción", dedicaba un número especial al aumento de
las existencias de oro en Rusia, atribuyéndolo al desarrollo de la explotación
de los yacimientos auríferos de Rusia. Era el oro de España. Rusia no ha
devuelto ni una sola onza.
Indalecio Prieto
México, D.F., Marzo de 1953
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