Luis Benigno Vázquez Fernández (Luis Pimentel) (Lugo, 18 de diciembre de 1895 - 13 de febrero de 1958) |
¿Te acuerdas amigo Luis de Lugo libre
antes del espanto sobre el fango?
Entraba la mañana por tu plaza
y la luna abandonaba los bancos de la alameda.
Desde la ventana acristalada
veías levitar tu ciudad
en el espejo que llevaba un obrero
encima de la cabeza.
Bajabas con cuidado
por no romper las sábanas de niebla
y lentamente sólo tú paseabas.
(Lejos los arrabales se acercaban).
La música del palco
ponía guantes blancos a las banderas.
Después llegaba el atardecer:
la hora en que la ciudad era paisaje.
Por la calle subían las casas en muletas
y las murallas se dormían redondas y suaves.
Tu decías: «Atardeceres de mi villa,
largos, casi eternos.
(Los años pasan rápidos;
los días, lentos)».
Y Lugo se abandonaba a la noche
vigilado por su poeta de guardia.
Pero una noche de lenta puesta de sol
desamparaste de versos tanta calma.
Y tu que creías que en un pueblo pequeño
no había asesinos
comprendiste que la ciudad había muerto.
Con nadie podías cambiar tu sonrisa
y todos los rostros resultaban forasteros.
Para ti jamás volverían a ser alegres
las banderas que sangran anilina.
Los arrabales abatidos a balazos
quemaban los últimos harapos
y los surcos se abrían a los cadáveres
que llenaban de metralla las vísceras de la tierra.
y cada verso que escribías
resultaba ser un surco de lágrimas
que se convertía en cuneta.
¿Te acuerdas amigo Luis de Lugo en luto
bajo la sombra fugacísima de las balas?
Poeta en nicho
cruzaste todavía el puente del terror
y hubo más palabras para tus versos.
(Tú sabías que la ciudad había muerto).
Seguramente un día
saludaste a mis padres
en el parque o en la alameda
y me dijiste algo
porque yo ya había cumplido
y mantenía implacable la alegría.
Pero tu sabías como nadie
que los niños también mueren
que existen niños solitarios y tristes
extraños niños
que conocen la muerte.
Prematuramente desvelado
yo nunca olvidé tu canción
para que un niño no duerma.
(En los arrabales ya no quedaban niños).
¿Te acuerdas amigo Luis de tanta sombra
sin luces por la bruma de Lugo?
antes del espanto sobre el fango?
Entraba la mañana por tu plaza
y la luna abandonaba los bancos de la alameda.
Desde la ventana acristalada
veías levitar tu ciudad
en el espejo que llevaba un obrero
encima de la cabeza.
Bajabas con cuidado
por no romper las sábanas de niebla
y lentamente sólo tú paseabas.
(Lejos los arrabales se acercaban).
La música del palco
ponía guantes blancos a las banderas.
Después llegaba el atardecer:
la hora en que la ciudad era paisaje.
Por la calle subían las casas en muletas
y las murallas se dormían redondas y suaves.
Tu decías: «Atardeceres de mi villa,
largos, casi eternos.
(Los años pasan rápidos;
los días, lentos)».
Y Lugo se abandonaba a la noche
vigilado por su poeta de guardia.
Pero una noche de lenta puesta de sol
desamparaste de versos tanta calma.
Y tu que creías que en un pueblo pequeño
no había asesinos
comprendiste que la ciudad había muerto.
Con nadie podías cambiar tu sonrisa
y todos los rostros resultaban forasteros.
Para ti jamás volverían a ser alegres
las banderas que sangran anilina.
Los arrabales abatidos a balazos
quemaban los últimos harapos
y los surcos se abrían a los cadáveres
que llenaban de metralla las vísceras de la tierra.
y cada verso que escribías
resultaba ser un surco de lágrimas
que se convertía en cuneta.
¿Te acuerdas amigo Luis de Lugo en luto
bajo la sombra fugacísima de las balas?
Poeta en nicho
cruzaste todavía el puente del terror
y hubo más palabras para tus versos.
(Tú sabías que la ciudad había muerto).
Seguramente un día
saludaste a mis padres
en el parque o en la alameda
y me dijiste algo
porque yo ya había cumplido
y mantenía implacable la alegría.
Pero tu sabías como nadie
que los niños también mueren
que existen niños solitarios y tristes
extraños niños
que conocen la muerte.
Prematuramente desvelado
yo nunca olvidé tu canción
para que un niño no duerma.
(En los arrabales ya no quedaban niños).
¿Te acuerdas amigo Luis de tanta sombra
sin luces por la bruma de Lugo?
Claudio Rodríguez Fer
Lugo blues, 1987
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