Bandera histórica de los exiliados republicanos en Brest, tomada de La H/historia en la memoria |
Los
trajeron en vagones como bestias,
los
recluyeron en barracones como reos,
los
sometieron a durísimos trabajos forzados,
pero
nadie pudo doblegar
su
humanidad transterrada.
¡Exiliados
republicanos
entre
los más indómitos
esclavos
de Hitler
en
Bretaña y en las islas
anglonormandas!
Procedían
de la vega de Granada,
de
las rías de Galicia,
de
las calles de Madrid,
de
miles de rincones perdidos
en
su tierra ocupada por el fascio
del
que nunca serían súbditos...
Y su
único patrimonio
era
la resistencia o la nada.
Quinientos
días en el búnker submarino
cargando
con el peso de la historia
bajo
las aguas más grises del Atlántico nazi.
Quinientos
mil metros cúbicos
de
oscuro hormigón fascista
y
tan solo un miligramo de esperanza clara.
Algunos
fueron engullidos
por
el cemento fresco.
Otros
pudieron seguir siendo
los
primeros luchadores antifascistas
de
Europa hasta la liberación o la muerte.
Dice
la canción que en Brest
no
quedó nada,
pero
el recuerdo de las víctimas
perduró
en su prole
y en
toda dignidad frente a barbarie.
Porque
la fuerza torrencial e irreductible
de
los solidarios sifones de la memoria
rescató
a los ahogados en el océano,
a
los extenuados en la base,
a
los fugitivos de las islas,
bajo
las espesas toneladas de niebla
que
enterraban tanto sufrimiento.
Que
los vientos más atlánticos y libres
inunden
aquella injusticia inolvidable
con
olas rompientes de fraternidad sin fin.
Claudio
Rodriguez Fer
¡Que así sea! ¡Salud y República!
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