2284. Combatiendo con los aliados. Salidas a América. Exiliados en la URSS
A. Martínez, Herrero y M. Lozano en Alemania, 1945
Combatiendo con los Aliados
Iniciada la Segunda Guerra Mundial muchos
de esos españoles murieron combatiendo a los alemanes desde las filas del
Ejército francés. Otros combatieron en la Resistencia. Los republicanos
españoles estuvieron presentes, con actuaciones a veces decisivas, en los
episodios más significativos de la guerra: en Narvirk (Noruega), en Dunquerque,
en la batalla de Francia, en el Desembarco de Normandía, en el Plateau de
Glières, en la liberación de París, en la liberación de Estrasburgo, en la
liberación de Burdeos. Sus actuaciones fueron también decisivas para liberar
Foix y otras poblaciones del sur de Francia. «No hay región francesa que no
esté regada con sangre española en esos años de lucha frente a las tropas
hitlerianas», en palabras de uno de los guerrilleros españoles supervivientes.
Los alemanes hicieron prisioneros a unos
trece mil combatientes españoles. Al establecerse en agosto de 1940 el primer
convenio sobre prisioneros entre Francia y Alemania, el Gobierno francés no
quiso reconocerlos como miembros de sus fuerzas regulares por ser extranjeros.
El Gobierno español, al que consultó el Gobierno alemán, ya que no se
encontraba en guerra con España, se desentendió de ellos. Los alemanes, al
negarse estos españoles a trabajar para ellos, en vez de libertarlos o dejarlos
donde estaban, les internaron en los «campos de la muerte», en Dachau,
Mauthausen, Buchenwald, Oranienbrug, Auschwitz, terribles campos en los que
murieron la mayoría. Al llegar a los campos de exterminio, a los españoles les
entregaban el triángulo azul de apátridas y la S de España (Spanien, en
alemán). (El triángulo rojo identificaba a los presos políticos; el verde, a
los ladrones criminales; el marrón, a los gitanos y vagos; el rosa, a los
homosexuales; el negro, a los criminales asociales; el violeta, a sacerdotes y
objetores; y el amarillo con la estrella de David identificaba a los judíos).
En el campo de Oranienburg fue internado el
ex presidente del Gobierno republicano español, Francisco Largo Caballero,
dirigente socialista y durante mucho tiempo secretario de la Unión General de
Trabajadores. Vivía en París, acogido a la modesta ayuda de la Sindical
Internacional Socialista cuando fue detenido por la policía francesa de Vichy
que le entregó a los alemanes. Enfermo y ya septuagenario fue trasladado por
los alemanes al campo de Oranienburg, en las cercanías de Berlín, donde
permaneció hasta el final de la Guerra Mundial. Fue liberado por el Ejército
soviético el 24 de abril de 1945. Tenía 76 años. Fallecería al año siguiente en
París.
Salidas
a América
México, país que se había singularizado por
apoyar sin vacilaciones a la República española durante la Guerra Civil, acogió
a los refugiados españoles sin limitaciones y mantuvo el reconocimiento oficial
de la República en el exilio hasta su extinción en 1977.
La actitud de acogida de los exiliados por
parte del general Lázaro Cárdenas, presidente de México, fue contundente.
Durante la Guerra Civil abogó en la Sociedad de Naciones por la República
española denunciando las flagrantes violaciones de la No Intervención. En el
verano de 1937 acogió ya a 500 niños evacuados. Y en 1939, al conocer las
condiciones infrahumanas en que se encontraban los refugiados españoles en los
campos del sur de Francia, puso en marcha una generosa política de asilo.
A partir de abril de 1939 fueron llegando a
México, procedentes de Francia, los barcosFlandra,
Sinaia, Ipanema, Mexique, con refugiados españoles. Otro barco, elChamplain, naufragó a la salida
de Marsella, alcanzado por un torpedo o por una mina. Quedó
inservible.
El número total de refugiados españoles que
llegaron a México se aproximó a los 20.000. Eran gente profesionalmente muy
cualificada. Allí llegó una parte muy importante de la intelectualidad española
que en el primer tercio del siglo había situado a España en un nivel
científico, artístico y literario muy elevado: catedráticos universitarios,
científicos, escritores, arquitectos, ingenieros, directores de cine, actores y
actrices, periodistas, médicos, juristas, historiadores, pedagogos, militares,
músicos, traductores, editores. Incorporados a la vida cultural
mexicana, dejaron en ella una huella muy transformadora.
También llegaron refugiados españoles a
Cuba, Santo Domingo, Colombia, Venezuela y otros países iberoamericanos.
Noticia pormenorizada de los acogidos en cada uno de estos países puede
encontrarse en el citado trabajo de Vicente Llorens sobre la emigración
republicana de 1939.
Este espectacular éxodo de una parte muy
significativa de la intelectualidad española supuso una dolorosa mutilación -sangría
cultural-la ha llamado Abellán de la que España ha tardado mucho en recuperarse. De esta brutal mutilación nos
ocupamos en otro epígrafe. Para los países hispanoamericanos receptores supuso
un enriquecimiento muy fecundo. Algunas universidades americanas experimentaron
con la incorporación de catedráticos e investigadores españoles, cambios
traducidos en un gran salto adelante. Piénsese, por ejemplo, que la Universidad
Autónoma de México llegó a tener un 60 por ciento de profesores españoles.
Exiliados
en la URSS
La diáspora republicana llevó a la URSS a
unos 4.000 españoles, en gran parte miembros del Partido Comunista de España y
sus familiares. En esta cifra hay que incluir a los aproximadamente 3.000
niños, en su mayor parte asturianos y vascos, evacuados durante la guerra.
La mayoría de estos niños vivieron en Leningrado hasta que la URSS entró en la
Guerra Mundial, momento en que fueron trasladados a zonas más tranquilas, sobre
todo a Georgia.
Hacia junio de 1941, cuando Alemania invade
la URSS, el número de españoles residentes en Rusia, según Enrique Líster, era
de 4.221. De ellos, cerca de 3.000 eran niños, 900 exiliados adultos, 122
maestros que cuidaban de los niños, 157 aviadores y 69 marinos. Esta estimación
no incluía a los grupos que habían terminado en campos de concentración, a
veces por razones nimias que en pleno estalinismo daban pie a acusaciones de
antisovietismo: haberse reído de un inofensivo chiste sobre un dirigente, por
tener algún fallo en el trabajo, por elogiar cómo se vivía en otros países, o
por expresar el deseo de no querer quedarse en la URSS (como les ocurrió a un
grupo de pilotos que fueron llevados por esta causa a Novosibirsk, en Siberia).
El núcleo más importante de los españoles
adultos que llegaron a la URSS en la primavera y el verano de 1939 lo
constituyeron los cuadros del PCE y del PSUC, con sus familiares. A ellos hay
que añadir un centenar de empleados en la Embajada soviética en España y
algunos combatientes de las Brigadas Internacionales.
Para seleccionar a estos refugiados se creó
en Francia una comisión de la que formaron parte Dolores Ibárruri, Irene
Falcón, Jesús Hernández, Antonio Mije, Santiago Carrillo, Juan Modesto, Maurice
Taurez, André Marty y otros. Actuaron con las siguientes prioridades: jefes
militares y políticos, dirigentes del partido y de la JSU, dirigentes de
federaciones de la UGT, altos cargos públicos y administrativos, miembros de
los Consejos de Empresa y Comités de Control, dirigentes de sindicatos
importantes y pequeños y cuadros del partido y de los sindicatos. La mayor
parte de los seleccionados estaban en los campos de concentración del sur de
Francia. Se incluyeron también a algunos que estaban en África.
Daniel Arasa ha recogido el testimonio de
quien había sido secretario de la UGT de Barcelona, Agustí Arcas, que cuenta
cómo fue su salida hacia la URSS:
"Estaba en el campo de concentración y por los altavoces anunciaron mi nombre y me comunicaban que me presentara en el puesto de mando del campo. Al llegar allí encontré a unos representantes de la Embajada soviética en Francia que me ofrecieron acogida en la URSS. Les dije que en otro campo destinado a población civil tenía a mis familiares a lo que respondieron que abrían también para ellos las puertas de la URSS".
El viaje a la URSS se hizo en buques que
partían casi en todos los casos de Le Havre a Leningrado. A veces se trataba de
buques de carga que llevaban también pasaje. En el primero que partió, elMaría Uliánova, viajaban, entre
otros, el aviador Ignacio Hidalgo de Cisneros, máximo responsable de la
aviación republicana, Dolores Ibárruri, Palmiro Togliatti, Joan Comorera,
Vicente Uribe, Rafael Vidiella.
Entrada la URSS en la Guerra Mundial, los
españoles combatieron como voluntarios en las filas del Ejército Rojo, en
unidades guerrilleras que tuvieron en jaque a la retaguardia alemana, o como
aviadores. Desparramados por el inmenso país, hubo españoles combatiendo en la
defensa de Moscú, en la región de Kalinin, por los bosques de Bielorrusia y de
Ucrania, por los montes del Cáucaso, por las riberas del Mar Negro y del
Báltico, en el Azov, por Crimea y por el Kuban, y por las rutas que condujeron
a los soviéticos hasta el mismo Berlín.
Mutilación
cultural
El desenlace de la Guerra Civil arrancó de
España a un nutrido colectivo de intelectuales, probablemente los más
destacados y prestigiosos: catedráticos, escritores, historiadores, artistas,
científicos, juristas, periodistas, directores de cine, ingenieros,
militares... Fue una mutilación de largas consecuencias para la vida cultural
española que quedó fuertemente empobrecida durante varias décadas. El éxodo
provocado por la Guerra Civil ha sido el más importante de la historia de
España no sólo por sus dimensiones y por sus trágicas circunstancias, también
por ese componente intelectual que dejó al país privado de los hombres que
habían puesto a la nación en un lugar muy relevante del panorama internacional
por su alto nivel creativo y científico en el primer tercio del siglo.
En el ámbito de la filosofía hay que citar
a José Gaos, María Zambrano, Joaquín Xirau, José Ferrater Mora, Manuel Granell,
José Recasens Siches, David García Bacca, Eugenio Imaz, Augusto Pescador,
Adolfo Sánchez Vázquez, Eduardo Nicol, Juan Roura Parella, Jaime Serra Hunter...32Y a los filósofos sociales: Manuel
García Pelayo, Francisco Ayala, Fernando de los Ríos, José Medina Echavarría y
Lino Rodríguez Arias.
Si nos referimos a los poetas, casi toda la
generación del 27 pasó al exilio: nombres tan relevantes como Luis Cernuda,
Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén, José Moreno
Villa, Emilio Prados, León Felipe, Juan José Domenchina, Ernestina de
Champourcin, Pedro Garfias, Manuel Altolaguirre, Concha Méndez, Arturo Serrano
Plaja, Enrique Díez-Canedo, Gil-Albert. La concesión del Premio Nobel en 1956 a
Juan Ramón Jiménez vino a ser un reconocimiento a esa poesía española en el
exilio.
La nómina de novelistas y escritores
también fue muy importante y entre ellos encontramos algunas figuras decisivas
de la literatura española contemporánea: Max Aub, Ramón J. Sender, Francisco
Ayala, Corpus Barga, Rosa Chacel, Arturo Barea, José Bergamín, Manuel Andújar,
Jorge Semprún, Mercé Rodoreda, Joan Sales, Carranque de Ríos, Arconada, Paulino
Masip, Corrales Egea, Esteban Salazar Chapela, Agustí Bartra, Ferrán de Pol,
Pere Calders... Y hay que añadir un largo etcétera. Hasta setenta y seis
nombres de novelistas en el exilio le salieron al crítico Rafael Conte en su
artículo «La novela española del exilio» publicado en el año 1969 enCuadernos para el Diálogo.
En el ámbito científico hay que situar
nombres tan destacados como el de Severo Ochoa, Premio Nobel en 1959. Arturo
Duperier, Julio Rey Pastor, Francisco Grande Covián, Bosch Gimpera, ex rector
de la Universidad de Barcelona, Juan Oró, el ingeniero aeronáutico
Emilio Herrera, general de Aviación que sería durante un tiempo presidente de
la República española en el exilio, Rafael Rodríguez Delgado, Ignacio
Bolívar...
También tuvieron que exiliarse músicos de
gran categoría, como el tarraconense Roberto Gerhard, el único discípulo
español de Schenberg, Salvador Bacarise, Rodolfo Halffter que fue profesor del
Conservatorio en México, Julián Bautista que residió en Argentina, Pau Casals,
Óscar Esplá, José Bal y Gay, Tapia Colman. La música española perdió
prácticamente toda una generación, la generación
musical del 27.
Los periodistas que partieron al exilio
fueron numerosos. Algunos tuvieron menos suerte y terminaron ante el pelotón de
fusilamiento como Javier Bueno, Eduardo Castro, Julián Zugazagoitia, Cruz
Salido, Agustín Vivero o Manuel Navarro Ballesteros. Algún otro, como Eduardo
de Guzmán, fue condenado a muerte y más tarde indultado. Toda la prensa
democrática y progresista quedó descabezada. Partieron al destierro Manuel
Chaves Nogales, director deAhora,
Corpus Barga, escritor y redactor deEl
Sol, Luis Araquistain, director deClaridad,
Francisco Díaz Roncero, que dirigiría las emisiones en español deRadio Parísal término de la Guerra Mundial, Justo
Cabot, director deEl Mirador,
Antonio Hermosilla, director deLa
Libertad, Arturo Mori, redactor deEl
Liberal, Clemente Cimorra, redactor deEl
Mundo Obrero, José Luis Salado, director deLa Voz de Madrid, Gabriel
Trillas, director deNoticias,
Isaac Abeytua, José María Aguirre (Américo Vélez), Ernesto Guasp, José Díaz
Morales y un larguísimo etcétera.
La relación de intelectuales destacados en
las más diversas disciplinas puede hacerse interminable. En Medicina pueden ser
citados Urbano Barnés, ginecólogo y obstetra madrileño, Marcelino Pascua,
médico vallisoletano, ex embajador de la República en la URSS, José Bernárdez,
Julio Bejarano, profesor de Dermatología en la Universidad de Madrid, Antonio
Capella, Cristián Cortés, cardiólogo catalán, Isaac Costero, Alberto Folch y
Pi, farmacólogo catalán, profesor de la Universidad de Barcelona, etc. Entre
los docentes y pedagogos se encontraban Juan Corominas, lingüista catalán, Luis
Jiménez de Asúa, catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Madrid,
Fernando de los Ríos, profesor de las Universidades de Granada y Madrid,
Lorenzo Luzuriaga, Ángel Ossorio y Gallardo, distinguido jurisconsulto
madrileño, Emilia Elías, directora de la Escuela Normal de Madrid, Domingo
Barnés, catedrático de Paidología en la Escuela de Magisterio de Madrid,
Antonio Ballesteros, Dantón Canut, Abelardo Fábrega, Martín Navarro, de la
Institución Libre de Enseñanza, José Martínez Aguilar, Luis Santullano, Antonio
Robles y Soler, Domingo Tirado y un larguísimo etcétera. Entre los
historiadores figuraban nombres tan ilustres como Claudio Sánchez Albornoz,
catedrático en la Universidad de Madrid, y Américo Castro, catedrático de
Historia de la Lengua Española en la Universidad de Madrid ...
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