"Solo mediante la cultura, mediante el diálogo, se podrá llegar a alcanzar algún día la fraternidad, la solicidaridad"
Ramón de Garciasol
Ramón de Garciasol era el seudónimo que comenzó a usar el poeta, ensayista y crítico literario Miguel Alonso Calvo al finalizar la Guerra española. La elección del seudónimo no fue casual ya que según explicó: Ramón, como aumentativo de rama fuerte; García, por ser apellido español; y sol, como símbolo de la esperanza.
Hijo de un zapatero, ayudó en casa a coser alpargatas: "Recuerdo que en mis inicios y aprendizaje de zapatillero, cuando daba una mala puntada, decía mi padre convincentemente: 'No seas chapucero Miguel, mejor que hacer las cosas es rematarlas bien'. Fueron mis primeras lecciones de estilo. Durante mis estudios jurídicos aprendí que no es lo mismo una palabra que otra, que la sintaxis da fe de la intención: unos términos conceden libertad, otros cárcel".
Su apoyo a la República y su participación en la Guerra como redactor de UHP, Diario de las Milicias Antifascistas de Guadalajara, sirvieron de excusa al régimen para recluirlo en los campos de concentración de Albatera y Murcia.
Cuando salió en libertad finalizó los estudios de Derecho que había iniciado antes del golpe de estado, pero no quiso ejercer como abogado por considerar injustas las leyes que debería aplicar bajo el régimen de Franco.
Proclamación de la esperanza
El aire se enrarece, adensa, espesa
hasta hacerse de plomo en los pulmones,
porque se está matando al hombre.
La sangre se entontece y aguachirla
de no salir al mundo y propagarse,
porque se está matando al hombre.
La luz de las estrellas palidece
y no consuela como en nuestra infancia,
porque se está matando al hombre.
La risa se deshoja, mustia, pasa
sin que nadie la coja y la disfrute,
porque se está matando al hombre.
El beso y el amor no tienen gusto,
agusanados de preocupaciones,
porque se está matando al hombre.
La selva está cercando nuestras casas,
y aúlla, brama y hoza en los umbrales,
porque se está matando al hombre.
Porque se está matando al hombre arde mi canto
tal un diluvio de oro por los trigos;
porque se está matando al hombre y nadie grita
quiero clamar hasta tirar las sombras;
porque se está matando al hombre mis palabras
quieren clavarse como puñaladas,
quieren herir, buscar raíces nobles,
dar coletazos que despierten siglos.
Le está doliendo su dolor al hombre,
un dolor que ya no es literatura
ni puede ser espanto y madamismo,
porque no quedará vivo quien cante
el naufragio indecente de las ratas:
porque los que se salven no tendrán memoria.
Está el hombre ante sí, trágicamente solo,
mientras las aguas crecen sin espera
ahogando justamente, santamente
lo que debe morir.
Perecerá quien deba perecer.
El hombre,
desnudo, hacia el mañana, sobre el miedo.
Por eso está mi canto repicando
sobre el fuego, la muerte, y os convoca,
hombres, para que proclamemos la esperanza
Ramón de Garciasol
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