Influidos únicamente por los
principios de la ética cristiana, protestamos, con toda la fuerza de nuestras
convicciones, contra una acción detestable como el bombardeo, diariamente
repetido de nuestro querido Madrid, capital de la República Española.
La orgllosa ciudad de Oviedo ha sido justamente denominada con el
triste y sangriento nombre de "mártir entre todas las ciudades",
pero: ¿qué nombre se puede dar a Madrid, entonces, asolada como está por las
bombas extranjeras, cercada por un ejército colonial, traspasado el corazón
por la matanza de sus mujeres y niños? Iglesias y hospitales, escuelas y
talleres, barrios enteros a millas de disíancia del frente, han sido arrasados
sin piedad hasta los cimientos, y han enterrado bajo sus ruinas a cientos de
víctimas inocentes. La pluma rehusa describir este horrible cuadro; la
respiración es corta ante una realidad aún más terrible y triste.
Nosotros, por lo tanto, levantamos nuestra voz, ante Dios y las
generaciones venideras, para expresar a todas las Potencias del mundo nuestro
horror ante esos crímenes. Estamos plenamente persuadidos de que todos los hiombres de buena voluntad están a nuestro lado.
- Ossorio y Gallardo, Embajador español en Bruselas
- Leocadio Lobo, Vicario de la parroquia de San Ginés en Madrid
- Profesor García Caballero, Canónigo de Segovia
- José Gallego Rocafull, Canónigo de la Catedral de Granada,
Profesor de la Universidad de Madrid
- José Bergamín, Director del periódico católico Cruz y Raya
- José M. Semprun, Escritor católico.
- José Carnés, Escritor católico.
- Galligas, Canónigo de Córdoba
- Eugenio Imaz, Secretario del periódico católico Cruz y Raya
Revista Esprit, París, Enero de 1937
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