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2559. El reino de las contradicciones. España: de la guerra civil al referéndum de 1966 - Seis




Seis

Las reformas introducidas a la Carta Orgánica del Estado tienen, en sí, una importancia secundaria y son, por lo demás, un secreto para iniciados. Un taxista de Madrid de confesó: "No sé, no sé; no sé si me van a aumentar o a rebajar la paga". En cambio, un sereno de San Sebastián al que tuvimos que llamar, como es costumbre, batiendo palmas para que nos abriera la puerta de entrada a la pensión, estaba, él sí, seguro: "¿La votación? De maravillas. Todo el mundo votó, y los que no podían votar porque no tenían la edad, daban gracias de todos modos, los hubiera usted visto, salieron en la tele. ¿Eh? Pues claro que voté por si. ¿Y qué es esta Constitución? Pues hombre: es para aumentar los salarios. Los aumentan un 50%. Los precios no: eso ya lo habían prometido de antes". Un conscripto de Pontevedra, ocasional compañero de viaje en el ferrocarril, nos dio así su opinión: "Todos votaron por sí porque, ¿qué se ganaba con votar por no? Uno solo no puede hacer nada. Si todos votaran por no, sería otro cantar, pero entonces habría una revolución, imagínate. El 14 nos llevaron al cuartel y el tío aquel nos dio a cada uno su papeleta con el sí ya escrito, nos pusieron en fila y a votar. ¿Qué le pasará al Caudillo, qué crees? Está viejo, ¿eh? Yo lo vi bien porque le hicimos la guardia en San Sebastián. Ahora, con la Constitución ésta, tiene a uno nombrado para cuando se muera".

Intervino entonces, para corregirlo, un viejo con aspecto de obrero: "No no, qué va, no es que tenga de otro nombrado, que son tres, ahora, uno de ejército, el hijo del Rey y el otro es el Caudillo mismo. Porque así se evita que cualquiera de ellos se levante contra los otros, ¿me entiendes?".

El soldadito insistía en que las cosas eran como él había dicho. El tren estaba por llegar a Bilbao. Fue entonces cuando un borracho que había subido en una de las últimas estaciones y que seguramente se había equivocado de tren porque decía que se iba para Francia, dejó de decir que se iba para Francia para advertir, con voz insólitamente clara: "Por suerte, pasado mañana nace Dios". Era el 20 de diciembre: también de fecha se había equivocado. No le pregunté en qué consistía la nueva Constitución.


Eduardo Galeano
El reino de las contradicciones.  España: de la guerra civil al referéndum de 1966
Cuadernos de Ruedo ibérico núm. 10, diciembre-enero 1967







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