Emma Goldman
(Kaunas, 27 de junio de 1869 - Toronto, 14 de mayo de 1940)
|
Anarquía:
Siempre
despreciado, maldecido, nunca comprendido
Eres el
terror espantoso de nuestra era.
"Naufragio
de todo orden", grita la multitud,
"Eres tú
y la guerra y el infinito coraje del asesinato."
Oh, deja que
lloren. Para esos que nunca han buscado
La verdad que
yace detrás de la palabra ,
A ellos la
definición correcta de la palabra no les fue dada.
Continuarán
ciegos entre los ciegos.
Pero tu, oh
palabra, tan clara, tan fuerte, tan pura,
Vos dices
todo lo que yo, por meta he tomado.
Te entrego al
futuro! Tú eres segura.
Cuando uno,
por lo menos despertará por sí mismo .
¿Viene en la
solana del atardecer? ¿En la emoción de la tempestad?
!No puedo
decirlo pero ella la tierra podrá ver!
!Soy un
anarquista! Por lo que
No reinaré, y tampoco reinado seré!
John Henry Mackay
La historia del desarrollo y crecimiento humano es, a la vez, la historia
de la lucha terrible de cada nueva idea anunciando la llegada de un muy
brillante amanecer. En su agarre persistente de la tradición, lo viejo con sus
medios más crueles y repugnantes pretende detener el advenimiento de lo nuevo,
cualesquiera sean la forma y el período en que aquel se manifieste. Tampoco
necesitamos recaminar nuestros pasos hacia el pasado para darnos cuenta de la
enormidad de la oposición, las dificultades y adversidades puestas en el camino
de cada idea progresista. La rueca, la tuerca y el azote permanecen con
nosotros; al igual que el ajuar del convicto y el coraje social, todos
conspirando en contra del espíritu que va marchando serenamente.
El anarquismo no podía tener la esperanza de escapar el destino de todas
las demás ideas innovadoras. Por supuesto, como el innovador de espíritu más
revolucionario, el anarquismo necesariamente debe topar con la ignorancia y el
envenenado rechazo del mundo que pretende reconstruir.
Para rebatir, aun de manera escueta, con todo lo que se está diciendo y
haciendo contra el anarquismo, sería necesario un volumen entero. Por lo tanto,
solamente rebatiré dos de las objeciones principales . Al así hacerlo, trataré
de aclarar lo que verdaderamente quiere decir anarquismo.
El extraño fenómeno de la oposición al anarquismo es el que trae a la luz
la relación entre la llamada inteligencia y la ignorancia. Y aún esto no es tan
extraño, cuando consideramos la relatividad de las cosas. La masa ignorante
tiene a su favor que no pretende simular conocimiento o tolerancia. Actuando,
como hace siempre, por puro impulso, sus razonamientos son como los de los
niños. "¿Por qué?" "Porque sí." Aún así, la oposición del
no educado hacia el anarquismo merece la misma consideración que la del hombre
inteligente.
¿Cuáles son las objeciones entonces? Primero, el anarquismo es impráctico,
aunque sea un ideal precioso. Segundo, ambos el hombre inteligente y la masa
ignorante no pasan juicio luego de un amplio estudio del tema, sino de lo que
escuchan o de una interpretación falsa.
¿Cuáles son, pues, las objecciones? Primero, el anarquismo no es práctico,
aunque sea una idea muy atrayente. En segundo lugar, el anarquismo equivale a
violencia y destrucción, por lo que debe ser rechazado por vil y peligroso.
Tanto el hombre inteligente como la masa ignorante juzgan no a partir de un
conocimiento profundo del tema, sino de rumores o falsas interpretaciones.
Un esquema práctico, dice Oscar Wilde, es uno que ya tiene existencia, o
una forma que podría llevarse a cabo bajo las condiciones existentes; pero son
exactamente esas condiciones que uno objeta y cualquier propósito que pudiese
aceptarlas necesariamente es incorrecto y una locura. El verdadero criterio de
lo práctico, por lo tanto, no es si puede mantener intacto lo incorrecto e
imprudente; hasta cierto punto consiste en averiguar si el esquema tiene la
vitalidad suficiente para abandonar, dejar atrás las aguas estancadas de lo
viejo y edificar, al igual que mantener, una nueva vida. A la luz de esta
concepción, el anarquismo es definitivamente práctico. Más que ninguna otra
idea, es de ayuda acabar con lo equívoco e irracional; más que ninguna otra
idea, está edificando y manteniendo nueva vida.
Las emociones del hombre ignorante se ven continuamente aplacadas por las
historias sangrientas del anarquismo. Nada hay demasiado ofensivo para ser
aplicado en contra de esta filosofía y sus oponentes. Por lo tanto el
anarquismo representa para el no-pensante, lo que el proverbial malvado, hace
al niño,--un monstruo obscuro empeñado en tragarlo todo; en pocas palabras,
destrucción y violencia.
!Destrucción y violencia! ¿Cómo va a saber el hombre ordinario, que el
elemento más violento en la sociedad es la ignorancia; que su poder de
destrucción es justamente lo que el anarquismo está combatiendo? Tampoco, no
está al tanto de que el anarquismo; cuyas raíces, como fuesen, son parte de las
fuerzas naturales, destruyen, no células saludables, sino el crecimiento
parasítico, que se nutre de la misma esencia de la vida social. Está meramente
librando el suelo de yerbajos y arbustos para eventualmente producir fruta
saludable. Alguien ha dicho que se requiere menos esfuerzo mental para
condenar, que lo que se requiere, para pensar. La indolencia mental esparcida
mundialmente, tan prevaleciente en la sociedad nos prueba una vez más que este
hecho es demasiado cierto. En vez de ir al significado de cualquier idea dada,
para examinar su origen y razón de ser; la mayoría de las personas, la
condenarán enteramente, o dependerán de definiciones de aspectos no esenciales
superficiales o llenas de prejuicios.
El anarquismo reta al hombre a pensar, a investigar, a analizar cada
proposición; pero para no abrumar al lector medio también comenzaré con una
definición y luego elaboraré sobre lo último.
ANARQUISMO: La filosofía de un nuevo orden social basado en la libertad
sin restricción, hecha de la ley del hombre; la teoría que todos los gobiernos
descansan sobre la violencia y por lo tanto son equívocos y peligrosos, al
igual que innecesarios.
El nuevo orden social descansa, por supuesto, en la base materialista de la
vida, pero mientras todos los anarquistas concuerdan en que el mal actual es
uno económico; mantienen que la solución a esa maldad puede conseguirse
solamente bajo la consideración de cada fase de la vida, individual, al igual
que colectiva; la interna, al igual que la fase externa.
Un escrutinio a fondo de la historia del desarrollo humano descubrirá dos
elementos en un agrio conflicto el uno contra el otro, elementos que ahora
comienzan a ser entendidos, no como extranjeros entre sí, pero estrechamente
relacionados y verdaderamente armoniosos, si son colocados en ambientes
propios: de los instintos individuales y los sociales. El individuo y la
sociedad han mantenido una guerra persistente y sangrienta por la supremacía,
porque cada uno estaba ciego ante el valor y la importancia del otro. Los
instintos individuales y sociales; el primero, el factor más poderoso para la
iniciativa individual, su crecimiento, sus aspiraciones y autorealización; el
segundo, un factor igualmente importante para la ayuda mutua y el bienestar
social.
No se está lejos de encontrar explicación a la tormenta desatada dentro del
individuo, y entre éste y su entorno. El hombre primitivo, incapaz de entender
su ser, menos aún la unidad de toda la vida, se siente absolutamente
dependiente de fuerzas ciegas y escondidas, siempre listas para burlarse y
ridiculizarle. De esas actitudes crecieron los conceptos religiosos del hombre,
como una mera partícula de polvo, dependiente en los poderes supremos elevados
que sólo pueden se aplacados a través de la sumisión a su voluntad. Todas las
sagas tempranas sobre esa idea, que continúan siendo el Leitmotiv de las
historias bíblicas, bregando con la relación del hombre con Dios, con el Estado
y con la sociedad. Otra vez el mismo motivo, el hombre es nada, los poderes son
todo. Entonces, Jehová solamente tolerará al hombre que manifiesta la condición
de entrega completa. El hombre puede tener todas las glorias de la tierra. El
Estado, la sociedad, y las leyes morales, todas cantan el mismo refrán: el
hombre puede tener todas las glorias de la tierra, pero no podrá ser consciente
de sí mismo.
El anarquismo es la única filosofía que devuelve al hombre la consciencia
de sí mismo, la cual mantiene que Dios, el Estado y la sociedad no existen, que
sus promesas son vacías y sin valor, ya que pueden ser logradas sólo a través
de la subordinación del hombre. El anarquismo, por lo tanto, es el maestro de
la unidad de la vida, no meramente en la naturaleza, sino también en el hombre.
No hay conflicto entre los instintos sociales e individuales, no más de los que
existen entre el corazón y los pulmones: el uno, el receptáculo de la esencia
de la preciosa vida; y el otro, el almacén del elemento que mantiene la esencia
pura y fuerte. El individuo es el corazón de la sociedad, conservando la
esencia de la vida social; la sociedad es el pulmón que está distribuyendo el
elemento para mantener la esencia de vida -es decir, al individuo- puro y
fuerte.
"La única cosa de valor en el mundo," dice Emerson, "es el
alma activa; a la cual todo hombre tiene dentro de sí. El alma activa ve la
verdad absoluta y la proclama y la crea". "En otras palabras, el
instinto individual es la cosa de valor en el mundo. Es el alma verdadera la
que visualiza y crea la vida de la verdad, del cual saldrá una mayor verdad, el
alma social renacida.
El anarquismo es el gran libertador del hombre, sin coma de los fantasmas
que lo han tenido cautivo; es el árbitro y pacificador de las dos fuerzas para
la armonía individual y social. Para lograr esa unidad, el anarquismo le ha
declarado la guerra a las influencias perniciosas, las cuales, hasta ahora, han
impedido la armoniosa unidad de los instintos individuales y sociales.
La religión, el dominio de la mente humana; la propiedad, el dominio de las
necesidades humanas; el gobierno, el dominio de la conducta humana, representan
el baluarte de la esclavitud del hombre y los horrores que le exige. !La
religión! Cómo domina la mente humana, cómo humilla y degrada el alma. Dios es
el todo, el hombre es nada dice la religión. Pero, de esa nada, Dios ha creado
un reino tan déspota, tan tirano, tan cruel, tan terrible, que nada que no sea
desastre, lágrimas y sangre han reinado el mundo desde que los dioses
comenzaron. El anarquismo impulsa al hombre a la rebelión en contra de este
monstruo negro. Rompe tus cadenas mentales; le dice el anarquismo al hombre,
porque, no va a ser hasta que tu pienses y juzgues por tí mismo, que saldrás
del dominio de la obscuridad, el mayor obstáculo para todo progreso.
La propiedad, el dominio de las necesidades del hombre, la negación del
derecho de satisfacer sus necesidades. El tiempo nació cuando la propiedad
reclamó su derecho divino, cuando vino hacia el hombre con el mismo refrán,
igual que la religión, "!Sacrifícate! !Abnégate! ¡Entrégate!"
El
espíritu del anarquismo ha elevado al hombre de su posición postrada. Ahora
está de pie, su faz hacia la luz. Ha aprendido a ver la insaciable, devoradora
y devastadora naturaleza de la propiedad y está preparándose para darle el
golpe de muerte al monstruo.
"La propiedad privada es un robo," dijo el gran anarquista
francés Proudhon. Sí, pero sin riesgo y peligro para el ladrón. Monopolizando
los esfuerzos acumulados por el hombre, la propiedad le ha desposeído de su
derecho de nacimiento tornándolo en un indigente y un paria. La propiedad ni
siquiera posee la excusa tan gastada de que el hombre no crea lo suficiente
para satisfacer sus necesidades. Apenas aprendido el ABC de la economía, los
estudiantes ya saben que la productividad del trabajo, durante las últimas
décadas, excede por mucho la demanda normal. Pero, ¿qué son demandas normales
para una institución anormal? La única demanda que la propiedad reconoce es su
propio apetito glotónico para mayor riqueza, porque riqueza significa poder, el
poder de someter, de aplastar, de explotar, el poder de esclavizar, de ultrajar
y degradar. América se muestra particularmente jactanciosa de su gran poder, su
enorme riqueza nacional. Pobre América, ¿de que vale toda su riqueza, si los
individuos que la componen son miserablemente pobres? Viviendo en la
asquerosidad, en la suciedad y el crimen; perdida la esperanza y la alegría,
deambula un ejército desterrado de presas humanas sin hogar.
Generalmente se considera que, a menos que las ganancias de cualquier
negocio excedan su costo, la bancarrota es inevitable. Pero, aquellos
comprometidos en el negocio de producir riqueza no han aprendido ni esta simple
lección. Cada año el costo de la producción en la vida humana está creciendo
más (50.000 asesinados, 100.000 heridos en América el año pasado); las
ganancias para las masas, que ayudan a crear la riqueza, se se están reduciendo
aún más. Todavía América continúa ciega a la bancarrota inevitable de nuestro
negocio de producción. Ni es éste el único crimen de éstos. Todavía más fatal
aún es el crimen de convertir al productor en un mero engranaje de una máquina,
con menos deseo y decisión que su organizador de acero y hierro. Al hombre no
sólo le están robando los productos de su labor, sino también el poder de la
libre iniciativa, de la originalidad y el interés en o el deseo por las cosas
que está haciendo.
La verdadera riqueza consiste en objetos de utilidad y belleza, en cosas
que ayuden a crear cuerpos fuertes y preciosos y alrededores que inspiren a la
vida. Pero si el hombre está condenado a enrolar algodón alrededor de la rueca,
o cavar carbón durante toda su vida, no puede hablarse en ningún caso de riqueza.
Lo que da al mundo son solo cosas grises y asquerosas, reflejo de su aburrida y
odiosa existencia, muy débil para vivir, muy cobarde para morir. Suena extraño
el decirlo, pero hay personas que ensalzan el mortal método de la producción
centralizada es el logro de más orgullo de nuestra era. Éstos fallan
absolutamente, al no enterarse, de que si continuamos con esta docilidad
mecánica, nuestra esclavitud será más completa que lo que fue nuestra unión al
rey. Ellos no quieren saber, que la centralización no es sólo el toque de
muertos de la libertad, pero también de la salud y la belleza, del arte y la
ciencia, todas estas siendo imposibles en una atmósfera mecánica parecida a un
reloj.
El anarquismo no puede sino repudiar tal método de producción: su meta es
la expresión más libre posible de todos los talentos del individuo. Oscar Wilde
define una personalidad perfecta como "una que se desarrolla bajo
condiciones perfectas, que no ha sido herida, mutilada ni ha estado en
peligro." Una personalidad perfecta, entonces, sólo es posible en un
estado de la sociedad, donde el hombre sea libre de escoger el modo de trabajo,
las condiciones de trabajo y la libertad para trabajar.
Una, para quien la fabricación de una mesa, o la preparación de la tierra,
es como la pintura para el artista y el descubrimiento para el científico, el
resultado de inspiración, de intenso deseo y un interés profundo en el trabajo
como una fuerza creativa. Siendo ese el ideal del anarquismo, la organización
económica debe consistir en la producción voluntaria y asociaciones
distributivas, gradualmente desarrollándose en comunismo libre, como el mejor
medio de producción, con el menor de energía humana. Aunque el anarquismo
también reconoce el derecho del individuo, o números de individuos, para
acomodar todo el tiempo otras formas de trabajo, en armonía con sus gustos y
deseos.
Tal exhibición libre de energía humana es posible sólo bajo la libertad
completa, individual y social. El anarquismo dirige sus fuerzas en contra del
tercer y mayor enemigo de toda equidad social, esto es, el Estado, la autoridad
organizada o ley estatuaria, el dominio de la conducta humana.
Igual que la religión ha encadenado la mente humana y como la propiedad, o
el monopolio de las cosas, ha conquistado y ahogado las necesidades humanas, el
Estado ha esclavizado su espíritu, dictando cada fase de conducta. "Todo
el gobierno en esencia," dice Emerson, "es tiranía." Sin
importar si es gobierno por derecho divino o regla de mayoría. En cada
instancia su meta es la subordinación absoluta del individuo.
Refiriédose al gobierno norteaméricano, el gran anarquista americano, David
Thoreau, dijo: "el Gobierno, qué es sino tradición, aunque una reciente,
tentando para transmitirse intacto a la posteridad, pero cada instante
perdiendo su integridad; éste no tiene la vitalidad y fuerza de un sencillo
hombre viviente. La Ley nunca hizo al hombre ni un poco más justo y por su
medio de respeto hacia ésa, hasta los bien dispuestos son diariamente
convertidos en agentes de la injusticia."
Ciertamente, lo crucial del gobierno es la injusticia. Con la arrogancia y
suficiencia-propia del rey, el cual no podía hacer el mal, los gobiernos
ordenan, juzgan, condenan y castigan las ofensas más insignificantes, mientras,
manteniéndose gracias a la más grande de las ofensas, la erradicación de la
libertad individual. Por lo tanto, Ouida está en lo cierto, cuando ella
mantiene que "el Estado sólo busca inculcar las cualidades necesarias en
el público por las cuales sus demandas sean obedecidas y sus arcas se vean
repletas. Su mayor logro es la reducción del ser humano a un mero mecanismo de
relojería.
En su atmósfera, todas esas libertades finas y más delicadas, que requieren
tratamiento y una expansión espaciosa, inevitablemente se secan y mueren. El
Estado requiere una máquina paga impuestos, en la cual no hay marcha atrás, un
fisco sin déficit; un público monótono, obediente, sin color, sin espíritu,
moviéndose humildemente, como un rebaño de ovejas en un camino alto y recto
entre dos paredes."
Pero, hasta un rebaño de ovejas resistiría la vana sutileza del Estado,
sino fuera por los métodos opresivos, tiránicos y corruptos que utiliza para
servirse de sus propósitos. Por lo tanto, Bakunin repudia el Estado, le ve como
sinónimo de la entrega de la libertad del individuo o de las pequeñas
minorías, la destrucción de la relación social, la restricción, o hasta la
completa negación, de la vida misma, para su engrandecimiento. El Estado es el
altar de la libertad política y como el altar religioso, es mantenido para el
propósito del sacrificio humano.
De hecho, no hay casi ningún pensador moderno que no concuerde que el
gobierno, la autoridad organizada, o el Estado son únicamente necesarios para
mantener o proteger la propiedad y el monopolio. Sólo se ha mostrado eficiente
en esa función.
Hasta George Bernard Shaw, quien aún cree en un posible milagro del Estado
bajo el fabianismo, aunque admite que "este es al presente, una inmensa
máquina para robar y esclavizar al pobre con la fuerza bruta." Siendo éste
el caso es difícil entender, porqué el inteligente introductor desea mantener
el Estado después que la pobreza cese de existir.
Desafortunadamente, todavía hay un número de personas que continúan con la
fatal creencia de que el gobierno descansa sobre leyes naturales, que éstas
mantienen el orden social y la armonía, que disminuye el crimen y que previene
que el hombre vago engañe a sus semejantes. Por lo tanto, examinaré este
argumento.
Una ley natural es ese factor en el hombre, el cual se afirma a sí mismo
libremente y espontáneamente, sin alguna fuerza externa, en armonía con los
requisitos de la naturaleza. Por ejemplo, la demanda de nutrición, de
gratificación sexual, de luz, de aire y ejercicio es una ley natural. Pero, su
expresión no necesita la maquinaria del gobierno, ni tampoco del club, la
pistola, las esposas o la prisión. Obedecer tales leyes, si podemos llamarle
obediencia, requiere solamente espontaneidad y una oportunidad libre. Que los
gobiernos no se mantienen a sí mismos a través de tales factores armoniosos, se
prueba con las terribles demostraciones de violencia, fuerza y coerción que
usan todos los gobiernos para poder vivir. Por lo tanto, Blackstone está
correcto cuando dice, "Las leyes humanas son inválidas, porque éstas son
contrarias a las leyes de la naturaleza."
A menos que sea el orden que se produjo en Varsovia luego de la matanza de
miles de personas, es difícil atribuir a los gobiernos la capacidad para el
orden o la armonía social. El orden derivado de la sumisión y mantenido con
terror poca seguridad garantiza, aunque ese es el único "orden" que los
gobiernos han mantenido. La verdadera armonía social crece naturalmente de la
solidaridad de intereses. En una sociedad donde esos que siempre trabajan nunca
disponen de nada, mientras esos que nunca trabajan disfrutan de todo, la
solidaridad de los intereses no existe, de aquí que la armonía social sea un
mito. La única forma en que la autoridad organizada enfrenta esta situación
grave es extendiendo todavía más los privilegios a esos que han monopolizado la
tierra y esclavizando aún más a las masas desheredadas. De esta manera, el
arsenal entero del gobierno -leyes, policía, soldados, las cortes,
legislaturas, prisiones,- está acérrimamente involucrado en
"armonizar" los elementos más antagónicos de la sociedad.
La más absurda excusa para la autoridad y la ley es que sirven para
disminuir el crimen. Aparte del hecho de que el Estado es en sí mismo el más
grande criminal, rompiendo toda ley escrita y natural, robando en la forma de
impuestos, asesinando en la forma de guerra y pena capital, ha llegado a verse
completamente superado en su lucha contra el crimen. Ha fallado totalmente en
destruir o tan siquiera minimizar el terrible azote de su propia creación.
El crimen no es nada más que energía mal dirigida. Mientras cada
institución de hoy día, económica, política, social y moral, conspire para
dirigir erradamente la energía humana por canales equívocos; mientras la
mayoría de las personas estén fuera de lugar, haciendo las cosas que odian
hacer, viviendo una vida que aborrecen vivir, el crimen será inevitable y todas
las leyes en los estatutos solamente pueden aumentar, pero nunca terminar con
el crimen. Qué sabe la sociedad, como existe hoy día, del proceso de la
desesperación, de la pobreza, de los horrores, de la pusilánime lucha que pasa
el alma humana en su camino hacia el crimen y la corrupción. Quién conoce este
proceso terrible no puede dejar de ver la verdad en estas palabras de Pedro
Kropotkin:
"Esos que calcularán el balance entre los beneficios atribuídos a la
ley y el castigo y el efecto degradante de este sobre la humanidad; que
estimarán el torrente de ruindad derramado sobre la sociedad humana por el
informante, favorecido hasta por el juez y pagado en moneda-resonante por
gobiernos, bajo el pretexto de ayuda a desenmascarar el crimen; esos que irán dentro
de las paredes de la prisión y allí ver en lo que se han convertido los seres
humanos cuando se les priva de su libertad, cuando son sujetos al cuidado de
guardianes brutales, con groserías, con palabras crueles, enfrentándose a mil
humillaciones punzantes y agudas, concordarán con nosotros que el aparato
entero de la prisión y su castigo es una abominación que debe terminar."
La influencia disuasiva de la ley sobre el hombre ocioso es demasiado
absurda para merecer alguna consideración. Solamente con liberar a la sociedad
del gasto y de los desperdicios que causa mantener a una clase ociosa y del
igualmente gran gasto de la parafernalia de protección que esta clase de
haraganes requiere, en la sociedad existiría abundancia para todos, incluyendo
hasta el individuo ocioso ocasional. Además, está bien considerar que la
vagancia resulta o de los privilegios especiales o de las anormalidades físicas
y mentales. Nuestro demente sistema de producción patrocina ambos y el fenómeno
más sorprendente es que la gente desee trabajar, aún ahora. El anarquismo
aspira desgarrar al trabajo de su aspecto estéril y aburrido, de su brillo y
compulsión. Intenta hacer del trabajo un instrumento de gozo, de fuerza, de
armonía real, para que aún el más pobre de los hombres, pueda encontrar en el
trabajo recreación y esperanza.
Para lograr tal arreglo de la vida, del gobierno, sus medidas injustas,
arbitrarias y represivas deben ser acabadas. Lo mejor que ha hecho es imponer
un solo modo de vida, sin importar las variaciones individuales y sociales,
además de sus necesidades. Al destruir el gobierno y las leyes estatutarias, el
Anarquismo propone rescatar el respeto-propio y la independencia del individuo
de toda prohibición e invasión por la autoridad. Solo en la libertad puede el
hombre alcanzar su completo desarrollo. Solamente en la libertad aprenderá a
pensar y a moverse y a dar lo mejor de sí. Sólo en libertad realizará la
verdadera fuerza de los lazos sociales,que atan al hombre entre sí y los cuales
son la verdadera base de una vida social normal.
Pero, ¿qué de la naturaleza humana? ¿Puede ser cambiada? Y si no,
¿sobrevivirá bajo el anarquismo?
Pobre naturaleza humana, ¡qué crímenes horribles han sido cometidos en
tu nombre! Todo tonto, desde el rey hasta el policía, desde la persona más
cabezota, hasta el ignorante sin visión de la ciencia, presume hablar con
autoridad de la naturaleza humana. Mientras mayor sea el charlatán mental, más
definitiva será su insistencia en la iniquidad y debilidad de la naturaleza
humana. Pero, ¿cómo puede cualquiera hablar de eso hoy, con todas las almas en
prisión, con cada corazón encadenado, herido y mutilado?
Juan Burroughs ha dicho que el estudio experimental de los animales en
cautiverio es absolutamente inútil. Su carácter, sus hábitos, sus apetitos
pasan por una transformación completa, cuando son arrancados de su suelo en el
campo y en el bosque. Con la naturaleza humana enjaulada en un estrecho
espacio, batida diariamente hasta la sumisión, ¿cómo podemos hablar de sus
potencialidades?
La libertad, la expansión, la oportunidad y sobre todo, la paz y el
descanso, solos, pueden enseñarnos los factores dominantes reales de la
naturaleza humana y todas sus magníficas posibilidades.
El anarquismo, entonces, verdaderamente favorece la liberación de la mente
humana del dominio de la religión la liberación del cuerpo humano del dominio
de la propiedad, la liberación de las cadenas y prohibiciones del gobierno. El
anarquismo representa un orden social basado en la agrupación libre de los
individuos, con el propósito de producir verdadera riqueza social, un orden que
garantizará a cada humano un acceso libre a la tierra y un gozo completo de las
necesidades de la vida, de acuerdo a los deseos individuales, gustos e
inclinaciones.
Esto no es una idea salvaje o una aberración mental. Han llegado a tal
conclusión multitud de hombres y mujeres inteligentes de todo el mundo, una
conclusión resultante de la observación cercana y estudiosa de las tendencias
de la sociedad moderna; la libertad individual y la equidad económica, las
fuerzas gemelas para el nacimiento de lo que es transparente y verdadero en el
hombre.
En cuanto a los métodos. El anarquismo no es, como muchos pueden suponer,
una teoría del futuro a ser logrado a traves de la inspiración divina. Es una
fuerza de vida en los asuntos de nuestra vida, constantemente creando nuevas
condiciones. Los métodos del anarquismo por lo tanto no contienen un programa,
armado de hierro para llevarse a cabo bajo toda circunstancia. Los métodos
deben salir de las necesidades económicas de cada lugar y clima y de los
requisitos intelectuales y temperamentales del individuo. El carácter calmado y
sereno de un Tolstoy desearán diferentes métodos para la reconstrucción social,
que la intensa, desbordante personalidad de Miguel Bakunin o de un Pedro
Kropotkin. Igualmente también debe ser aparente que las necesidades económicas
y políticas de Rusia dictarán medidas más drásticas que las de Inglaterra o
América. El anarquismo no representa ejercicios militares y uniformidad pero,
sí defiende el espíritu revolucionario, en cualquier forma, en contra de todo
lo que impida el crecimiento humano. Todos los anarquistas concuerdan en eso,
al igual que están de acuerdo en su oposición a la maquinaria política como un
medio de traer el gran cambio social.
"Toda votación," dice Thoreau, "es como jugando, como damas,
o backgammon, el juego con el bien y el mal, su obligación nunca excede su
conveniencia. Hasta votando por lo correcto es hacer nada por ello. Un hombre
sabio no dejará el derecho a la clemencia de la oportunidad, ni deseará que
prevalezca a través del poder de la mayoría." Un examen cercano de la
maquinaria política y sus logros nos llevarán a la lógica de Thoreau.
¿Qué nos demuestra la historia del parlamentarismo? Nada, excepto la
omisión y la derrota, ni hasta una sencilla reforma para mejorar la tensión
económica y social de la gente. Se han aprobado leyes y han hecho estatutos
para el mejoramiento y protección del trabajo. Así, de este modo, el año pasado
se probó en Illinois, con las leyes más rígidas para la protección minera, tuvo
los desastres mineros mayores. En Estados donde las leyes del trabajo de los
niños prevalecen, la explotación infantil está en unos niveles altísimos y
aunque con nosotros los trabajadores disfrutan de oportunidades políticas
completas, el capitalismo ha llegado a su momento cumbre más desvergonzado.
Hasta si los trabajadores pudiesen tener sus propios representantes, que
es, lo que nuestros buenos políticos socialistas están clamando, ¿que
oportunidades hay para su honestidad y buena fe? Una tiene que tener en mente
el proceso de la política, para darse cuenta que su camino de buenas
intenciones está repleto de peligro latente: maquinaciones secretas, intrigas,
adulaciones, mentiras, trampas; de hecho, sofistería de toda índole, donde el
aspirante político puede lograr el éxito. Añadido a eso está la desmoralización
completa del carácter y las convicciones, hasta que no queda nada, que haría
que una tuviese esperanza de tal desamparo humano. Una y otra vez las personas
fueron lo suficientemente tontos en confiar, creer y apoyar hasta su último
penique, a los aspirantes políticos , para verse al final traicionados y
engañados.
Se puede decir que los hombres íntegros no se convertirían en corruptos en
el molino pulverizante político. Quizás no, pero esos hombres estarán
absolutamente desamparados para ejercer la más ínfima influencia en nombre de
los trabajadores, como ha sido demostrado en numerosos ejemplos. El Estado es
el amo económico de sus sirvientes. Los buenos hombres, si los hubiere, o
permanecerían fieles a su fe política y perderían su apoyo económico, o se
agarrarían de su amo económico mostrándose del todo incapaces de hacer el
mínimo bien. La arena política nos deja sin alternativa, una debe ser un burro
o un pícaro.
La superstición política todavía domina los corazones y las mentes de las
masas, pero los verdaderos amantes de la libertad no tendrán nada que ver con esto.
Al contrario, éstos creen con Stirner que el hombre tiene tanta libertad como
la que quiera tomarse. El anarquismo, por lo tanto, mantiene la acción directa,
el desafío abierto y la resistencia hacia todas las leyes y restricciones
económicas, sociales y morales. Pero el desafío y la resistencia son ilegales.
Ahí yace la salvación del hombre. Todo lo ilegal necesita integridad,
seguridad-propia y coraje. Busca espíritus libres e independientes, a
"hombres que son hombres y que tienen un hueso en sus espaldas, el cual no
puede atravesarse con la mano."
El sufragio universal mismo debe su existencia a la acción directa. De no
ser por el espíritu de rebelión, del desafío por parte de los padres
revolucionarios americanos, sus descendientes todavía estarían bajo el cobijo
del rey. Sino fuera por la acción directa de un Juan Brown y sus camaradas,
América todavía estaría canjeando la piel del hombre negro. Cierto, el canje de
la piel blanca todavía existe, pero, también, tendrá que ser abolido por la
acción directa. El sindicalismo, la arena económica del gladiador moderno, le
debe su existencia a la acción directa. No fue hasta fechas recientes que la
ley y el gobierno han tratado de aplastar el movimiento sindical y condenado a
prisión por conspiradores, a los exponentes del derecho del hombre a
organizarse. De haber tratado de lograr su causa rogando, alegando y pactando,
los sindicatos serían hoy muy pocos. En Francia, en España, en Italia, en
Rusia, hasta Inglaterra testimonia la creciente rebelión de las uniones
laborales, la acción directa, revolucionaria, económica se ha convertido una
fuerza tan poderosa en la lucha por la libertad industrial que ha conseguido
que el mundo se de cuenta de la tremenda importancia del poder del trabajo. La
huelga general, la expresión suprema de la conciencia económica de los
trabajadores, fue ridiculizada en América hace poco. Hoy toda gran huelga, para
ganar, debe darse cuenta de la importancia de la protesta general solidaria. La
acción directa, habiendo probado su efectividad en las líneas económicas, es
igualmente potente en el ambiente individual. Allí cientos de fuerzas avanzan
sobre su ser y sólo la resistencia persistente frente a ellas finalmente lo
libertará. La acción directa en contra de la autoridad en la tienda, acción
directa en contra de la autoridad de la ley, acción directa en contra de la
autoridad entrometida, invasiva de nuestro código moral, es el método lógico y
consistente del Anarquismo.¿ Nos guiará éste a una revolución? Por supuesto, lo
hará. Ningún cambio social ha venido sin una revolución. Las personas o no
están familiarizadas con su historia, o todavía no han aprendido, que la
revolución es el pensamiento llevado a la acción.
El anarquismo, la gran fermentación del pensamiento, está hoy imbricado en
cada una de las fases del empeño humano. La ciencia, el arte, la literatura, el
drama, el esfuerzo para un mejoramiento económico, de hecho toda oposición
individual y social al desorden existente de las cosas, es iluminado por la luz
espiritual del anarquismo. Es la filosofía de la soberanía del individuo. Es la
teoría de la armonía social. Es el gran resurgimiento de la verdad viva que
está reconstruyendo el mundo y nos anunciará el amanecer.
Emma Goldman
Tercera edición revisada, New York: Mother Earth Publishing Association,
1917. Traducido por Sofía Bustamante y revisado por Mateu Llas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario