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2639. América y la "idea del Imperio" de Franco


Los pueblos iberoamericanos expresan, en forma cada vez más entusiasta, su solidaridad con el pueblo español, que lucha contra los generales rebeldes, instrumentos de las fuerzas regresivas europeas y traidores a su patria. Un vasto movimiento popular al servicio de la causa democrática de la Península, cunde y se propaga de hora en hora en el Continente. Noticias de metan, conferencias, jornadas de masas, formaciones de comités y campañas de prensa, nos llegan de los diversos países de América. Si algún lacayo de Franco intenta siquiera presentarse en público, se ve al instante sumergido por un vigilante y prepotente torbellino de opinión antifascista. El pueblo ha pasado, allá también, a la ofensiva contra la campaña de calumnias desencadenadas por los rebeldes contra la república española, y esta ofensiva, lejos de ceder a la represión policíaca de ciertos gobiernos, vinculados directa o indirectamente al fascismo internacional, crece y va convirtiéndose en un resorte capaz de determinar cambios profundos en la política de esos países y, por ende, en la actitud de sus esferas oficiales frente a la guerra de España.

Respuesta más elocuente no podría dar América a los repetidos llamamientos dirigidos por Franco a nuestros países para fundar un imperio hispanoamericano sobre la base de los "lazos de la sangre y del idioma, de la historia y de la civilización". Desde luego, ignoramos lo que Franco entiende por imperio hispanoamericano. No tomamos en serio la necia y extravagante ocurrencia —porque no hay por dónde tomarla— y sólo la registramos para notificar, a la faz del mundo, al "generalísimo", que América rechaza, en nombre precisamente de los auténticos destinos de la raza, todo vínculo, siquiera fuera momentáneo y circunstancial, con los lacayos de la invasión extranjera en España y destructores de los pueblos y ciudades en que tuvieron cuna ese mismo idioma y esa misma civilización que nos son comunes

Sin duda, una emancipación colonial escamoteada y operada a favor de las oligarquías criollas, nos mantiene aun en América sumidos en una realidad política en que, con frecuencia, las normas democráticas se ven conculcadas en provecho de castas y partidos en gran parte herederos, justamente, del acicazgo al que hoy sirve Franco. Esta realidad, no obstante, no impide—lo auspicia al contrario y lo alimenta— el pujante e incontrastable movimiento de ascensión de las fuerzas democráticas del pueblo hacia su efectiva y total liberación.

Sorda y subterránea a la vez, esta vasta efervescencia popular prendió ya y afloró el ideario de sectores políticos que, no por no haber hasta ahora logrado derribar a las oligarquías reinantes o haber en otros casos, claudicado o cedido a. concupiscentes intereses personales y de clan, no son por ello, menos representativos de la gran mayoría ciudadana y de sus ansias colectivas más puras. Así es como Franco encontraría insisto, en la doctrina de los Partidos Liberal de Colombia, Ecuador y Bolivia, en la de los Partidos Radicales de Chile, del Uruguay y Argentina, en la de los Partidos Nacionales Revolucionarios de México, Brasil, en el programa Aprista del Perú y, sobre todo en la doctrina de los grandes partidos proletarios que de Cuba al Paraguay y a Venezuela, recogen los hondos y genuinos anhelos de justicia social del Continente, un perentorio y universal repudio a toda complicidad o connivencia con su demente sueño imperialista, fuese este imperialismo propuesto del modo más "desinteresado y fraternal" y en. el plano más abstracto, "espiritual" o "idealista". Franco chocará en suma, en América —ha chocado ya— con un frente enemigo que engloba la totalidad de nuestras fuerzas sociales y cuyas formas de ofensiva tienden a devenir cada vez más completas y envolventes.


César Vallejo
Nuestra España, 17 de Junio de 1937





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