Poco después nacía, entre otras emisoras, Radio España
Independiente, Estación Pirenaica, cuya dirección asumí yo con la colaboración
de un grupo de camaradas españoles. Recuerdo a Rafael Vidiella, Francisco
Antón, Irene Falcón, Antonio Pretel, Segis Álvarez, Pedro Felipe, Esperanza
González, Baudelio Sánchez, Julio Mateu, Julita Pericacho.
El trabajo no era fácil. A veces emitíamos desde
estudios instalados en sótanos, protegiéndonos de los bombardeos a que la
capital soviética era sometida. Las emisiones las escribíamos a la luz de
candiles y aún de lamparillas de aceite, ya que el fluido eléctrico se cortaba
automáticamente durante los ataques aéreos enemigos, que en aquellos días se
sucedían constantemente, la dificultad más sensible estaba en la falta de
información directa de nuestro país en el comienzo de la guerra.
Pero trabajábamos con gran ilusión y confianza en que
nuestra voz sería escuchada en nuestro país.
Más tarde, en efecto, pudimos enterarnos de que la
Pirenaica se escuchaba en España. Llegaron a nosotros periódicos manuscritos
por los guerrilleros de diversas regiones de España, en los que se reproducían
textualmente trabajos de nuestras emisiones. Se nos oía y se repartían nuestros
artículos entre camaradas y amigos.
Y estoy refiriéndome a los primeros tiempos de nuestro
trabajo. Su desarrollo y amplitud posteriores son bien conocidos. Al correr de
los años, la Pirenaica se convirtió en la mejor fuente de información
antifascista de los españoles.
A comienzos de los años cincuenta se incorporó, en
calidad de director de REÍ, al trasladarse ésta a Rumania, Ramón Mendezona, que
jugó, como es sabido, un importante papel en esta actividad informativa y
orientadora de nuestro partido.
Simultáneamente, yo di comienzo a una emisión dirigida
a los católicos, bajo el nombre de «La Virgen del Pilar», que por cierto tuvo
un gran impacto, hasta el punto de que Radio Vaticano anunció que no se hacía
responsable de dicha emisora.
La Pirenaica se muda
Día tras día, noche tras noche, llevábamos desde hacía
catorce años hablando a España a través de las ondas —entrañables ondas— de la
Pirenaica. La redacción se había enriquecido con plumas excelentes: Ramón Mendezona, José Sandoval y otros camaradas.
Con el correr de los años, se crearon nuevas
situaciones políticas —recordemos que si en 1941 nacieron decenas de emisoras
clandestinas con el fin de mantener informados a los pueblos de los países
ocupados por el fascismo, en 1955 ya sólo seguía funcionando la Pirenaica—. En
España proseguía la dictadura franquista: los demás países europeos habían sido
liberados. Convinimos con los camaradas soviéticos trasladar Radio España
Independiente a otro país socialista, concretamente a Rumania. Los soviéticos,
que nos habían ayudado tan eficazmente en este capítulo, nos prometían
continuar la ayuda y colaborar en la creación de las condiciones técnicas que
hicieran posible seguir con nuestro trabajo.
Y en enero de 1955 nos trasladamos con todo el bagaje
pirenaico a un país de población parecida en muchos aspectos a la nuestra.
Desde el primer día fuimos cordialmente acogidos por
los camaradas rumanos que, con activa solidaridad, crearon las condiciones para
nuestra labor y nuestra vida en su país.
Recuerdo las atenciones del camarada, entonces
secretario general del PCR, Gheorghi Gheorghiu Dej y de otros dirigentes
rumanos. El entusiasmo con que resolvían los problemas que surgían, que no eran
pocos. Y su amistad personal, de ellos y sus familias, hacia nosotros,
procurando que nos sintiésemos a gusto en su país.
Ramón Mendezona había asumido la dirección de Radio
España Independiente, con la aportación de nuevos colaboradores. La
profesionalidad de la nueva dirección y la relación directa que se fue
estableciendo desde España con corresponsales de la Pirenaica, se hizo notar
rápidamente. La Pirenaica se había convertido en la mejor fuente de información
de los españoles; la escuchaban en ciudades y aldeas, en hogares y en tabernas,
en las cárceles y en el monte. La escuchaban en los ministerios y en órganos de
gobierno.
El camarada Nicolae Ceaucescu, secretario general del
PCR y jefe del Estado de Rumania, al fallecer Gheorghiu Dej acometió con nuevas
energías la ayuda a REÍ, resolviendo rápidamente las cuantiosas dificultades
técnicas y de todo género que surgían para mantener una emisora clandestina de
tal calibre.
Ceaucescu se alegraba con nosotros de los éxitos de la
Pirenaica en su diaria labor, hacía verdaderamente causa común con nosotros.
Cuántas veces he manifestado en nombre de nuestro partido y de nuestro pueblo
el agradecimiento a los camaradas rumanos por tan eficaz ayuda, que hizo
posible la importantísima presencia, no sólo diaria, sino al minuto, de nuestra
orientación e información entre nuestro pueblo, hasta la legalización del
Partido Comunista de España en 1977. ¡Treinta y seis años de REÍ, entre Moscú,
Ufa y Bucarest!
Ramón Mendezona ha publicado un excelente libro, La
Pirenaica, que refleja en detalle la ingente labor de REÍ. Me pidió
que escribiera la presentación, que reproduzco aquí:
“Para informar con la verdad surgió en el éter la
Pirenaica, como la llamaba cariñosamente el pueblo. Y la verdad acompañó
inseparablemente sus emisiones, desde la primera que iniciamos un grupo de
camaradas el 22 de julio de 1941, hasta la última el 14 de julio de 1977.
REÍ era un mensaje de esperanza en los interminables y
duros años de la represión.
Era un orientador incansable que penetraba hasta los
lugares más recónditos de la patria, llamando a la unidad de todos los
españoles, por encima de sus diferencias, para conquistar la libertad.
Portavoz del Partido Comunista de España, cedió sus
antenas a todas las voces que confluían en los anhelos democráticos. La
política de reconciliación nacional que lanzamos en 1956 tuvo en REÍ un
defensor consecuente. Hoy es grato comprobar el triunfo de esa política,
presente en todos los ámbitos del acontecer nacional.
La Pirenaica era la única emisora española sin censura
de Franco, resultado del esfuerzo colectivo de millares de colaboradores, en la
más amplia red clandestina que jamás se ha conocido, y que llegó a realizar
programas, durante años, en la propia Prisión Central de Burgos.
La lucha de los pueblos por su liberación nacional y
contra el imperialismo encontró siempre la calurosa solidaridad
internacionalista de nuestra emisora. Y así saludamos sucesivamente la victoria
de la Unión Soviética y de la coalición antihitleriana, la revolución china, la
lucha del pueblo coreano, la epopeya vietnamita, la revolución cubana, la
revolución portuguesa, la liberación de Angola, Mozambique, Guinea-Bissau,
etcétera.
En esa marcha no faltaron dolorosos episodios como el
golpe pinochetista en Chile o la dictadura militar uruguaya, desangrando
pueblos hermanos. Y en la denuncia de la represión pusimos nuestros acentos más
vehementes.
Volviendo al libro, tiene un valor testimonial. En él
están reflejados tal como vivimos, momentos importantes de la política del
Partido Comunista de España, y aparecen algunos de los hombres que con su
esfuerzo ayudaron a abrir el proceso democrático que hoy atravesamos.
Radio España Independiente, dirigida durante largos
años por Ramón Mendezona, cumplida su misión, ha enmudecido. Pero nuestro
pueblo cada vez hace oír más su voz.
Dolores Ibárruri
Memorias de Pasionaria 1939 - 1977
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