Lo Último

2745. Elegía a la tierra y a los muertos de Gandesa





Triste flor de diciembre
en el viento enraizada,
nutrida por la sangre de tantos muertos que en esta tierra crecieron
en hierbas de carrascal;
que en la casa paterna
y en las mismas lluvias del invierno
fueron huéspedes alegres;
aires grises, menudas flores del campo que,
como el aroma del tiempo,
perdieron las agrestes alegrías de la primavera.
Tristes alegrías que graciosamente fueron otorgadas algún día.

Miserable y seca tierra. Avaramente intentas
sobrevivir al polvo
de estos torrentes desolados
y a la infinita, melancolía del campesino que labra
bajo el grito del buitre.
Dura tierra que amó
en su agonía,
dura agonía mía
detenida en el pecho.

No, no hay simiente que pueda fertilizar la roca.
Nutrida por la sangre de estos muertos que florecieron
en ásperos tomillos,
no te acompaña ya sino el silencio,
la abandonada espera,
la inmensidad augusta y muda del firmamento.



Juan Perucho
Antología PoéticaEdiciones Polígrafa, 1970








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