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2774. Carta de Ramona Romero, esposa del deportado coruñés Francisco Pena




Francisco Pena Romero sobrevivió al infierno de Mauthausen y Gusen durante cinco largos años. Había nacido el 6 de enero de 1909 en Cabo da Cruz, Boiro, (A Coruña), y tras el golpe de estado franquista, intentó huir, fue detenido y se vio obligado a alistarse en las tropas golpistas y desertó de las mismas para combatir junto al ejército republicano. Tuvo que separarse de su mujer Ramona y su pequeño hijo Francisco, con los que se reuniría en Francia trece años más tarde.  

Transcribimos la carta que su esposa Ramona remitió en 1956 a la Oficina Francesa para la Protección de Refugiados y Apátridas (OFPRA), en la que solicita el estatus de refugiada y relata la represión a la que estuvo sometida ella y toda su familia por parte de las autoridades franquistas.

Agradecemos a sus nietas Silvia y Cristina que hayan querido compartir este valioso testimonio de puño y letra de una mujer valiente.


París, 29 de enero de 1956

(...)

Mi marido; Francisco Pena Romero, se alistó en el ejército republicano desde el comienzo de la guerra civil. El 2 de febrero de 1939 se refugiaba en Francia, campo de Barcares (Pirineos Orientales) y después se incorporo a la 33 Compañía de Trabajadores Extranjeros.

El 22 de junio de 1940 fue detenido en Saint-Die por los alemanes e internado en un Stalag de Estrasburgo, de donde fue deportado a Mauthausen hasta la liberación.

Mi marido es titular de la carta de deportado político nº II-0II-65-48 establecida por el Ministerio de Antiguos Combatientes.

Al finalizar la guerra, mi marido, cuya salud estaba muy comprometida, fue hospitalizado en un centro de deportados en donde estuvo desde 1945 hasta 1946.

Yo hubiera deseado, por lo que a mí respecta, reunirme con él en Francia tan pronto eso hubiera sido posible; pero mi marido se encontró, en los primeros años después de la liberación, con problemas materiales difíciles de resolver, tal como el alojamiento y la busca de trabajo susceptible de hacernos subsistir.

Por fin pude obtener el 2 de Octubre de 1949, de las autoridades españolas, la autorización de poder ir a Francia después de ocho meses de diligencias e intervenciones múltiples.

Debo precisar que toda nuestra familia es tradicionalmente republicana.

Después de la marcha de mi marido en 1936, vivimos un verdadero calvario. La guardia civil franquista me afectó personalmente a hacer trabajos de carretera por cuenta de Falange. Estos trabajos de fuerza tuve que efectuarlos en Boiro (Coruña) sin ninguna remuneración.

Mi hermano, de 15 años de edad, fue detenido. Mis padres maltratados.

Mi hijo fue aterrorizado por un jefe falangista, amenazándole de muerte, reprochándole las actividades de su padre.

Una casa que teníamos en construcción fue destruida y nos prohibieron reconstruirla, robándonos los materiales de construcción.

En los años que siguieron, además de las vejaciones constantes y las multas que tuve que pagar, fui obligada a confeccionar pantalones y camisas por cuenta de los falangistas, algunas veces toda la noche.

En fin, estaba sujeta a la vigilancia permanente de la policía y recibía sus visitas a cualquier hora del día y de la noche.

Este es el tributo que he tenido que pagar por nuestras convicciones y por nuestra oposición al régimen después de la marcha de mi marido.

Si no hubiera tenido a mi cargo a mi padre y a mi madre, ambos de 70 años de edad, y a mi hermano, entonces de 15 años de edad, hubiera intentado reunirme con mi marido al final de la guerra civil. Pero no podía abandonarles en ese momento.

Desde que mi marido pudo encontrar trabajo y restablecerse hice cuanto estaba en mis manos para expatriarme.

Espero que a la luz de estas informaciones, le será posible atribuirme la calidad de refugiado, ya que le fue concedida a mi marido.

Queda de V. su más sincera segura servidora.


Ramona Romero de Pena









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