Pelayo José López Pérez |
Pelayo José López Pérez, nació en Candas el 19 de mayo de 1925. Salió de Asturias a los doce años con sus hermanas mayores en septiembre de 1937 poco antes de que Asturias cayera en manos de las tropas franquistas. Su padre se quedó y fue represaliado y fusilado.
Mientras sus hermanos combatían en el Frente del Ebro, él permaneció acogido en una masía. A finales de enero de 1939 pasó a pié la frontera con Francia por Le Perthus. Junto a sus hermanas fue acogido por una familia francesa en St. Flour. Sus hermanos quedaron confinados en Argelès y Saint Cyprien.
En mayo de 1939 la familia consiguió reunirse y viajó en el Sinaia, integrando la primera expedición de refugiados españoles republicanos que partió del puerto de Sete el 25 de mayo y llegó a Veracruz el 13 de junio de 1939.
Trabajó duro, se casó y tuvo tres hijos. Con mucho esfuerzo levantó una pequeña industria de calzado para mujeres y tres zapaterías.
Vivió en Mexico hasta 2016 que retorno a España. A sus 94 años recién cumplidos reside en Gijón con su hijo Daniel, el autor del poema que transcribimos a continuación.
A mi padre, 70 años después
Atrás habían quedado
los recuerdos intensos y agolpados
de tres años
convulsos;
la infancia fracturada por la Guerra;
el dolor silencioso de la orfandad
apenas confesada.
Aún estaban en tu memoria el éxodo,
la huida de Asturias
enfrentando borrasca,
el refugio de los bosques idílicos
de
Cataluña, antes de la caída,
el paso por los Pirineos helados
con miles de exiliados
en su huida hacia Francia,
tus hermanos varados en la arena
entre
alambres de púas,
en los
campos de concentración,
de Argeles y Saint
Ciprien,
el respiro solidario de Saint Flour,
el
vapor Sinaia en el puerto de Sete,
el paso por Gibraltar
diciendo adiós a España,
Madeira, el Atlántico inmenso,
la recepción de los trabajadores
en el puerto de San Juan .
La travesía había sido larga,
cargada de añoranzas y sueños de futuro,
arrastrando el bagaje de la digna derrota.
Era un viaje a lo ignoto que
por fin terminaba.
Apenas lograba entreverse,
como
un fantasma amigo con los brazos
abiertos ,
como una encarnación de la esperanza,
la
cima misteriosa del Pico de Orizaba.
Aún no se podía vislumbrar la nueva orilla,
una cálida brisa te iba cobijando
con aromas insólitos de un trópico sensual.
los mismos que hoy percibes al volver a
Veracruz
setenta años después de tu llegada..
Es como un deja vu agolpado de imágenes,
como si estuvieses en
el muelle T
viendo las pancartas de obreros y campesinos,
escuchando las bandas
de música
y los
discursos de bienvenida
de
los comités de recepción.
Es como si descendieras otra vez
por la escalinata del barco
y volvieses a tener
la sensación de alumbramiento,
como si inhalaras una y otra vez
el
aire de libertad que dabas por perdido,
como si corriera nuevamente por tus venas
la
savia mágica,
la energía que te hizo resurgir de las
cenizas
al arribar a tierra mexicana
el trece de junio del treinta y nueve
que
hoy
a tus ochenta y cuatro años
rememoras.
Ginebra,
13 de junio de 2009
Un gran gusto y honor haber podido compartir momentos sin igual en México con Don José y Doña Judith. Los llevamos siempre en el corazón a usted y a su querida esposa.
ResponderEliminarExtrañamos aquellas pláticas con ustedes debajo de los árboles del club asturiano. Un abrazo grande. Beatriz y Manuel