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2861. Reparto





La  España  de  las  harcas  no  tuvo  nunca  poetas.  De  Franco  han  sido  y  siguen  siendo  los arzobispos,  pero  no  los  poetas.  En  este  reparto  injusto,  desigual  y  forzoso,  del  lado  de  las  harcas cayeron  los  arzobispos  y  del  lado  del  éxodo,  los  poetas.  Lo  cual  no  es  poca  cosa.  La  vida  de  los pueblos, aún en los menesteres más humildes, funciona porque hay unos hombres allá en la Colina, que observan los signos estelares, sostienen el fuego prometeico y cantan unas canciones que hacen crecer las espigas.

Sin el hombre de la Colina, no se puede organizar una patria. Porque este hombre es tan necesario como el hombre del Capitolio y no vale menos que el hombre de la Bolsa. Sin  esta  vieja  casta prometeica que arrastra una larga cauda herética y sagrada y lleva sobre la frente una cresta luminosa y maldita, no podrá existir ningún pueblo.

Sin el poeta no podrá existir España. Que lo oigan las harcas victoriosas, que lo oiga Franco:

Tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?


León Felipe
Español del éxodo y del llanto. Doctrina, Elegías y Canciones
Libro I. Doctrina de un poeta español en 1939









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