La España de
las harcas no
tuvo nunca poetas.
De Franco han
sido y siguen
siendo los arzobispos,
pero no los
poetas. En este
reparto injusto, desigual
y forzoso, del lado de
las harcas cayeron los
arzobispos y del
lado del éxodo,
los poetas. Lo
cual no es
poca cosa. La vida
de los pueblos, aún en los
menesteres más humildes, funciona porque hay unos hombres allá en la Colina, que
observan los signos estelares, sostienen el fuego prometeico y cantan unas
canciones que hacen crecer las espigas.
Sin el hombre de la Colina, no se puede organizar una
patria. Porque este hombre es tan necesario como el hombre del Capitolio y no vale menos que el hombre de la Bolsa. Sin esta
vieja casta prometeica que arrastra una larga cauda herética y
sagrada y lleva sobre la frente una cresta luminosa y maldita, no podrá existir ningún pueblo.
Sin el poeta no podrá existir España. Que lo oigan las
harcas victoriosas, que lo oiga Franco:
Tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?
León Felipe
Español del éxodo y del llanto. Doctrina, Elegías y Canciones
Libro I. Doctrina de un poeta español en 1939
Libro I. Doctrina de un poeta español en 1939
Muy, muy bueno.
ResponderEliminarImpresionante. Salud. Un abrazo y gracias.
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