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2966. El Rosal de Andalucía: el rosal de Seisdedos

Casa de Seisdedos (Fotografía Sánchez del Pando, 1933)


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Ya he comentado algunas veces la anécdota representativa del espíritu de Andalucía, victoria blanca sobre negruras de rencores. Es la anécdota del rosal de Seisdedos. Y, fue, el principio de la vida de este símbolo, en Casas Viejas, cuando el asesinato que recordaba aquellas razzias de las cuales hubimos de ser objeto, desarrolladas por las tropas cristianas contra nosotros, cuando nos llamaban moriscos. Ya sé que después ha habido unos cuantos Casas Viejas en Asturias. Veis, pues, cómo no podréis poner ahora intención política en mis palabras. Y fue allí, en Benalup, cuando yo tenía desgarrada la sensibilidad, por todos los dolores y encendida el alma por todas las indignaciones que laceraban y conmovían al genio andaluz, otra vez humillado, ensangrentado e intentando asesinar en los hermanos caudos de mi pueblo jornalero; cuando uno de los condenados a la matanza, a quien el milagro salvó, mi amigo, el jornalero Barberá, tuvo un gesto de elegancia suprema, viniendo a arrancar y a depositar en mis manos, el consuelo de un rosal, cubierto de barro sangriento, plantado en el arriate, junto al quicio de la casa de Seisdedos, ennegrecida por las llamas. Aquel rosal, sobre cuyo tallo habíanse derrumbado los cuerpos de nuestros hermanos, fusilados en la corraleta que se abría delante de la pobre choza; era el único ser vivo, ya muriente, que los vandálicos matadores, dejaron en aquel lugar. Yo, traje el rosal, y lo plante en mi huerto. Y, contaron, de él, los escritores, que cuando arraigara y llegara a florecer las rosas de su cosecha, serían rojas como la sangre que hubo de regarle a borbotones, manando de las fuentes abiertas por las balas en los cuerpos caídos durante la matanza. Y, hasta alguno de esos escritores hubo de nombrarle el Rosal de Andalucia, quien por el color grana de sus flores habría de servir para que hablase al Mundo, pidiendo por siempre venganza, al espíritu de Seisdedos.

Pues bien: llegó la primavera; floreció el Rosal de Andalucía: Deliciosas mosquetas blancas de aroma penetrante, aparecieron salpicando el verdor de las hojas y de las ramas, completando los colores suaves de nuestra bandera andaluza. Una eclosión de paz será la Primavera de nuestro triunfo, la energía de nuestra Esperanza. Habló Seisdedos: el "felah mengu"; hablaron sus compañeros los despreciables flamencos asesinados; los jornaleros andaluces atormentados en vida y matados como alimañas, tal como sus padres moriscos. Y, su palabra perfumada de blancas mosquetas, ungiendo y curando resquemores de venganza, viene diciéndome, desde entonces, lo mismo desde el rosal arraigado en el huerto, que desde el búcaro puesto sobre la mesa de un Estudio; este Verbo Soberano de la Andalucía libre, Madre siempre fecunda de las culturas que encarnaron su Estilo en creaciones de humanidad intensa: Es Selam: Es Selam. La Paz: La palabra más divina entre los hombres. La palabra de venganza de Seisdedos, articulada con pétalos blancos sobre verdor de un Rosal, en el verbo fragante de una mosqueta...

Así se vengan los jornaleros andaluces; los conductores verdaderos de Al-Andalus, escarnecido por su historia heterodoxa. Con fin y como método: La Paz. Triunfará. Con este fín y este método habrá de triunfar sobre todos los pueblos, Andalucía. El Profeta de nuestra última Era de libertad, nombraba al Paraíso Dar es-selam, Casa de la Paz. Ese es el Paraíso al cual aspiran hasta después de muertos, los jornaleros que antes de ser esclavos, fueron los hombres luminosos de Al-Andalus.


Blas Infante
Cartas andalucistas, 1935









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