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3133. Consuelo Rodríguez y Carmen Giménez. Dos mujeres del pueblo al servicio del pueblo

Consuelo Rodríguez y Carmen Giménez (Fotografía: Roca/Mundo Gráfico)


Desde el primer momento de la sublevación militar que ya agoniza por el esfuerzo heroico del pueblo en armas, las mujeres proletarias han estado en la primera linea de combate. Algún día surgirá de las mismas entrañas del pueblo el poeta anónimo que cante, con aire ingenuo de romance popular, la gesta maravillosa que están escribiendo estos días las mujeres proletarias. 

Ni una sola mujer del pueblo, identificadas con el proletariado español, ha dejado de aportar su esfuerzo abnegado a la causa de las libertades, enroladas como enfermeras en los hospitales de sangre del frente y de la retaguardia, cuidando de los niños cuyos padres luchan o murieron frente al enemigo, o empuñando un fusil con un heroísmo y una serenidad que escalofrían. Sería interminable una relación de hechos gloriosos en los que han tomado parte las mujeres. Cada hora, cada minuto, es un punto de partida seguro para el gesto heroico.

He aquí dos casos ejemplares: Consuelo Rodríguez y Carmen Giménez, dos valientes milicianas  comunistas, agregadas al batallón Acero, pertenecientes al Partido Comunista, Radio Sur.

—Son —nos ha dicho un destacado camarada de aquel Radio— dos heroicas milicianas que han sabido cambiar, cuando el clarín guerrero levantó al pueblo en armas, el alegre bullicio de las callejuelas de los barrios bajos por el tronar de los cañones entre los riscos del Guadarrama; dos milicianas que, con ternuras de madres, recogen a los heridos bajo el fuego del cañón y les prodigan sus consuelos.

Ni Consuelo Rodríguez ni Carmen Giménez quieren hablar de su actuación en las líneas de combate. Para ellas el gesto heroico, la actitud serena y valiente no tiene importancia, porque no es otra cosa que el cumplimiento de un deber inexcusable en momentos de peligro para la República. Pero sus compañeros, los que junto a ellas han bebido a sorbos apresurados el picante licor del peligro, hablan de ellas con una profunda admiración justiciera. 

—Ambas son —nos han dicho— un hermoso ejemplo de la mujer española, de la mujer valiente, que al igual que sus antepasados del Dos de Mayo han sabido coger las armas para libertar a la Patria del yugo de la tiranía. De la mujer madrileña, que lo mismo escucha madrigales entre gorjeos de pájaros en la Bombilla que maneja un fusil en defensa del pan y de la libertad.

Una anécdota que demuestra la justicia de estas palabras; En uno de los combates más encarnizados de la Sierra, cuando las tropas leales llevaban varias horas luchando con el enemigo bajo un sol abrasador, Consuelo Rodríguez y Carmen Giménez, con riesgo evidente de su vida, y para que los heroicos milicianos de las avanzadillas pudieran refrescar, se ofrecieron voluntarias para llevarles hasta la línea de fuego bocadillos y bebidas frías. Durante muchas horas las dos heroicas mujeres cumplieron su abnegada misión bajo una verdadera lluvia de balas, pespunteadas sus siluetas por las ametralladoras, sin que un solo momento sintieran la más pequeña vacilación. 

Es lástima que esa inapetencia de publicidad, ese afán característico de humildad, de pasar inadvertido que caracteriza a los heroicos luchadores populares, tenga tan hondo arraigo en el ánimo de estas dos heroicas milicianas. Es lástima, porque Consuelo Rodríguez y Carmen Giménez son dos admirables ejemplos del heroísmo de las mujeres madrileñas. Pero aquí quedan sus nombres como dos claros ejemplos, como dos pilares magníficos de esta gesta maravillosa que está escribiendo el pueblo, frente a la facciosa y cruel violencia de los milita res sublevados.


O.S. 
Mundo Gráfico, 26 de agosto de 1936







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