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3325. Historias de milicianas. Consuelo Martín

Consuelo Martín - Foto: Yusti


Entre las Milicias que van y vienen a vueltas con su instrucción, y los que se ejercitan en el manejo de la ametralladora, y los que se dedican a las banderas de señales, en medio del patio del cuartel, puesto en movimiento, cruza esta muchachilla risueña, una chiquilla casi, con su gorro miliciano, su "mono" azul y su alpargata ancha, hecha para pie más duro. 

Y no es sólo que pase. Otras muchachas, más risueñas o más serias, cruzan también entre los grupos de hombres en instrucción y llevan lo mismo su gorro, su "mono" y hasta su fusil. No es sólo eso. Es que esta chiquilla pasa cojeando, apoyada en un bastón, y alegre, con su carilla infantil. 

—Pero ¿qué es eso? ¿Quién eres tú? ¿Dónde te han herido? 

—Pues yo soy Consuelo Martín, del Partido Comunista, y me han herido en Somosierra, de un balazo en esta pierna. ¡Pero no es nada; ya se está pasando! Todo ello, dicho con un aire y una gracia como si fuese el mayor galardón que pudiera esperar. 

—Vamos a ver: ¿y desde cuándo estabas allí? 

—¡Desde el primer día! Yo salí con el primer batallón que fué para Somosierra, el de Galán, y he estado unos veinte días, hasta que me hicieron venir por la herida, que ya se va curando... ¡El miércoles quiero salir con la columna de Intendencia! 

Como se ve, su preocupación es volver al frente, y por eso advierte tanto que la herida no es nada. 

—Bueno, ¿y cómo te hirieron? 

—Pues resulta que íbamos de descubierta. Otra compañera venía a mi lado, y en esto empezaron a tirotearnos. Un camarada que estaba cerca se puso a decir que nos quitáramos los "monos" la compañera y yo, porque eran azules y por ellos nos habían descubierto. "Pero, chico; cómo nos los vamos a quitar si estamos en combinación", le dije yo. Y en esto sentí el balazo... ¡Si ya te digo que no fué nada! 

Y vuelve con su deseo. 

—¡Pero el miércoles ya estoy allí! ¡Y aunque no fué nada, haré que me las paguen! Asombra su alegre decisión de chiquilla entusiasta, de joven heroína, seguramente la más joven de todas las milicianas. 

—¿Hace mucho que perteneces al Partido? 

—¡Huy! ¡Mucho tiempo! ¡Más de un año! Yo iba mucho por allí con los compañeros en cuanto salía del trabajo. Pero en cuanto empezó la lucha lo dejé todo y me alisté de las primeras. ¡Ahora hay que dejarlo todo por pelear! 


Claudio Laín
Estampa, 29 de agosto de 1936








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