Maruca Allones es la primera
arbitro oficial de hockey en España. El codiciado título es una ejecutoria más
en la brillantísima hoja deportiva de la gran jugadora gallega.
En el campo que el Artabro H.C. tiene en la playa maravillosa de
Riazor, hemos sorprendido a la aristocrática jugadora "martirizando"
sin piedad a un grupo de encantadoras afiliadas al magnífico equipo de La
Coruña.
La figura ágil y diminuta de Maruca Allones es, entre sus
discípulas, como un pequeño dictador que se impone en todo y por todo. Sin
piedad, sin darles un minuto de sosiego, luchando tenazmente para ponerlas en
forma, Maruca hace saltar a la comba, correr, ejercitar los músculos y marcar
jugadas peligrosas y decisivas para un partido. Y así durante dos horas;
solamente cuando las ve fatigadas por tan duro entrenamiento, la capitana del
Artabro toca alto y el grupo de bellezas deportivas busca unos minutos de
sosiego derrumbándose sobre el graderío del campo. Maruca Allones es un grano
de pimienta encerrado en este uniforme de paño marrón con vivos rojos y azules
que son los colores del Artabro Hockey Club. Es morena, gentilísima y habla con
la dulzura innata en estas tierras de Galicia.
—Crea usted —nos dice la gentil capitana, que hoy precisamente
cumple veinticuatro años— que todas las mujeres debían de comprender que el
deporte es imprescindible para nuestro sexo. El es la eliminación de muchas
cosas perjudiciales para nuestra naturaleza, especialmente en la pubertad. Y no
solamente las muchachas solteras: habían de hacerlo también las madres, que con
el deporte se encontrarían mucho mejor y sería un sano estimulante para sus
funciones augustas. Patrióticamente hay que desear que las mujeres practiquen
el deporte sin excepciones; eso nos tendría fuertes de cuerpo y rebosantes
de optimismo. Y si no, vea usted el aspecto de ese plantel de muchachas,
orgullo del Artabro H.C. que son por su figura arrogante y su espléndida
belleza ahita de salud la admiración de Galicia entera. No piensan más que en
el deporte, sienten la feminidad como la más delicada y sutil de las mujeres,
conocen con rara perfección las obligaciones de una mujer de su casa, no les
extraña ninguna labor delicada del hogar. Estudian y perfeccionan con todo
cuidado su parte intelectual, pero después huyen del local cerrado y como una
bandada de gorriones vienen aquí a cultivar el deporte, que es, en fin de
cuentas, la salud, el optimismo y la naturaleza joven en toda su
esplendidez.
Maruca Allones, además de una gran deportista y maravillosa mujer
de hogar, es una gran irónica. Cometemos la inocente torpeza de intentar
descubrir el rincón de sus esperanzas sentimentales. La capitana del Artabro
abre a la burla exquisita su risa brillante y toca el silbato, que pone en pie,
como movidas por una descarga eléctrica, a todas las jugadores del famoso club
gallego de hockey.
Mientras sigue el "cruel" entrenamiento de sus
discípulas, esta flor del señorío coruñés nos mira da arriba abajo, ríe sin
cesar y exclama, plena de sinceridad:
—Ni hay rondador ni tengo tiempo para noviazgos. ¿Quién piensa en
casarse? No llegó mi ocasión, la sincera ocasión que todas las mujeres
esperamos, que ley natural de la vida es formar un hogar... Pero mientras llega
el galán soñado, aquí estoy entregada por completo al deporte.
José Quilez Vicente
Estampa, 25 de julio de 1936
No hay comentarios:
Publicar un comentario