VI
Hoy que llevo mis campos en mis ojos
y me basta mirar para verlos crecer,
siento vuestra llamada, prados de verde edad,
oigo vuestra palabra, árboles de cien años,
y os busco inútilmente a través de la tarde.
Ni el vuelo de los trinos ni el canto de las ramas
han de romper el duro silencio de mi boca.
Si me quedase inmóvil, como esta buena encina,
vendrían vuestros pájaros a anidar en mi frente,
vendrían vuestras aguas a morder mis raíces
y aún seguiría viendo con su blancura intacta
quién sabe si dormida, la España que he perdido.
Pedro Garfías
Primavera en Eaton
Hastings, 1941
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