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3448. Encarnación Jiménez, lavandera de Guadalmedina, ha sido fusilada por las hordas de Queipo




Su delito consistía en haber lavado la ropa de los milicianos heridos

El hecho ha sido relatado por un corresponsal. Se trata de un caso revelador y sintomático. El de Encarnación Jiménez. He aquí algunos detalles: 

Encarnación Jiménez era una pobre mujer, ya de edad, que ganaba su triste vida trabajando como lavandera en el Guadalmedina. Y durante los meses últimos se había proporcionado unos jornales lavando ropas de heridos milicianos de los que llevaban para su curación a un hospital. 

La detuvieron unos falangistas. Y la llevaron nada menos que ante un Consejo de guerra. Era después de los primeros días de la ocupación. Se esperaban en el puerto navios de guerra ingleses y Queipo había ordenado que se procediera con prudencia. Ya no se mataba tanto ni con tanta desfachatez escandalosa, si bien se continuaba encarcelando sin tregua. Encarnación Jiménez vióse delante de unos jefes y oficiales que la contemplaron con ojos cansados y soñolientos. (Los matarifes, luego de una larga jornada, deben, de tener la mirada como ellos la tenían.) Y les preguntó qué crimen había cometido para que le llevaran de aquel modo a un Tribunal. 

—Se le acusa —dijo el presidente—de haber ayudado a los "rojos". 

—Yo no me he metido nunca en política. 

—Sí. Pero ha lavado usted la ropa de los milicianos heridos. 

—¿Y eso es un delito? —exclamó, asombrada, Encarnación Jiménez. 

Sí lo era. Y tan grave, tan imperdonable que la condenaron a muerte y la fusilaron aquella misma noche.

Enсaгnación Jiménez, lavandera de Guadalmedina, malagueña, proletaria humilde, no entendía de política. Para ella un herido era un hombre. Y su ropa debe ser lavada.  

Se engañaba. Y el engaño le costó la vida. Un Consejo de guerra de coroneles, comandantes y capitanes del antiguo Ejército español, reunido solemnemente, falló que un herido no es un hombre y que sus ropas no deben ser lavadas cuando ese herido lo fué peleando por el régimen legítimo de España y cuando sus ropas se mancharon con la sangre que hicieron verter las balas facciosas. Y falló además que la culpable del lavado debía ser fusilada sobre la marcha. 

lEncarnaclón Jiménez!... ¡Tú tendrás un monumento a orillas del Guadalmedina! 


Ahora, 7 de marzo de 1937 









1 comentario:

  1. Éste hecho como tantos otros no se pueden olvidar nunca.
    Totalmente de acuerdo de una Estatua para recordar a esta Inocente Mujer.

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