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3461. Al crucero «Libertad». Compañerismo

Han pasado sobre el puerto los pájaros negros... en su externa expresión de odio a nuestra lealtad, han arrojado una vez más sobre esta invicta ciudad su carga mortífera. 

Más sangre proletaria e inocente empapa el suelo patrio, este suelo que tanto anhelan los mercenarios alemanes e italianos, este suelo que tan canallamente sometieron a una invasión extranjera, esos monstruos de la traición, que debieron todo, su vida y hacienda, a esta España noble que solo aspiraba la paz del mundo, la tranquilidad de los espíritus, el respecto al trabajo y convivencia de todos sus hijos. 

Destrucción. —Este es su lema— Qué importa a esos seres extraños que España se derrumbe a su paso, que España se destroce. Mejor para ellos, solo en su egoísmo piensan que con su terror someterán a este histórico pueblo a su voluntad.

¡Qué engañados están! ¡Qué poco conocen al pueblo español!

Y ahora. malditos mil veces, traidores, habéis consentido que manos extrañas hieran a lo más preciado de nuestro pueblo. Sois impotentes ante la razón de vuestros hermanos, ante la combatividad de los miles de hijos del pueblo, y por eso, suplicáis auxilio constante a esos mercenarios egoístas, que os desprecian en el fondo, para atacar a lo que en vuestros locos sueños dictatoriales, creéis enemigos, sin daros cuenta, pobres diablos, que solo estos enemigos peligrosos, estos «rojos», defienden la integridad del territorio español para todos sus hijos, de distintas tendencias y religiones que tienen la voluntad firme de vencer para librar a su Patria del yugo extranjero.

Recordad siquiera, con qué júbilo, años atrás, presenciábamos la botadura de este Crucero, primer jalón de nuestra moderna Flota; con qué orgullo os pasabais arrogantes en él por lejanas tierras, y estos recuerdos tan halagadores, que no podéis olvidar jamás, que os sirve de vergüenza hoy por la alta traición que cometisteis a vuestro pueblo, a vuestro Gobierno, a nuestra palabra de honor, tan preciada por los militares y tan envilecida por vuestras conductas, os harán pensar cuan distinta es nuestra actitud. Mientras vosotros que debisteis ser los primeros en defender a nuestros barcos, a nuestros compañeros de toda la vida, suplicáis que la aviación facciosa intente destruirlos para seguir vosotros, cobardemente, sin temor a la combatividad nuestra, pirateando y luciendo una bandera deshonrada por generaciones y generaciones de cobardes, inhumanos y egoístas; nosotros, los incultos, los despreciados, los horados mil veces por ser verdaderos hijos del pueblo, sabemos defender y mimar estos barcos para imponer al Mundo entero nuestra justicia, nuestra razón y nuestro respeto. 

Anímate, crucero valeroso, tenemos que seguir haciendo honor a la palabra que invoca tu nombre, a la esperanza de la Humanidad. Tenemos que librar del yugo fascista a todos nuestros hermanos. Tenemos que seguir luciendo nuestra honrosa Bandera de Combate, honrada y glorificada ya con éxitos rotundos ante enemigos de mayor potencia. Lo mismo que en aquellos célebres combates, que supisteis hacer huir a gigantes cargados de técnicos traidores y extranjeros, que supisteis limpiar de piratas el Mare Nostrum, sabrás ahora pasear gallardamente nuestra Bandera para seguir imponiendo en el Mundo la verdad de la voluntad de un pueblo que sabe imponer su voluntad ante potencias de primer orden que quieren avasallarle.

Marinos del «LIBERTAD»: Estad orgullosos del puesto moral que ha sabido conseguirse en la Flota, nuestro buque, y como hasta hoy, sigamos capacitándonos prácticamente para conseguir el triunfo final, mantengamos con nuestro esfuerzo el galardón conseguido en duras y así sabremos demostrar a «nuestro compañero», a nuestro «LIBERTAD, y al pueblo entero, que sabremos triunfar y corresponder al cariño que éste siente por nosotros. 

¡Avante, compañeros del «LIBERTAD»!

¡Avante, marinos de la Flota! ¡Viva nuestra decisión firme de vencer!


Nicomedes Gómez
Del «Libertad»

La Armada, órgano oficial de los marinos de la República
Cartagena, 9 de julio de 1938







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