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3472. Héroes del Tercer Reich

La Legión Cóndor en el Puerto de Vigo


Más de una vez los diplomáticos alemanes han asegurado: "En España no hay soldados nuestros; sólo algún que otro voluntario..." 

A mi lado está un fuerte muchacho. Frente estrecha, ojos de poca expresión, buena musculatura. Es Gunther Loning, sargento del Ejército alemán. El no es entusiasta ni fanático. El es un simple sargento. En los cuarteles de Gripwald mandaba: "Firmes". Bebía cerveza y gritaba "Heil Hitler". Luego vino la orden. A Gunther Loning, y con él a otros sargentos, tenientes y cabos los llevaron a Hamburgo. Los embarcaron en el "Niguea". El capitán ordenó rumbo al Sur: a la primera colonia del tercer Reich, a los puertos ocupados por Franco. 

El 27 de enero, "el Ejército nacional" del general Franco se completó con otro patriota español más: el sargento Gunther Loning empezó a defender las santas tradiciones del Cid y de Cervantes. Para esto le metieron en un "Junkers". Era ametrallador, y cuando tenía ocasión tiraba sobre las mujeres y niños españoles. El tenía ganas de encontrar a su madre.. ¡Qué magníficas palmeras crecen en las colonias alemanas! Pero el capitán Kauffmann dijo: "Se prohibe escribir a la familia; que os encontréis en España". 

Yo pregunto al sargento: "¿Su madre entonces no sabe dónde está usted?" 

Gunther Loning sonríe: "Lo presume". 

El sargento alemán no es tan tonto. ¿Dónde va a estar ahora sino en España "

El 23 de febrero el capitán Kauffmann ordenó bombardear a Puertollano. Cerca de Andújar el "Junkers" tuvo una avería. Perecieron tres alemanes. Gunther Loning se salvó con un sólo chichón en la frente. ¿Por qué ha bombardeado usted Puertollano? Contesta indiferente: "Hemos probado el efecto de las bombas tirándolas de distintas alturas. 

—¿Por qué ha venido usted aquí? 

—Yo soy soldado y obedezco al mando. 

—¿Es posible que no se haya preocupado usted para qué le han traído a España? 

Guniher Loning me mira extrañado: 

—Un soldado alemán nunca debe pensar. 

Tiene veintidós años. Le han enseñado a tirar. Pero a pensar no le han enseñado. En su libreta de notas tiene apuntados con letra gótica los nombres de los tenientes y sargentos. Después siguen las señas de un degenerado burdel de Sevilla. Gunther Loning recuerda con melancolía: "En Sevilla hay un establecimiento con clientela alemana y cocina alemana..." Resulta que los tenientes y sargentos comen, entre las palmeras, salchichas de Francfort. 

¿De qué hablan? ¿De la guerra, del pueblo español, de los ojos rabiosos de la ciudad, donde los fascistas han fusilado la mitad de la población? Gunther contesta ruborizado: "Hemos hablado de las muchachas". 

Se acerca un español. Pregunta al sargento: "¿Por qué hace usted la guerra contra nosotros?" Gunther Loning le miгa por debajo de las cejas. 

Es difícil creer que es un hombre vivo el hijo de un sastre de Hannover, que ha estudiado en un colegio, que tiene el pelo rizado. Todos estos datos son casuales y no tienen importancia alguna. El no es más que un sargento, y la ametralladora que él servía es mucho más viva, tiene más personalidad y es incluso más humana. Gunther es el representante ideal de esta nueva raza fascista que se fabrica ahora en el Tercer Reich. Es terrible y lastimoso al mismo tiempo. Francamente, asesinaba a los españoles sin molestarse en pensar qué daño había hecho esta gente a su infalible "führer". 

¿Qué le importa la vida ajena? En cambio, tiene un interés enorme por la suya propia. Continuamente pregunta: "¿Qué van a hacer de mí?" Y murmura: "Me tratan bien..." 

Llama el teléfono. Los bombardeos alemanes acaban de realizar un vuelo sobre Gandía. Hay nueve muertos, entre ellos dos niños. Gunther Loning mira indiferente a un lado...

Otto Winterer era soldado de Caballería. Es capitán del Ejército alemán. No es un novato. En España se encuentra desde noviembre. En noviembre los alemanes eran mucho más tímidos; a Otto Winterer le ofrecieron, antes de venir, firmar la petición de retiro. Gunther Lonning, que se marchaba en enero, ya no tuvo que firmar nada, ¿para qué estropear el papel en vano? 

Otto Winterer es más blanco y más inquieto que Gunther Lonning. Lleva una raya perfecta. Ha sido piloto en un Heinkel. El 24 de febrero tuvo que hacer un aterrizaje forzoso cerca de Navalmoral. Otto Winterer sonríe a todos: al guardia, a un marroquí preso, al retrato de Largo Caballero. El tiene cinco años más que Gunther. También repite eso de que el soldado alemán no piensa.

Pero tenía un pequeño pensamiento. Por ejemplo, quería ascender al grado inmediatamente superior. Tres abuelas del capitán le eran totalmente arias, pero la cuarta le fastidió. Al capitán no le ascendían; el 25 por 100 de la sangre impura resultaba ser una barricada infranqueable. El capitán calculó —con la sangre de las mujeres españoles podía arreglar su sangre—. Murmura sonriendo: "He calculado mal". Tenía haber pedido el retiro total. Le habían dicho que el vencer a los españoles era un juego, y resultó ser una guerra de verdad. 

Con un desprecio profundo habla del capitán, del general Franco y de los oficiales españoles. "Esto no es el Ejército alemán. No valen nada". 

Sí, no había contado con algunas cosas. No presumía que iba a caer en manos de los republicanos. "Realmente me he equivocado...". No le queda más remedio que regalar sonrisas amables. 

Esto son los héroes del Tercer Reich: el capitán con la raya perfecta, que soñaba con el ascenso, y el sargento que en su vida había conocido más que los discursos de su "führer" y las señas de diversos burdeles. 

Los escombros de Madrid; Cartagena, miles de cadáveres de mujeres y niños. ¿Por qué? 

"Un soldado alemán no debe pensar nunca." 


Ilya Ehrenburg  
Ahora, 11 de marzo de 1937







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