¿Pero por qué no se rinden ya?
- ¡Porque no nos da la gana! - fue la réplica.
(General Vicente Rojo, "Así fue la defensa de Madrid")
María Torres / Noviembre 2011
Madrid nunca fue tomada. La voluntad del pueblo de Madrid fue resistir y salió a la calle a defenderse, sin tener en cuenta el tamaño y la crueldad del enemigo.
Madrid era el objetivo en el que el bando rebelde tenía puestas sus esperanzas para finalizar la guerra por la vía rápida. Hasta ese momento el despliegue de las tropas franquistas había sido un paseo militar desde el 18 de Julio hasta llegar a las puertas de Madrid, y quien sujetaba firmemente esas puertas para que el enemigo no pudiera entrar eran los ciudadanos de Madrid.
A finales de 1936 la ofensiva de Madrid estaba dirigida por el general Mola, y éste estaba tan seguro de lo rápida y sencilla que iba a ser su conquista que, entre otras manifestaciones públicas de optimismo, citó al corresponsal del Daily Telegraph para entrevistarse en el plazo de unos pocos días en algún café del centro de Madrid. Este desafío fué respondido con sorna por ciertos establecimientos de la ciudad, preparando una mesa para la entrevista del general bajo la bandera republicana.
Lo que pensaban que sería un paseo triunfal se convirtió en una encarnizada batalla y en dos agónicos años de sufrimiento para la población madrileña, que tuvo que sobrevivir día tras día en una ciudad bombardeada por los aviones que Adolf Hitler puso a disposición de Franco y con las baterías franquistas instaladas en el Cerro Garabitas de la Casa de Campo.
Miles de madrileños y madrileñas junto con los brigadistas internacionales dirigidos por los militares republicanos Vicente Rojo y José Miaja, defendieron la República y perdieron la vida bajo el "No Pasarán", entre ellos dirigentes históricos como Buenaventura Durruti.
“Madrid será la tumba del fascismo”, proclamaban. No fue así.
Miles de madrileños y madrileñas junto con los brigadistas internacionales dirigidos por los militares republicanos Vicente Rojo y José Miaja, defendieron la República y perdieron la vida bajo el "No Pasarán", entre ellos dirigentes históricos como Buenaventura Durruti.
“Madrid será la tumba del fascismo”, proclamaban. No fue así.
La Batalla por Madrid comenzó el 4 de noviembre de 1.936 cuando Getafe, Alcorcón y Leganés fueron tomadas por el ejército fascista y finalizó el día 23 de noviembre, cuando el dictador dió orden de poner fin al ataque ante la delicada posición de sus tropas, habida cuenta de que la República contaba ya con un importante apoyo de efectivos gracias a las Brigadas Internacionales.
Tras este primer fracaso el ejército rebelde intentó tomar Madrid en dos ocasiones más: la Batalla del Jarama y la de Guadalajara. En ningún caso hubo éxito y si una gran cantidad de bajas de ambos bandos. La ofensiva del ejército republicano fue la Batalla de Brunete, aunque tampoco se consiguió un resultado decisivo.
En noviembre de 1.936 la ciudad de Madrid y su periferia sur y suroeste sufrieron un ataque frontal y contundente del ejército nacionalista insurgente. Tropas bien preparadas funcionando como un gran bloque, profesionales del oficio de la guerra, actuaron por tierra y por aire, asediando la ciudad sin descanso, bombardeando por primera vez en la historia un gran núcleo de población civil indefensa. Alemanes e italianos ensayaron aquí el preestreno de su bélica actuación europea.
Frente a ellas el ejército de la República, creado a marchas forzadas, mal equipado y poco o nada entrenado. Soldados de improvisación movidos por el único empuje del sentimiento y la lealtad a la democracia y a la libertad, al que se le pidió que resistiera a toda costa, que olvidaran el miedo y que estrenaran una valentía que nunca sirvió de nada en los trabajos en los que hasta hacía apenas horas se ganaban el pan. Pese a todo se alzaron con la muy honrosa victoria de la Batalla por Madrid.
Frente a ellas el ejército de la República, creado a marchas forzadas, mal equipado y poco o nada entrenado. Soldados de improvisación movidos por el único empuje del sentimiento y la lealtad a la democracia y a la libertad, al que se le pidió que resistiera a toda costa, que olvidaran el miedo y que estrenaran una valentía que nunca sirvió de nada en los trabajos en los que hasta hacía apenas horas se ganaban el pan. Pese a todo se alzaron con la muy honrosa victoria de la Batalla por Madrid.
En el mes de noviembre los trimotores que volaban ya en escuadrilla de tres -y que el buen humor madrileño los bautizó con el nombre de las tres viudas- y la artillería se repartieron el trabajo de destrozar Madrid. Los primeros proyectiles de cañón cayeron el día 6 y los 21 proyectiles arrojados por los cañones causaron un muerto y 21 heridos.
El día 10 regresó la aviación al barrio de Arguelles y destruyó la Editorial Hernández y la Estación de Goya.
El día 14 se bombardeó la Glorieta de Atocha, quedando en algunos puntos al descubierto el túnel del Metro. La artillería también lanzó algunos proyectiles en distintos barrios. Total en el día 62 muertos y 112heridos. Sólo en la Glorieta de Atocha hubo 50 fallecidos.
El día 17 los aviones de Hitler y Mussolini regaron de bombas el Museo del Prado y sus alrededores. El resto de la carga lo arrojaron en el Mercado de San Miguel. La artillería disparó unos 50 cañonazos. 11 muertos y 194 heridos.
La noche siguiente fue la más trágica de las sufridas por Madrid. Numerosos aviones dejaron caer sus cargas en el centro de Madrid y en diversos barrios de la capital. Se vio como gran número de bombas explosivas e incendiarias destruían los edificios y diezmaban a los ciudadanos de la capital, en la entrada al Metro de la calle del Carmen, Hotel Savoy, Diputación Provincial, Noviciado de las Hermanas de la Caridad, Calle de la Corredera, Ballesta, Valverde, Caballero de Gracia. Sólo en los sótanos de una imprenta del Marqués de Santa Ana, hundidos por una bomba, quedaron sepultadas 150 personas que en su mayoría perecieron.
El balance trágico de noviembre, fue aproximadamente, de más de 300 muertos y 1500 heridos.
Vicente Rojo, general republicano encargado de la defensa de la capital, narró como causó cierta sorpresa la tenaz resistencia de la ciudad, sobre todo ante la enorme diferencia de medios y de efectivos. Un agregado de alguna embajada extranjera, que suponía que el esfuerzo defensivo sería inútil ante tanta desigualdad, irrumpió en el despacho del Comando y con cierta prepotencia, en medio de la confusión de las primeras horas y de la supuesta autoridad que pudiera tener ante un ejército de simples ciudadanos, exigió la rendición de las milicias:
- ¿Pero por qué no se rinden ya?
- ¡Porque no nos da la gana! - fue la réplica.
Estación de Pozuelo de Alarcón |
Calle de la Princesa |
Calle de Toledo |
Calle Mayor |
No me deja enlazarlo con el mio, pero pondré la dirección.
ResponderEliminarExtraordinario post para no olvidar nunca.
Besillos.
Muchas gracias Alicia.
ResponderEliminarHay un capítulo de la historia de este país que no está cerrado. Existe el derecho a saber, no como algo individual. El derecho a saber es el derecho a conocer la verdad, y es un derecho colectivo que hunde sus raíces en la historia, para evitar que puedan reproducirse en el futuro hechos semejantes. Al Estado español le corresponde el deber de recordar. El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión forma parte de su patrimonio y debe por ello conservarse.
Besos!!