Este domingo arranca la semana conmemorativa del guerrillero español. Cientos de personas se refugiaron en los montes del país para combatir la dictadura fascista que había triunfado en España.
ALEJANDRO TORRÚS - 30/09/2012 - Público.es
Pepe Navarro, de 88 años de
edad, se unió a la guerrilla de la Agrupación Guerrilla de Levante y Aragón en
1952. La dura realidad ya se había impuesto y el sueño de derrocar al régimen
de Franco mediante una intervención militar de los países aliados se había
esfumado. El enemigo occidental ya no era el fascismo sino el comunismo y la
prometida ayuda aliada nunca llegó. Navarro recorrió la sierra de Aragón y
Valencia advirtiendo a sus compañeros de que el Partido Comunista de España,
con Santiago Carrillo a la cabeza, había ordenado la retirada. Los guerrilleros
debían abandonar una lucha que no conducía a nada y tratar de salir del país. España
era una ratonera para ellos.
“Un día normal en mi vida
durante 1952 era, primero, hacer guardia a toda hora. Nadie nos podía ver.
Después trabajábamos por turnos. A veces trabajaba el campo y otros días hacía
de cocinero. Y siempre estábamos en movimiento buscando compañeros. Pero
la actividad fundamental en un campo guerrillero era la instrucción política. Dábamos clase y nos daban una
formación para desenvolvernos teóricamente en el pensamiento
marxista-leninista”, recuerda Pepe Navarro a Público.
Unos años antes de la entrada
de Pepe Navarro en la guerrilla, el sueño de la reconquista de España se
mantenía vivo en las montes de España. Sobre todo tras la victoria aliada en la
II Guerra Mundial y la liberación de París por parte de guerrilleros españoles.
Cientos de personas que habían huido de la represión franquista se habían
refugiado en las montañas del país tras el termino de la Segunda Guerra Mundial
a la espera de un cambio que les permitiera regresar a sus casas. El cambio
deseado lo intentaron en el Valle de Arán un grupo de
guerrilleros españoles recién
llegados de derrotar a los alemanes en territorio francés integrados en la
organización Unión Nacional Española.
Esta organización, promovida
por el PCE de Jesús Monzón y creada en 1942 en Mountaban (Francia), invadió el Valle de Arán el 19 de octubre de 1944 a las
seis de la madrugada armados
con fusiles franceses, checos y alemanes, subfusiles Sten y ametralladoras
Bren, algunos morteros del calibre 81 y un antiaéreo. El objetivo era conquistar
la provincia de El Valle de Arán donde establecer un Gobierno republicano bajo
la dirección de Juan Negrín.
“La invasión se produjo bajo
la idea de justificar que había una zona de España que estaba liberada del
régimen de Franco y de esta manera que las potencias aliadas intervinieran.
Pero, bajo mi opinión, esta acción militar estaba abocada
al fracaso por
la falta de armamento y la potencia militar del régimen. Aún así, tampoco
estaba claro que los aliados hubieran intervenido en caso de que la invasión
hubiese sido un éxito”, explica a Público Salvador F. Cava, historiador
especializado en la guerrilla.
La estrategia fallida de
Jesús Monzón le costó el puesto al frente del PCE en el exilio que fue
sustituido por Santiago Carrillo y la estrategia de lucha antifranquista varió
aún con la esperanza de una intervención aliada. “Carrillo mandó retirarse a los
supervivientes y
se adoptó la estrategia de mandar grupos de guerrilleros en grupos pequeños a
los montes para renovar y fortalecer los grupos de guerrillas que ya existían.
Se adopta la estrategia de la acción y expansión que había funcionado en la
antigua Yugoslavia con los partisanos”, relata Santiago F. Cava.
Esta nueva estrategia del
Partido Comunista se mantuvo hasta aproximadamente el año 1950 cuando se hizo
evidente que los aliados no iban a intervenir. Durante estos cinco años son
numerosos los grupos guerrilleros que se conforman en las montañas de toda
España. En Andalucía, el grupo guerrillero más importante se instaló entre
Málaga y Granada. “Por
esta guerrilla pasaron 357 guerrilleros. De ellos, 199 murieron
en la lucha, 12 fueron detenidos y condenados a muerte, 23 fueron asesinados
por sus compañeros, otros 12 lograron huir a Francia, mientras que 24
guerrilleros fueron prisioneros de la Guardia Civil y 72 se entregaron
voluntariamente. Quedan 15 que no se sabe nada de ellos”, explica a Público el historiador José Aurelio Romero.
De todos ellos, el más
importante de los guerrilleros fue Ramón Vías. “Llegó en el año 1944 procedente
del norte de África y consiguió reunificar la guerrilla. Sin embargo, fue
apresado y fusilado cuando estaba herido”, explica. “La vida en la montaña se basa en el
manual del guerrillero que
imponía una disciplina tremenda. Estaban prohibidas las mujeres y el vino”,
cuenta Romero, que asegura que el gran problema de esta guerrilla era que los
miembros vivían alrededor de sus pueblos por lo que la Guardia Civil podía
chantajearles fácilmente amenazando a sus familias.
España,
una trampa sin salida
De los grupos guerrilleros
más activos que se organizaron por España fue el grupo de Extremadura-Centro.
Este grupo, por el que pasaron más de 600 personas, llegó
a tomar varias localidades de Cáceres a finales de 1944. Este
grupo pervivió hasta 1955. “En 1954 quedaban solamente cinco guerrilleros. Uno
se entrega a la Guardia Civil con una úlcera mientras que los otros cuatro
consiguen huir a Francia en junio de 1955 tras caminar desde Extremadura”,
explica a Público el historiador Benito Díaz.
En la década de los 50, el
Partido Comunista despertó de su sueño y vio que debía de organizar la
resistencia a largo plazo ordenando a sus contactos en el interior que se
infiltraran en las fábricas para formar grupos sindicalistas. La
única salida para los guerrilleros era abandonar el país con pasaportes falsos
mediante la frontera francesa.
Esta fue la única salida que
les quedó a Pepe Navarro y a Esperanza Martínez, dos miembros de la Agrupación
Guerrillera de Levante y Aragón que han relatado a Público su
experiencia. Pepe Navarro recibió la orden de
evacuación en la primavera de 1952.
“Estábamos en la Comunidad
Valenciana, por Castellón, desde donde cogimos un ferrocarril hasta Madrid,
donde estuvimos una noche y nos dieron la documentación falsa. De allí viajamos
hasta Alsasua (Navarra) desde donde debíamos dirigirnos a Francia”, relata
Navarro.
Sin embargo, el viaje de
Navarro terminó allí. Fue arrestado por la Guardia Civil, juzgado y condenado
a 20 años y un día de prisión. No haber estado nunca
involucrado en asaltos le permitió salvar la vida. “En la cárcel nos torturaron
de todas las formas posibles. Estuve en la prisión celular de Valencia donde
estuve trabajando en el economato para reducir mi condena. Finalmente, cumplí
siete años”, relata.
Peor
suerte corrió Esperanza Martínez. Esta mujer, que se unió a
la guerrilla en el año 1949 junto a su padre y tres hermanas para huir de la
Guardia Civil, que sospechaba que estaba ayudando a los guerrilleros, fue
detenido en el año 1952 cuando regresaba a España desde Francia para ayudar a
abandonar el país a compañeros de la guerrilla.
“Estuve 15 años en la cárcel.
He estado dos años en Valencia, un año en Burgos, otro en la cárcel de Ventas y
otro en el penal de Alcalá de Henares. Me condenaron por pertenecer a la
guerrilla y por espía comunista, pero lo único que hice fue ayudar a mi
gente y luchar por la libertad de España”, relata Esperanza.
Orgullosos
de su pasado
A pesar de las torturas
sufridas en la cárcel, los años en la montaña aislados de la sociedad Esperanza
y Pepe no se arrepienten lo más mínimo de las decisiones tomadas en el pasado.
Es más, ambos afirman que si tuvieran que volver a tomar una decisión repetirían la experiencia a sabiendas de lo que vendría
después.
“Creo que si volvería a nacer
volvería a hacer lo mismo. En los siete años que pasé en prisión tuve mucho
tiempo de entender qué había sucedido y qué había hecho. La prueba es que al
salir de la cárcel ya estaba incorporado al PCE en la clandestinidad y eso era lo que irritaba a los
jerarcas franquistas, que por mucho que nos torturaran casi nadie se
retractaba”, relata Pepe Navarro.
Esperanza Martínez reclama
que se reconozca la labor de los guerrilleros como gente que luchó contra la
dictadura de Franco. “No siento odio hacia nadie. Sólo deseo que los jóvenes
conozcan lo que pasó y no se vuelva a repetir nunca. Últimamente se están
viendo cosas que a los viejos nos hacen recordar lo que vivimos con Franco.
Espero que España pueda disfrutar algún día de una verdadera
democracia, una verdadera libertad y una verdadera República”,
concluye.
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