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510. Recordando a Juan Ramón Jiménez


Juan Ramón Jiménez
(Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 - San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958)


"Pido aquí, y en todas partes, simpatía y justicia, es decir, comprensión moral para el Gobierno Español, que representa a la República democrática ayudada por todo el Frente Popular, por la mayoría de los intelectuales y por muchos de los mismos elementos conservadores. Si el Gobierno Español se sintiera alentado por esta justicia y esta simpatía universales, podría acelerar la verdadera victoria, en la que los amigos del mejor destino de España confiamos, y a la que esta España tiene pleno derecho. Y pensad bien que esta victoria no sólo sería de España, sino del mundo. Esta victoria pondría a España en condiciones de desenvolver pacífica, ejemplar y conscientemente su lógica evolución social, con arreglo a su propio jenio y carácter, sin dependencia política de otros países; y evitaría, quizás, con su ejemplo, la guerra del mundo, que en estos momentos está ya aguzando sus filos más espantosos".


María Torres - 23 Diciembre 2012

Juan Ramón Jiménez, en España o fuera de ella, siempre estuvo del lado de la República, y así lo manifestó en muchos de sus escritos y sus acciones. Fue duramente criticado por abandonar España apenas iniciada la Guerra, pero es que Juan Ramón no era un hombre de acción, como podía serlo León Felipe. No le gustaban los enfrentamientos de ningún tipo y se guardaba la rebeldía para cuando se enfrentaba con la pluma y el papel, como cuando se negaba a seguir algunas normas ortográficas y empleaba la letra j en lugar de la g cuando esta tiene el mismo valor fonético (en el texto anterior hay un ejemplo de ello).

Aún así siempre manifestaba: «Los que en España defienden ahora el Ejército y el clero, ayudados por las clases “privilegiadas, digan ellos lo que digan para ganar la opinión universal, no es, no será, o mejor, no sería más que un nuevo feudalismo»

A pesar de declararse un “comunista individual”, durante toda su vida se negó a posicionarse políticamente, pero el 30 de julio de 1936 no albergó ninguna duda para firmar un manifiesto de apoyo a la República y "al pueblo que con heroísmo ejemplar lucha por sus libertades" y desde el exilio mantuvo la lealtad al Estado que se proclamó el 14 de abril del 1931.

Cuando en 1937 Espasa Calpe rescindió los contratos de todos los escritores leales a la República, él, ya en el exilio, rompió el suyo con la filial argentina de la editorial. Aquel contrato era su única seguridad económica. Zenobia lo dijo con estas palabras: "Económicamente, la guerra nos ha dejado... como a casi todo el que ha tenido vergüenza".

Nunca quiso volver a España mientras el dictador estuviese vivo, ni tan siquiera cuando ganó el Nobel de Literatura en 1956.

Dos años después regresó, en 1958, acompañando el cadáver de su esposa Zenobia que había fallecido en 1956. Ya estaba muerto.










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