"Al terminar el mitin se formó una manifestación imponente, que se dirigió al Ayuntamiento, izándose la bandera blanca y azul en el edificio y proclamándose el estado gallego. Dimitieron inmediatamente todas las autoridades" (El Pueblo Gallego, 27 de Junio de 1931)
María Torres / 25 Junio 2013
El 23 de junio de 1931 el Gobierno de la recién estrenada II República Española suspende las obras del ferrocarril entre Zamora y Coruña, al no considerarla rentable. La dificultosa línea férrea había comenzado su construcción en 1927 promovida por Miguel Primo de Rivera y se prolongó hasta 1956. Era cierto que de todas las líneas en construcción la gallega era la más costosa y para el entonces ministro de Hacienda, Indalecio Prieto, se trataba de un despilfarro. No tuvo en cuenta que la ferrovía, una vez terminada, podría rescatar a Galicia de su incomunicación. Tampoco cayó en el pequeño detalle de que en la misma trabajaban cerca de doce mil obreros. Casi cinco mil en el tramo entre Sanabria y Orense.
La desafortunada decisión gubernamental dio lugar a un levantamiento popular contra el gobierno, declarándose una huelga por parte de los trabajadores que fue apoyada por comerciantes, pequeña burguesía y toda la prensa gallega.
Los primeros conflictos se produjeron en Orense donde tuvo lugar una multitudinaria manifestación. La ciudad quedó paralizada. Al anochecer fue ocupado el salón de plenos del Ayuntamiento por parte de los huelguistas que procedieron a izar la bandera gallega y proclamar la República. Así mismo, en asamblea redactaron una serie de puntos entre los que se exigían la dimisión de todos los cargos de Ayuntamientos y Diputaciones, que todos los gallegos que ostentaran cargos en el Gobierno central renunciaran a ellos y una declaración de baja en todas las tributaciones al Estado.
El 27 de junio, víspera de las elecciones constituyentes, en la ciudad de Santiago de Compostela se decreta también la huelga general revolucionaria. A las siete de la tarde tiene lugar un mitin en la Alameda con la participación de Carnero Valenzuela, Eduardo Puente “El Nécoras”, Pedro Campos Couceiro y Alonso Ríos. Cuando llega el turno de éste último proclama:
"Hacemos nuestra revolución por encima de todos los poderes y centrales incurridos por tener, proclamando la independencia. En los gobiernos civiles se cobija el más denigrante caciquismo. Las candidaturas formadas hasta ahora están plagadas de caciques. La verdadera voluntad gallega, democráticamente revolucionaria, aún no dejó oír su voz, y yo os conjuro, ciudadanos, a que de una vez hagamos nuestra revolución por encima de todos los poderes centrales habidos y por haber, proclamando nuestra independencia y abrazándose, si hace falta, cariñosamente a Portugal, nuestra hermana. (…) Yo os juro solemnemente que si llego al Parlamento pediré con todas mis fuerzas la confección de una constitución deseable, la consolidación de una República unitaria (…) Ciudadanos, vamos a hacer la revolución, si es preciso con las armas en la mano (…)"
Al finalizar el mitin una gran multitud se dirigió hacia el Ayuntamiento (Pazo de Rajoy) y tomó las dependencias municipales proclamando el Estado Gallego. Simultáneamente en el Ayuntamiento de Puebla de Sanabria se izó la bandera gallega, y una pancarta mostraba el sentir general de los cientos de manifestantes que allí se congregaban: “Queremos anexarnos a Galicia.”
En Santiago el pueblo pidió que Alonso Ríos ocupase la presidencia de la República, pero Alonso Ríos pidió un tiempo de espera para conocer el latido del resto de Galicia. Finalmente ninguna otra ciudad se sumó a la recién nacida República. Antes de que éste se produjera, concretamente al día siguiente, 28 de junio, el Gobierno decretó la reanudación de las obras del ferrocarril y los representantes de los trabajadores optaron por suspender las movilizaciones. La insurrección no se expandió y el sueño de la República Galega llegó a su fin en apenas unas horas.
Alonso Ríos y la I República Galega. Primera parte
Alonso Ríos y la I República Galega. Primera parte
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