Recuerdo a Federico,
su corazón que flota como ese niño ahogado
en las aguas desiertas por una tarde lenta,
su corazón sin aire
para el vuelo que, loco, su amor le prometía.
su corazón que flota como ese niño ahogado
en las aguas desiertas por una tarde lenta,
su corazón sin aire
para el vuelo que, loco, su amor le prometía.
Recuerdo a Federico,
sus mentiras que siempre prefería a las verdades,
sus exageraciones fieramente evidentes,
sus fábulas, su risa
que ponía las cosas en su punto exacto.
sus mentiras que siempre prefería a las verdades,
sus exageraciones fieramente evidentes,
sus fábulas, su risa
que ponía las cosas en su punto exacto.
Recuerdo a Federico,
su abundancia, su amor que derramaba
generoso, en mil cosas, palabras, animales, niños,
amigos cualesquiera,
relámpagos parados de su pesada noche.
su abundancia, su amor que derramaba
generoso, en mil cosas, palabras, animales, niños,
amigos cualesquiera,
relámpagos parados de su pesada noche.
Recuerdo a Federico,
recuerdo que en él pesan ya diez años de tierra,
recuerdo que ha quedado con un boquete seco,
nadie sabe por qué, y eso es lo más terrible,
en un lugar cualquiera, un día que no nombro.
recuerdo que en él pesan ya diez años de tierra,
recuerdo que ha quedado con un boquete seco,
nadie sabe por qué, y eso es lo más terrible,
en un lugar cualquiera, un día que no nombro.
Gabriel Celaya
San Sebastián, 3 de julio de 1947
San Sebastián, 3 de julio de 1947
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