larga es la guerra,
sangrante la batalla.
Pero carguemos de nuevo nuestras armas
y ascendamos por la pendiente
empujando con fuerza
bayoneta calada
hacia la lejana colina.
Los que nos sobrevivan
verán la yerba verde
un país reluciente
un resplandor de estrellas
y aquellos
que cargaban firmemente sus armas
serán para siempre recordados
y de la roja sangre
emergerán pináculos blancos.»
Pero carguemos de nuevo nuestras armas
y ascendamos por la pendiente
empujando con fuerza
bayoneta calada
hacia la lejana colina.
Los que nos sobrevivan
verán la yerba verde
un país reluciente
un resplandor de estrellas
y aquellos
que cargaban firmemente sus armas
serán para siempre recordados
y de la roja sangre
emergerán pináculos blancos.»
Samuel Levinger, un idealista joven de Ohio, llegó a España en enero de 1937 para luchar contra el fascismo y en auxilio de la República española. Fue brigadista en la compañía de ametralladoras Tom Mooney del Batallón Abraham Lincoln, que agrupaba a los dos mil ochocientos estadounidenses. Murió en la Batalla de Belchite, tras resultar herido en una pierna. Solo tenía veinte años.
Reproducimos a continuación su última carta escrita cuando luchaba en el Frente del Jarama, entre febrero y abril de 1937.
Solo en caso de muerte, por favor,
Envía la presente a
Mrs. Lee J. Levinger
2257 Indianola Ave.
Columbus, Ohio, USA
No enviar en caso de
resultar herido.
Gracias, camarada.
Samuel Levinger
Queridos Padre y
Madre:
Supongo que cuando os
llegue esta carta llevaré varias semanas muerto. La guerra es muy confusa,
desde luego, he visto bastantes cadáveres certificados dando vueltas por aquí
como para sentirme un poco escéptico. Pero si recibís esto y también un anuncio
oficial, consideradlo definitivo.
Este es el último día
de descanso. Mañana vamos hacia el frente a echar a los fascistas. No tengo
dudas de que conseguiremos que se larguen de aquí, aunque será a un precio
considerable; y dado lo bueno que es el Batallón Lincoln, estaremos en mitad de
todo ello.
Me aferro todavía a mi
convicción original, según la cual seguiré con vida mucho después de que un
montón de dictadores hayan muerto intoxicados por el plomo o con las arterias
colapsadas; aunque me he equivocado antes en otras materias. Así que decidí
escribir esta carta.
Ciertamente, no me
entusiasma la idea de morir. Me lo he pasado muy bien en mis primeros veinte
años a pesar de que, salvo los seis últimos meses, han sido bastante inútiles.
Supongo que habría disfrutado igual de los veinte siguientes. De todas formas,
quería escribir esta carta para dejar claro que no hay absolutamente nada de lo
que arrepentirme.
Si volviera a vivir
creo que me uniría de nuevo a esta lucha, en este lugar crucial. Había una
tarea extremadamente importante que hacer aquí y fui uno de los hombres que
decidieron llevarla a cabo. Es una lástima que al hacerlo una buena cantidad de
nosotros resultáramos muertos, y el hecho de que yo muriese es todavía más
lamentable desde nuestra perspectiva. Sin embargo, eso carece de relevancia
respecto a la necesidad de emprender esta tarea. La diferencia entre el
fascismo internacional y el socialismo internacional es demasiado grande para
permitir que nuestra seguridad sea un factor a considerar.
Lo siguiente que
quiero pediros es que no veáis esto fuera de contexto. Cambiar el mundo es un
asunto muy serio. Ha matado y seguirá matando a miles de muchachos tan queridos
para alguien como yo para vosotros. Los fascistas quieren guerra, y les daremos
guerra a muerte.
Sois más afortunados
que la mayoría de los padres, porque todavía tenéis dos niños con futuros muy
brillantes. Tenéis oficios realmente valiosos. No estoy tan capacitado como
para valorar el trabajo de Padre, aunque soy consciente de que es de gran
valía, pero en mi terreno, el de un autor, puedo decir que Madre se convertirá
en una de las mejores escritoras de su generación. Y todavía tenéis que lograr
la emancipación de América.
Creo que mis ideas
sobre la inmortalidad coinciden ampliamente con las vuestras. Escribí una vez
un pésimo poema: “Si lo que aguarda es oscuridad dormiré, si es luz
despertaré”. Así que, si volvemos a encontrarnos será genial; si no, hemos
disfrutado de muchas alegrías juntos mientras duraron.
En cuanto a mis
amigos, hacedles llegar mi cariño si os encontráis con ellos. Contadles que os
dije que sólo hay una cosa que merezca recordarse: que hay un camarada menos
para hacer el trabajo del soldado insatisfecho. Algo tendrán que hacer todos
ellos para compensar mi baja. A ver si eso hace que algunos de ellos dejen de
ser tan independientes y pasen a la acción.
Ha sido una carta
torpe. Solo quería decir que os quiero muchísimo a los dos, y todo eso. Y
también que esto no es tan grave.
Amor y saludos
revolucionarios.
Alegría para el mundo.
Emocionantes últimos pensamientos a los veinte años.
ResponderEliminarSin duda Jesús. Una lección magistral de solidaridad.
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