En
mayo, de 1940 la vanguardia del Ejército alemán, en una nueva muestra de guerra
relámpago, se lanza a través de Bélgica, invade Holanda, rompe el frente
francés sobre el Meuse y cae sobre Dunquerque donde, bajo el mando de Rommel,
cerca a unos 400000 soldados aliados. La mayoría conseguirán escapar a
Inglaterra, pero muchos serán hechos prisioneros, entre ellos bastantes
españoles.
En
Dunquerque combatieron 15 Compañías de españoles, agregadas a la 60.ª División.
Fueron cercadas por la ofensiva alemana y los pocos que escaparon a la muerte o
bien fueron hechos prisioneros o - 250- consiguieron embarcarse con las tropas
aliadas hacia Inglaterra donde fueron encarcelados.
«La
llegada a Inglaterra de esos 250 españoles -refiere Antonio Vilanova no
mejoró mucho su suerte. En primer lugar, a casi ningún español se le dejó tomar
tierra hasta que todas las demás fuerzas lo hubieran hecho y, cuando les
permitieron hacerlo, fue para pasar ante una especie de tribunal que les
preguntaba: ¿quiénes son ustedes? Al conocer que eran españoles, trabajadores
civiles, auxiliares del cuerpo de zapadores francés, preguntaban estúpidamente:
¿qué han venido a hacer en Inglaterra?... Todos fueron a dar con sus huesos en
la cárcel. Descubiertos días más tarde -estos 250 españoles- por las
autoridades francesas... fueron embarcados en un pequeño carguero rumbo a
Francia». Otros, fueron alistados en el ejército británico donde combatieron
durante toda la guerra.
Los
Regimientos de Marcha en que estaban los españoles aguantaron la ofensiva
alemana durante dos semanas en el sector del Meuse. Otros protegieron la
retirada de Soissons en la primera semana de junio (eran los 11 y 12
Regimientos de Extranjeros, traídos de África). Los otros Regimientos de
Marcha, procedentes de Perpignán y Barcarès, mal equipados y municionados,
fueron literalmente aplastados por los stukas y por los tanques alemanes.
Los
aproximadamente cien mil españoles integrados en unidades militares francesas o
militarizadas, estuvieron entre los primeros que soportaron el embate alemán.
Las bajas españolas ascendieron a millares. Los españoles que fueron hechos prisioneros,
unos diez o doce mil, fueron trasladados a Alemania como prisioneros de guerra.
Pero al negarse el Gobierno de Vichy a reconocerles como prisioneros de guerra
franceses, y negarse ellos a trabajar voluntariamente para los alemanes, fueron
enviados a los «campos de la muerte»
Mientras
tanto, en París se produce la desbandada. A pie, en bicicleta, en viejos
coches, en autobuses urbanos, los parisinos huyen hacia el sur.
El día
14 de junio el ejército alemán desfila por las calles de París.
Antes
de iniciarse la guerra mundial Alemania ya había abierto en su territorio
campos de concentración sólo para alemanes. En uno de ellos estuvo encerrado
diez años el carismático líder socialista Schumacher. Iniciada la guerra esos
campos irían en aumento. Algunos de ellos fueron transformados en campos de
exterminio para determinadas personas de los países ocupados: resistentes,
judíos, gitanos, homosexuales, enemigos políticos, prisioneros de guerra.
La
mayoría de los españoles prisioneros de los alemanes fueron internados en
Mauthausen, Buchenwald y Dachau. También hubo españoles en Auschwitz. En el
campo de Oraniembourg fue internado el ex presidente del Gobierno republicano
de España, Francisco Largo Caballero, que había sido entregado a los alemanes
por la policía francesa de Vichy en París. Fue liberado por el Ejército
soviético el 24 de abril de 1945 teniendo ya 76 años.
Al
llegar al campo de exterminio, a los españoles les entregaban el triángulo azul
de apátrida y la S de España (Spanien) en blanco. El triángulo rojo era el de
los presos políticos; el verde el de los ladrones criminales; el marrón, de los
gitanos y vagos; el rosa, de los homosexuales; el negro, para los criminales
asociales; el violeta, para sacerdotes y objetores; el amarillo con la estrella
de David identificaba a los judíos.
Félix
Santos
Españoles
en la liberación de Francia: 1939-1945
Capítulo
III
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