Mohandas Karamchand Gandhi.
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Transcribimos la carta que Gandhi envió a Adolf Hitler
el 24 de diciembre de 1940. El gobierno británico no permitió que esta
carta llegara al dictador ni se hiciera pública en aquel momento, por lo que la
petición nunca pudo ser escuchada.
No fue la única carta que Gandhi escribió a Hitler. Se
conocen dos más, que se encuentran expuestas en Mani Bhavan en Bombay, donde
Gandhi vivió durante veinte años.
"Algunos amigos me han instado a escribirle en
nombre de la humanidad. Pero me he resistido a su petición, porque me parecía
que una carta mía sería una impertinencia. Con todo, algo me dice que no tengo
que calcular, y tengo que hacer mi llamamiento por todo lo que merezca la pena.
Está muy claro que es usted hoy la única persona en el
mundo que puede impedir una guerra que podría reducir a la humanidad al estado
salvaje. ¿Tiene usted que pagar ese precio por un objetivo, por muy digno que
pueda parecerle? ¿Querrá escuchar el llamamiento de una persona que ha evitado
deliberadamente el método de la guerra, no sin considerable éxito? De todos
modos, cuento de antemano con su perdón si he cometido un error al escribirle.
Yo no tengo enemigos. Mi ocupación en la vida durante
los últimos treinta y tres años ha sido ganarme la amistad de toda la humanidad
fraternizando con los seres humanos, sin tener en cuenta la raza, el color o la
religión.
Espero que tenga usted el tiempo y el deseo de saber
cómo considera sus actos una buena parte de la humanidad que vive bajo la
influencia de esa doctrina de la amistad universal. Sus escritos y
pronunciamientos y los de sus amigos y admiradores no dejan lugar a dudas de
que muchos de sus actos son monstruosos e impropios de la dignidad humana,
especialmente en la estimación de personas que, como yo, creen en la amistad
universal. Me refiero a actos como la humillación de Checoslovaquia, la
violación de Polonia y el hundimiento de Dinamarca. Soy consciente de que su
visión de la vida considera virtuosos tales actos de expoliación. Pero desde la
infancia se nos ha enseñado a verlos como actos degradantes para la humanidad.
Por eso no podemos desear el éxito de sus armas.
Pero la nuestra es una posición única. Resistimos al
imperialismo británico no menos que al nazismo. Si hay alguna diferencia, será
muy pequeña. Una quinta parte de la raza humana ha sido aplastada bajo la bota
británica empleando medios que no superan el menor examen. Ahora bien, nuestra
resistencia no significa daño para el pueblo británico. Tratamos de
convertirlos, no de derrotarlos en el campo de batalla. La nuestra es una
rebelión no armada contra el gobierno británico. Pero los convirtamos o no,
estamos totalmente decididos a conseguir que su gobierno sea imposible mediante
la no colaboración no violenta. Es un método invencible por naturaleza. Se basa
en el conocimiento de que ningún expoliador puede lograr sus fines sin un
cierto grado de colaboración, voluntaria u obligatoria, por parte de la
víctima. Nuestros gobernantes pueden poseer nuestra tierra y nuestros cuerpos,
pero no nuestras almas. Pueden tener lo primero sólo si destruyen por completo
a todos los indios: hombres, mujeres y niños. Es cierto que no todos podrán
llegar a tal grado de heroísmo, y que una buena dosis de temor puede doblegar
la revolución; pero eso es irrelevante. Pues si en la India hay un número
suficiente de hombres y mujeres que están dispuestos, sin ninguna mala voluntad
contra los expoliadores, a entregar sus vidas antes que doblar la rodilla
ante ellos, habrán mostrado el camino hacia la libertad de la tiranía de la
violencia. Le pido que me crea cuando digo que encontrará usted un inesperado
número de tales hombres y mujeres en la India. Durante los últimos veinte años
han estado formándose para ello.
Durante el último medio siglo hemos estado intentando
liberarnos del gobierno británico. El movimiento por la independencia no ha
sido nunca tan fuerte como ahora. El Congreso Nacional Indio, que es la
organización política más poderosa, está tratando de conseguir este fin. Hemos
logrado un éxito muy apreciable por medio del esfuerzo no violento. Estamos
buscando los medios correctos para combatir la violencia más organizada en el
mundo, representada por el poder británico. Usted le ha desafiado. Ahora queda
por ver cuál es el mejor organizado: el alemán o el británico. Sabemos lo que
la bota británica significa para nosotros y las razas no europeas del mundo.
Pero nunca desearíamos poner fin al gobierno británico con la ayuda de
Alemania. En la no violencia hemos encontrado una fuerza que, si está
organizada, sin duda alguna puede enfrentarse a una combinación de todas las
fuerzas más violentas del mundo. En la técnica no violenta, como he dicho, no
existe la derrota. Todo es «Vencer o morir» sin matar ni hacer daño. Se puede
usar prácticamente sin dinero y, claro está, sin la ayuda de la ciencia de la
destrucción que tanto han perfeccionado ustedes.
Me asombra que no perciba usted que esa ciencia no es
monopolio de nadie. Si no son los ingleses, será otra potencia la que
ciertamente mejorará el método y le vencerá con sus propias armas. Además, no
está dejando a su pueblo un legado del que pueda sentirse orgulloso, pues no
podrá sentirse orgulloso de recitar una larga lista de crueldades, por muy
hábilmente que hayan sido planeadas.
Por consiguiente, apelo a usted, en nombre de la
humanidad, para que detenga la guerra. No perderá nada si pone todos los
asuntos en litigio entre usted y Gran Bretaña en manos de un tribunal
internacional elegido de común acuerdo. Si tiene éxito en la guerra, ello no
probará que usted tenía razón. Sólo probará que su poder de destrucción era
mayor. Por el contrario, una sentencia de un tribunal imparcial mostrará, en la
medida en que es humanamente posible, cuál de las partes tenía razón.
Durante esta estación, cuando los corazones de los
pueblos de Europa ansían la paz, hemos suspendido incluso nuestra pacífica
lucha. ¿Es demasiado pedir que haga un esfuerzo usted personalmente, pero que
tiene que significar mucho por la paz en un tiempo que tal vez no
signifique nada para para los millones de europeos cuyo mudo grito de paz
oigo, pues mis oídos pueden escuchar la voz de millones de personas mudas?"
24 de diciembre de 1940
Del Libro Mi vida es mi mensaje Gandhi.
Edición de John Dear
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