Bombardeo sobre Madrid |
Geoffrey Cox. Corresponsal de guerra
del News Chronicle
Madrid, viernes
La cuarta semana de ataques a Madrid por
parte de Franco se cierra hoy con la ciudad en una posición aparentemente más
fuerte que nunca. Calles que hasta hace sólo un mes contaban con unas cuantas
losas en la calzada o sacos de arena amontonados como defensa, ahora tienen
barricadas cuidadosamente diseñadas, trincheras profundas y armas bien ubicadas
y dirigidas.
Y, más importante aún, los hombres y
mujeres que las usan están ahora convencidos de que la victoria es suya.
Los rebeldes lanzaron esta tarde el ataque
más duro hasta el momento, en el barrio situado detrás de la línea del
Gobierno, cerca de la prisión y de la Ciudad Universitaria.
Veintitrés bombarderos trimotores
escoltados sobrevolaron el centro de la ciudad justo después de las 2. Unos minutos
más tarde, el cielo se encontraba cubierto de humo proveniente de edificios
demolidos y en llamas debido a las bombas incendiarias.
Ataque rechazado
Es evidente que los rebeldes tratan de
abrirse camino a través de las defensas situadas en el noroeste y oeste de la
ciudad mediante un bombardeo intenso. Pero en el frente de Pozuelo, la victoria
sigue en manos del Gobierno.
A pesar de que en los últimos cuatro días
los rebeldes han emprendido el mayor ataque lanzado hasta el momento (más de
5000 hombres con tanques y artillería), no han conseguido romper las líneas del
Gobierno, de la Columna Internacional y de la milicia y alcanzar la calle
Escorial.
Por el momento, parece que no hay peligro
en esta calle.
Tras esta acción, el general Kléber
recomendó que el batallón italiano Garibaldi de la Columna Internacional
recibiera una mención especial y que su comandante, Paccardi (quien encabezaba
una de las milicias de los trabajadores opuestos a los fascistas de Mussolini
en 1931), recibiera un ascenso.
Bomba alemana
Una de las bombas incendiarias lanzadas
hoy llevaba inscritas las letras RhS, la marca de Rheinische Stahlwerke de
Alemania.
La policía rodeó y asaltó anoche un
edificio bajo la jurisdicción de la legación finlandesa, situado enfrente de la
embajada británica. Cuatrocientos refugiados, la mayoría de nacionalidad
española, fueron conducidos a la sede de la policía para ser interrogados.
Se sospecha desde hace tiempo que varias
legaciones y embajadas han estado albergando a fascistas (la «Quinta Columna»
de Franco) y la acción de ayer fue llevada a cabo porque el martes se lanzó una
bomba-lata desde ese edificio a un miliciano, aunque no resultó herido. El
miércoles, otra bomba proveniente del edificio hirió gravemente a un niño.
Anoche, sobre las 3:30, la policía rodeó
el edificio y el encargado de negocios británico fue informado de que tendría
lugar el asalto. Tras llamar a la puerta durante una hora exigiendo que se
abriera «en nombre de la República» sin obtener respuesta alguna, los
milicianos decidieron entrar tirando la puerta abajo, para lo que emplearon un
hacha.
En el momento en el que llegaban al final
de [la calle] Fernando el Santo camino de vuelta a la embajada junto con otros
dos periodistas, pudimos oír cómo el eco del derribo de la puerta resonaba en
el silencio de la noche.
Tres tiros
Un robusto policía de guardia nos dio el
alto y nos pidió que avanzáramos en fila dejando diez yardas de distancia entre
uno y otro para no llamar la atención. Al acercarnos al edificio finlandés
oímos tres tiros que provenían del interior. Entonces llegaron los llantos de
las mujeres y los niños (la alarmada familia del guardia, como descubrimos más
tarde).
Al pasar por las verjas de hierro de la
embajada británica, que estaban fuertemente vigiladas, la primera tanda de
refugiados fue introducida en un camión que les aguardaba. Se trataba de un
desfile de hombres y mujeres terriblemente asustados.
Tres hombres salieron llevando a otro
hombre a quien describían a gritos como un «camarada herido».
Geoffrey Cox«Bombas
incendiarias sobre Madrid. La capital confía en su victoria»
News Chronicle, 5
de diciembre de 1936
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