Barrio de Arguelles (Madrid). Diciembre 1937 |
El fascismo se alimenta de sangre
(Consigna de una noche de Madrid)
Pero no es cierto, la guerra no es la sola higiene del
mundo. En Madrid hay cada noche una consigna nueva. Algún día deberán editarse
todas y tendremos un hermoso libro que documentará la inquietud y la esperanza
de cada noche durante meses. Hay consignas dramáticas, solemnes, consignas
humorísticas, simples. Aquella noche el guardia exclamó: «El fascismo»... Y
nosotros respondimos: «Se alimenta de sangre». El fascismo se alimenta de
sangre, era la consigna de aquella noche. No siempre el tono es solemne,
sentencioso. En la oficina—de donde salen las consignas—, a veces alguien
aprovecha, sin duda, un descuido del jefe y desliza una consigna que no está de
acuerdo con las reglas corrientes de educación, pero es justa, certera. Por
ejemplo el guardia murmura: «Jefazos»..., y uno debe contestar:
«Cabrones» Con una voz oscura, rotunda. Yo propongo vanas consignas, ya
delicadas, ya brutales. Yo propongo ahora la siguiente consigna: La
guerra no es la sola higiene del mundo. El guardia dice: «la guerra no es...» y hay que contestar: «...la sola higiene del mundo»... Porque la Guerra no es la
sola higiene del mundo. (Entonces ahí están los terremotos el hambre, los
descarrilamientos, las epidemias.) Los aparatos de la guerra serán hermosos
cuando estén en el Museo de la Revolución. La insolencia bravucona, incapaz de la
sonrisa, y la lágrima es tan pequeña como la cobardía. La muerte descuidada o
por decreto es una ofensa a la muerte. El mismo desprecio a la muerte -cuando
carece de contenido- es inconsciencia pura, miedo sin inteligencia. Me desgarran
los heridos, los hospitales; las ambulancias fugitivas me conmueven. Me repugna
la guerra deportiva y me irritan los desfiles pueriles y las músicas fáciles,
que, además, no recuerdan para nada a la guerra. Aquel que ame verdaderamente
la guerra, tendrá que buscar un equilibrio entre el cobarde y el carnicero.
Propongo la siguiente consigna: «Abajo la teoría... fascista de la guerra»...
Porque la guerra no es la sola higiene del mundo. Las gasas purulentas, la
carne podrida, los ojos con sueño, la muerte en pedazos, la locura roja, la
mutilación. ¿Higiene del mundo? Pero he aquí que esta guerra de España puede
ser la higiene del mundo. Todos los que, en uno u otro frente, en España o
fuera de España, estamos metidos en la guerra, sospechamos eso y nos entregamos
casi con alegría a los trabajos de la lucha y a los trabajos de la retaguardia.
Y hacemos esta guerra, decretada por el fascismo contra el fascismo, es decir,
contra la guerra. El fascismo, que pretende extraviar el sentido auténtico de
la vida, ama la guerra porque se alimenta de sangre. «El fascismo... se
alimenta de sangre»... Esa es a verdad. La verdad de las consignas de Madrid. La
técnica que creó la burguesía acabará con la burguesía. Puede ser una consigna
sorprendente, como algunos lugares comunes. Es un lugar común, pero es cierto.
Y la Revolución, que ha puesto alas a esta guerra, permanece y nos aguarda, más
allá del aparato guerrero, más allá de todas las consignas, los sufrimientos,
las órdenes, las sorpresas, y no será posible que alguien venga y diga: Todo
volverá a ser como ha sido, «todo volverá... a ser como ha sido»... iNo suena a
consigna!
Raul Gonzalez Tuñón
Hora de España VI
Valencia, Junio 1937
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