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1392. Tríptico del soldadito



«Cuando vayas a hacer la guerra
a los enemigos.al ver los caballos
y los carros, no los temerás» 
(Deut. 20, 1)

I

Dentro de poco tiempo
doblarán las campanas. Marcharemos
en filas apretadas, paso a paso,
con la cabeza hueca. Llevaremos
lindos gorros azules, y la gente
dirá, cuando nos vea: ¡Qué bonito,
ya vienen los soldados!

Porque será bonito
caminar y cantar, y ser herido,
sepultado en la tierra, entre explosiones,
convertido, de pronto,
en una espiga, en una flor, en nada.

Sí, será
muy bonito. Nunca
tendremos miedo. Iremos
a la guerra, y venceremos.
Por algo nos lo dicen cada día.


II

Y el soldadido - uno, dos - se fué.
La guerra estaba lejos, pero
en su ánimo no pesaban las distancias.
Completamente decidido
a morir o a vencer,
acariciaba, por la noche, insomne,
su pequeño bastón de mariscal.

Adelante, adelante. La patria, la cultura,
la civilización, todo detrás de ti,
empujándote. Y así
día tras día, semana
tras semana, siempre,
siempre adelante.
¡Oh muerte, retrocede
a tu oscuro dominio!
Para alcanzar el triunfo,
el soldadito llega, con los suyos,
y ataca al enemigo
- según las instrucciones recibidas -
con gorro y escopeta.


III

Todo pasó. Fué breve
y no se pudo remediar. Dijeron
que hiciésemos dos filas. Nos llevaron,
caminando otra vez, a otro lugar.

No teníamos gorros. No cantábamos
nunca. Caminar, caminar,
pero esta vez sin patria, sin cultura,
todas aquellas cosas que decían.

Ahora estamos aquí. Tres comidas
al día. Hacemos puentes
para los que nos mandan. No entendemos
nada de lo que ocurre. Pero dicen,
tenéis que construír, y construímos.


José Agustín Goytisolo









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