Evoqué horrorizado aquel trayecto que a mí me parecía ya muy lejano. Con el pensamiento retrocedí cuatro años, para encontrarme en aquel inmenso cráter que formaba la cantera de Wiener Graben. Allí habían sido llevados los primeros españoles llegados a Mauthausen, donde se consumaron los exterminios más tremendos de prisioneros en 1940 y 1941. El primer propósito de los SS al comprobar la especialidad de los españoles en la construcción fue el de hacerles erigir la escalera de granito, que, desde el fondo de la cantera, alcanzaría la cima del acantilado dando acceso al campo, y que permitiría el transporte de piedras para la construcción de la fortaleza. Fue una obra digna de los faraones, y en menos de diez meses los ciento ochenta y seis escalones de desigual altura fueron construidos, uno a uno, con los bloques de granito que otros españoles extraían de “la montaña de la muerte” (totenberg, como decían los campesinos austríacos de la región). La construcción de aquella escalera había costado miles de vidas españolas. Cuando llegué yo al campo fui destinado, junto a mis compañeros, a la cantera maldita. Los trabajos de la construcción de la escalera estaban muy adelantados y nos pusieron a empedrar el sendero que, desde lo alto de los ciento ochenta y seis peldaños, llegaba hasta el campo. Si bien más tarde se adoquinaron los caminos y calzadas adyacentes al campo, aquel sendero fue empedrado de una manera increíble: los bloques de granito, que debíamos subir sobre nuestros hombros desde el fondo de la cantera, eran colocados de canto o inclinados, nunca llanos, haciendo huecos que terminaban en el borde afilado de la piedra vecina. Así, cuando se andaba sobre ellos era dificilísimo mantenerse de pie, sobre todo con los zuecos de madera, ocasionando torceduras de pies que hacían chocar los tobillos contra el canto de aquellos bloques cortantes como cuchillos. ¿Cuántos miles de deportados habían muerto a consecuencia de aquellas heridas, o de las producidas por la piedra que, al perder el equilibrio, dejaba caer el compañero que andaba delante?
Mariano Constante
"Yo fuí ordenanza de los SS", Ediciones Martínez Roca, 1976
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