Embajador de la II República española en Buenos Aires, el golpe de estado de julio de 1936 le hace regresar a España, implicándose en la defensa de la legalidad republicana. Director de la revista Madrid, colabora en Hora de España y participa como organizador del Congreso Internacional de escritores Antifascistas.
El desterrado
Todo lo llevas contigo,
tú, que nada tienes.
Lo que no te han de quitar
los reveses
porque es tuyo y sólo tuyo,
porque es íntimo y perenne,
y es raíz, es tallo, es
hoja,
flor y fruto, aroma y jugo,
todo a la vez, para
siempre.
No es recuerdo que subsiste
ni anhelo que permanece;
no es imagen que perdura,
ni ficción, ni sombra. En
este
sentir tuyo y sólo tuyo,
nada se pierde:
lo pasado y lo abolido,
se halla, vivo y presente,
se hace materia en tu
cuerpo,
carne en tu carne se
vuelve,
carne de la carne tuya,
ser del ser que eres,
uno y todos entre tantos
que fueron, y son, y
vienen,
hecho de patria y de
ausencia,
tiempo eterno y hora breve,
de nativa desnudez
y adquiridos bienes.
De aquellos imperturbables
amaneceres
en que la luz de tu
estancia
se adueñaba tenue
pintando vidrios y cuadros,
libros y muebles;
de aquellos días de afanes
o placeres,
de vacilación o estudio,
de tenso querer, de inerte
voluntad; de cuantos hilos
tu vida tejen,
no hay una urdimbre
quebrada
ni un matiz más débil. ..
Nadie podrá desterrarte
de estos continentes
que son carne y tierra
tuya:
don sin trueque,
conquista sin despojo,
prenda de vida sin muerte.
Nadie podrá desterrarte;
tierra fuiste, tierra
fértil,
y serás tierra, y más
tierra
cuando te entierren.
No desterrado, enterrado
serás tierra, polvo y
germen.
Enrique Díez Canedo, 1940
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