1
De las prisiones de España,
de sus oscuros presidios,
nueve mil lenguas nos gritan,
nos llaman nueve mil gritos.
¡Gobierno de la República!
Sólo cadenas y grillos
guardas para los obreros
y para los campesinos,
si no los dejas por tierra,
si no los dejas tendidos.
Tres ministros socialistas
son tus mejores ministros.
Mucha sangre los defiende,
muchas celdas de castigo,
muchos fusiles y sables,
y una salida: el fascismo.
2
De Castilblanco y Arnedo,
de Zorita y Casas Viejas,
de Villa de Don Fadrique
están las cárceles llenas.
Pueblos enteros se mueren
sin poder labrar la tierra.
Sus hombres los arrancaron,
los tiraron como a piedras,
quemadas fueron sus casas,
arrasada su miseria,
y algunos, de los balcones,
colgados de las muñecas.
Compañeros, camaradas,
que España entera lo sepa:
norte, sur, este y oeste
gimen llenos de cadenas.
3
¡De pie, los puños en alto,
compañeros, camaradas,
anarquistas, comunistas,
hombres del campo y la fábrica,
los obreros sin partido,
los que sin vivir trabajan,
que todo el proletariado
forme un frente de batalla,
un frente unido de hierro
que ni lo rompan las balas,
un frente que abra las puertas
de los penales de España!
¡Libres los trabajadores,
la luz revolucionaria,
los marinos, los soldados!
¡Libertad, libres las masas!
4
¿Quiénes son? Los campesinos.
¿Y quiénes más? Los obreros.
Libertados, por las calles,
unidos, cantan los presos.
Banderas rojas de triunfo
izan al aire los pueblos.
Siguen los trabajadores,
siguen siendo los primeros.
Sus encarcelados vuelven
aún con más fuerza a sus puestos.
El Partido Comunista
siempre estará junto a ellos.
Por las calles van cantando...
Los burgueses tienen miedo...
Camaradas, ¡frente único!
¡Siempre unidos, compañeros!
Rafael Alberti, 1957
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