Carmen de Burgos y Segui (Columbine) (Rodalquilar, Almería, 10 de diciembre de 1867 - Madrid, 9 de octubre de 1932) |
Si no es cosa nueva en los países civilizados, en España, no porque no lo sea, si bien en esto discrepan mucho los autores, resulta bastante nuevo el tema político que consiste en saber si la mujer tiene o no derecho a expresar su voluntad en la forma democrática que las leyes autorizan al hombre; se trata, pues, de la cuestión del voto.
Son variadísimas las opiniones expuestas por los más
grandes pensadores, por aquellos que dedicaron gran parte de su vida al
estudio, no del feminismo romántico, sensiblero y reaccionario, ni aquel otro
que trata de convertir a la mujer en encarnación de todas las idealidades, de
todas las perfecciones y de todas las idolatrías, sino por los que del estudio
de las diversas formas de evolución del progreso lo consideran sólo como uno de
los diversos aspectos de la cuestión social.
¡El voto de las mujeres! Hace algunos años parecía a
muchos ridículo y a otros subversivo. Cuando en 1900 las oradoras del Congreso
feminista de Chicago lanzaron esta idea, fue acogida con risas y burlas; pero
desde entonces la opinión pública ha evolucionado visiblemente. Las mujeres
poseen ya el voto en Nueva Zelanda y en muchos Estados de América; en
Inglaterra, lady Abeerden pide la igualdad de los derechos políticos, como lo
hace al Parlamento italiano la Princesa de Venosa, y como lo pretenden las
feministas de todos los países. Es evidente que la cuestión ha de llegar hasta
nosotros y cautivará a muchas mujeres, aunque el recto buen sentido y amor al
hogar de las españolas no lo haga muy temible.
El HERALDO, que tanto se preocupa de cuanto concierne
a la vida femenina, se propone abrir en sus columnas un plebiscito para conocer
la opinión de sus lectores en este asunto.
Tres son los aspectos que el problema envuelve y
pueden formularse en las siguientes preguntas:
1.º ¿Debe o no concederse el voto a la mujer?
2.º En caso afirmativo, ¿ha de ser el sufragio
universal o solo para las que reúnan determinadas condiciones?
3.º ¿La mujer puede ser, además de electora,
elegible?
El HERALDO invita a las damas, a todos los pensadores,
a todos los periodistas, a todos los políticos, a todos los hombres cultos, en
fin, a que den a conocer su opinión personal, para de este modo crear una
corriente de ideas que venga a iluminar una cuestión de suyo tan completa
y tan sugestiva.
Esta invitación se hace con el mayor encarecimiento a
los directores de todos los periódicos de provincias, cuyo criterio ha de tener
un alto interés, por el hecho de estar en continuo contacto con el público, con
la opinión, con las masas y con el espíritu del pueblo.
El HERALDO publicará todas las opiniones, claro está
que en términos concretos; por lo cual ruega que cada persona que dé su parecer
lo haga en unas líneas, para poder insertar las de todos los que le honren
acudiendo a este concurso.
En cuanto a mí, nuevo capitán Araña, me limito a
embarcar a la gente en esta nave que el director del HERALDO me confía y que
por tan procelosas aguas va a navegar. Entiéndase, y valga la inmodestia, que
no es que carezca de opinión sobre este asunto; pero al exponerla
anticipadamente pudiéraseme acusar de parcialidad o de apasionamiento con el
propósito de influir en el ánimo de los lectores.
Así, pues, en este asunto me limito a ser presidente
de Mesa… ¡La urna está abierta!
Señoras y señores: ¡a votar!
Colombine (Carmen de Burgos)
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