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2610. Las mujeres del POUM



El secretariado femenino del POUM

En septiembre de 1936 Pilar Santiago miembro de las Juventudes Comunistas Ibéricas y Mª Teresa García Banús(1) fueron las impulsoras en Barcelona del Secretariado Femenino (SF) del POUM, instalándose en el tercer piso del nº 10 de La Rambla de los Estudios en Barcelona.

Junto a estas revolucionarias formaron parte del Secretariado Katia Landau (2), Olga Nin (3), Luisa Gorkín, Isabel Gironella y un largo etcétera hasta contabilizar a casi 80 mujeres en Barcelona, unas 50 en Gerona, y en total unas 500 militantes.

El objetivo del SF era encuadrar en un partido revolucionario el mayor número de mujeres (4) y para ello, el partido, debía poseer órganos o comisiones de trabajo cuyo objetivo fuera crear un fuerte movimiento entre las mujeres trabajadoras, pues creían firmemente que sin la participación de las mujeres como parte activa, la revolución no podría triunfar. Bajo los principios marxistas clásicos rechazaban la idea de construir organizaciones exclusivas de mujeres que presentaran la lucha como algo entre los sexos haciendo suya la consigan leninista de que la verdadera emancipación de la mujer solo será posible en la sociedad comunista. 

Las propias fundadoras reconocían la valía de la lucha revolucionaria que desde el principio desarrollaron las mujeres, pero había una realidad concreta, eran pocas las que militaban. La falta de formación política, el papel secundario y relegado casi exclusivamente al hogar, la ausencia de participación en la vida pública, en definitiva, los mandatos del capitalismo patriarcal situaron a las mujeres, como aún hoy sigue sucediendo, en una posición menos favorable para la militancia revolucionaria. No faltaban las críticas a la actitud de los compañeros como labor pedagógica para el cambio de mentalidad: En plena revolución encontramos compañeras que no pueden intervenir libremente en la acción revolucionaria porque su marido se lo impide so pretexto de que la mujer “ha de cuidarse en la cocina”. Para vencer esta mentalidad, no cabe duda pues, que se impone una larga lucha perseverante. (5) Ya entonces estas mujeres tenían claro el papel que nos ha tocado vivir y sería gracioso, sino fuera porque resulta realmente indignante, darse cuenta de cómo sus palabras mantienen aún hoy una vigencia escandalosa: 

El pensamiento que había dominado hasta ahora era que la mujer, como sexo débil no podía tener más ocupación que los quehaceres domésticos. Y se repetía tanto que la mujer no servía más que para fregar platos y cuidar de los chiquillos, que ella misma se lo había llegado a creer y no quería saber nada de la política.

Un análisis demasiado poco anacrónico para haber sido escrito en 1937, lástima que las líneas posteriores no se cumplieran cual profecía maldita:

Pero han pasado ya estos tiempos y las cosas han cambiado de tal manera que los lazos que sujetaban y oprimían a la mujer se han roto para ofrecerle una vida más amplia y libertad pata conquistar los derechos que le pertenecen.

Ahora que tenemos abiertas las puertas de la política y que podemos actuar en un partido, es necesario que ninguna mujer se quede al margen de las cuestiones sociales y que todas nos aprestemos a trabajar y luchar por el triunfo de la Revolución
 (6)

El Secretariado se posicionó de manera clara en dos sentidos, en primer lugar que las mujeres eran militantes como los hombres y tenían los mismos derechos y obligaciones que los compañeros, teniendo su puesto en el partido y en segundo, que el suyo era un feminismo proletario que buscaba la verdadera emancipación de la mujer. En todo momento pretendieron diferenciarse del feminismo burgués y realizaron una feroz crítica a la unidad con las mujeres burguesas: Todas las mujeres que queremos luchar por nuestra total emancipación tenemos la obligación de unir nuestros esfuerzos. Pero no en una Alianza de Mujeres Antifascistas (7)en la que tengan cabida todas las mujeres de la burguesía que antes del 19 de Julio vivían de nuestra explotación y nos humillaban (…). Nosotras luchamos por un Frente de Mujeres Revolucionarias que gane la guerra y que haga triunfar la revolución. (8)


La revista Emancipación

En febrero de 1937 comienzan a editar la revista Emancipación, una publicación de cuatro páginas con un especial en su quinto número que la ampliaban a ocho. Es probable que sólo salieran estos 5 números, ya que la fecha de este último es del 29 de mayo del 37 y solo dieciocho días más tarde se desataba la persecución contra los dirigentes del POUM, ese 16 de junio, a las dos de la tarde, eran detenidas Mª Teresa Banús y Luisa Gorkin. 

En la portada de Emancipación rezaba Órgano Quincenal del Secretariado Femenino del POUM, con un precio de 15 céntimos. Obviamente, si hacemos cuentas, no parece que fuera posible mantener esa periodicidad a pesar de que en sus páginas no dejaban de insistir en la necesidad de convertirla en semanal. Entre sus firmas aparecen además de los nombres ya mencionados, al menos otros dieciocho (9) y un montón de nombres de pila que como mínimo permiten afirmar la gran movilización de mujeres que supuso su publicación.

Ya en esa fecha las mujeres habían sido progresivamente apartadas del frente, si bien pretendemos dedicar un próximo artículo a la lucha de las mujeres en las trincheras, podemos adelantar que fueron pocas y que no lo tuvieron fácil. Con las mujeres en trabajos de retaguardia el Secretariado se dedicó a promover y mejorar estas labores además de la formación política, resaltando la importancia de las mismas para la victoria. En la editorial del primer número de Emancipación podemos leer: cuando se remansa el impulso del primer instante, cuando comienzan a sentirse las consecuencias de una guerra prolongada, cuando es más útil a la revolución hacer el sacrificio diario de mil privaciones, cuando hay que trabajar incansablemente en el trabajo callado y oscuro de la retaguardia, es cuando se mide el temple de las posiciones políticas. Cuando una serie de circunstancias favorece la aparición de elementos interesados en frenar el curso del movimiento revolucionario, se da el momento de verdadero peligro para la intervención de la mujer en las actividades de la cosa pública.

Mª Teresa García Banús cuenta como algunas iniciativas de apoyo a la preparación de enfermeras apenas tuvieron éxito y dedicaron entonces los esfuerzos en labores educativas con cursos de idiomas y de cultura general al más puro estilo higienista, actividades culturales, lecturas comentadas, teniendo gran éxito un taller de costura dirigido por una compañera extranjera llamada Toska, que como narra Mª Teresa se convirtió en una escuela revolucionaria.

La formación política era también una de sus grandes preocupaciones, temían que las mujeres carentes de experiencia en militancia política fueran manipuladas y arrastradas por las ideas fascistas o reformistas; así realizaron una importante labor de divulgación tanto a través de artículos teóricos como con la publicación de libros de los clásicos como La mujer de Bebel que se vendía al precio de 4 pesetas.

Desde las páginas de Emancipación se apoyaban y difundían los trabajos del Secretariado, se informaba de la situación política y económica, pero sobre todo se realizaba una tarea de agitación y propaganda tanto en temas de interés específicos de las mujeres como en aspectos políticos generales del desarrollo de la revolución.


Las reivindicaciones

Es desolador comprobar la vigencia de las reivindicaciones de estas mujeres, o nada hemos avanzado o las revolucionarias de aquellos años tenían una gran visión de futuro. Es probable que haya un poco de las dos cosas, pero la realidad es que sus demandas no nos son extrañas, con razón Marta Brancas les dedica un artículo con el título La música futurista de las revolucionarias del POUM (10) que ha servido de inspiración a quien escribe.

Dieron gran importancia al trabajo sindical, era de esperar que si las mujeres se encontraban ínfimamente representadas en los partidos políticos, no iba a ser menos en los sindicatos. Las consignas remitían a la necesidad de organizarse sindicalmente, no sólo por la obtención de mejoras laborales, sino para que los sindicatos fueran las herramientas del cambio social gestionando la producción y distribución de mercancías. Las revolucionarias del POUM comprendían que la verdadera emancipación de las mujeres pasaba por su independencia económica: Es preciso que no olvidemos ni por un solo instante la esclavitud a la que estuvieron sometidas las mujeres obreras, no por debilidad de espíritu, sino por carecer de una base económica dónde apoyarse. Ello fue lo que las obligó a convertirse en siervas del amo, del padre o del marido, que eran los que le proporcionaban un plato de comida (11).

Al igual que ahora, el salario de las mujeres era bastante inferior al de los hombres, por algunos testimonios podemos saber que en Barcelona un jornal femenino alcanzaba apenas 40-50 pesetas frente a las 100-105 que podía llegar a cobrar un hombre por el mismo trabajo, ambos, salarios miserables, que con el aumento de la carestía de la vida dejaban a la clase en franca pobreza. La política revolucionaria pretendía mejorar las condiciones salariales y reducir las diferencias de género, pero no lo estaba consiguiendo, una carta firmada por Elisa Masso en las páginas de Emancipación contaba después de ocho meses de Revolución estamos todavía bastante lejos de la consigna sobre la igualdad de salarios. Ya se que todo no puede conseguirse en unos meses. La revolución, la guerra revolucionaria exigen muchos sacrificios que nosotras somos las primeras en ofrecer.

Pero camaradas: ¿no creéis que se habla demasiado o en abstracto de la cuestión de la igualdad entre los sexos? ¿Cómo será posible esta igualdad mientras la obrera reciba un salario inferior por un trabajo igual?

La cuestión económica ocupaba gran parte de su propaganda, especialmente lo referente a la subida de precios, la falta de alimentos y las dificultades para dar de comer a los menores, llegando a denunciar como el problema del vagabundeo infantil iba en aumento. El llamamiento para mejorar esta situación era la organización obrera, la socialización del comercio y la gestión revolucionaria de las ciudades a través de comités.

No podía faltar la preocupación por las cuestiones sexuales y el aborto. El SF se definió por la lucha con una firmeza implacable por la abolición de la prostitución definiéndola como una institución necesaria para el régimen burgués que no toleraba el amor libre, pero aparecieron como defensoras de las mujeres que eran condenadas por prostitución, el caso de la Señora Fritzke llamó su atención. Una mujer que había trabajado como sirvienta y jornalera y que fue viuda de guerra. Para alimentar a sus dos hijos, para huir de la pobreza que la acechaba ejerció la prostitución y el Estado le retiró la custodia de sus hijos, lo que recibió duras críticas desde el Secretariado.

Su pronunciamiento sobre la cuestión de la moralidad sexual era también claro, había que romper las cadenas de la familia burguesa, las mujeres tenían derecho a disfrutar de su sexualidad sin sentirse culpables y esperaban que la sociedad nueva acabara con las barreras de las viejas ataduras.: (… ) esta muchacha, por la fuerza de la tradición se cree obligada a casarse con un hombre con el que nunca podría ser feliz por la diferencia de caracteres, simplemente por haber hecho vida sexual con él. En cambio, su compañero no pasará nunca por conflictos de esta clase, porque también por la fuerza de la tradición podrá unirse temporalmente con cuantas muchachas quiera, sin que su conducta moral sea criticada. (12)

Frente al aborto pedían información y prevención para evitar los embarazos no deseados y este era considerado sólo como un paso a dar en última instancia. Desde la perspectiva del siglo XXI me resulta llamativo que una de sus preocupaciones fuera que los hombres pudieran utilizar la legalización del aborto como excusa para presionar a las mujeres a mantener relaciones sexuales. Parece que aún no se había desarrollado ampliamente la idea de prevenir las enfermedades de transmisión sexual, quizás porque este planteamiento no se ha generalizado hasta la epidemia que supuso el VIH a partir de los años 80. Así se explicaban: No cabe duda que la ley sobre el aborto es buena y progresiva, pero también que sin una buena interpretación está llena de peligros. No puedo por menos de pensar en las palabras que no hace mucho me dijo una compañera: ¿De qué nos servirá a las mujeres la ley del aborto? Será mucho peor que antes. Únicamente los hombres saldrán ganando. Cuando una mujer se les niegue seguro que le contestan, “pero si tú no arriesgas nada. Ya sabes que puedes abortar”. (…) Por eso lanzamos e insistimos en la consigna de que es preciso crear servicios gratuitos en todos los hospitales y clínicas donde se faciliten los medios preventivos contra el embarazo a las mujeres que los desconocen todavía. (13)

Escribieron páginas y páginas sobre el libertinaje y la incompatibilidad de una vida sexual frívola con los valores revolucionarios, tal vez para señalar que la liberación sexual que proponían no era, como les acusaban los fascistas, una vuelta a la barbarie animal, al todo vale o a la falta absoluta de moral, claro que había una moral, pero era una moral revolucionaria totalmente opuesta a los falsos cantos de la doble moral burguesa.

El único límite que se puede oponer a las relaciones sexuales es el que satisfaga a los compañeros y los haga capaces de vivir una vida activa. Por supuesto es reaccionario decir que una relación sexual falta a la dignidad de un sitio o de una situación y lo mismo es reaccionario privar a un compañero de la intimidad a la cual tiene derecho. La sociedad nueva pondrá fin a esos prejuicios eclesiásticos, pero para encontrar el terreno ya preparado, cada uno tiene que empezar por su parte. (14) 

Igualmente había una preocupación por el papel que las mujeres jugaban en la retaguardia con constantes llamamientos a la organización, a la paciencia por los sacrificios evitando el desánimo y sobre todo a no dejarse engañar por el reformismo y la contrarrevolución, siempre la defensa de las conquistas revolucionarias, siempre la lucha por la revolución socialista por encima de otras consideraciones.

Las mujeres del POUM consiguieron aunar las reivindicaciones revolucionarias con una conciencia de género, que 75 años después, podemos considerar limitada debido probablemente a las condiciones de la lucha feminista de un momento revolucionario dónde lo que estaba en juego era la transformación total del sistema económico y social. El retroceso que supuso el triunfo de la contrarrevolución demostró cuan necesaria era esta lucha y hoy, las feministas revolucionarias hemos tenido que desarrollar consignas y estrategias más profundas y adaptadas a la realidad de las transformaciones impuestas por el capitalismo avanzado, sin embargo no podemos, no debemos y no queremos olvidar la herencia política que nos legaron.

Compañeros revolucionarios: poned atención al problema de la mujer y aportad vuestra ayuda a la obra de nuestra emancipación. Hemos de creer todos que el día que la mujer pueda considerarse libre en absoluto, será el día en que habrá nacido verdaderamente un mundo nuevo. (15)





NOTAS:

(1) Conocida como Mª Teresa Andrade por ser la esposa de Juan Andrade, por lo que sabemos única mujer proveniente de la ICE
(2) Su verdadero nombre era Julia Lipschutz
(3) L a mujer de Andreu Nin
(4) Artículo Que es y que quiere el Secretariado Femenino del POUM. Revista Emancipación, nº 1
(5) Artículo Hacia la unidad, revista Emancipación nº 5 
(6) Artículo La mujer en política. Revista Emancipación nº 3. 
(7) AMA: Creada en 1933 bajo los auspicios del PCE. Durante las elecciones del 36 apoyó activamente a los candidatos del Frente Popular. Afirmaba estar abierta a las mujeres de todas las tendencias políticas así como a las no politizadas. La unidad antifascista constituía la máxima prioridad de la organización. (Extraído de: Rojas, las mujeres republicanas en la guerra civil. Mari Nash)
(8) Artículo Por un Frente de Mujeres Revolucionarias. Revista Emancipación nº2.
(9) Pilar Manaut, A. Vallés, Otilia Castell, Dolores Bosch, Elisa Masso, Julia Gelada, Gloria Burgos, Rosa Brunso, Larisa Reissner, Pepita Gimeno, Teresa Pons, Josefa Calatayud, Fransisca Aubert, Julia Gelada, Teresa Soler, Pilar Romeu, Josefa Vilar y Juana Montes de Romero.
(10) Artículo publicado en la revista Viento Sur nº 93
(11) Artículo El sindicato es para la mujer el organismo de su liberación económica. Revista Emancipación nº 1.
(12) Artículo Castidad. Revista Emancipación nº 5
(13) Artículo Por la creación de consultorios para la propaganda y práctica de los medios preventivos. Revista Emancipación nº 5
(14) Artículo Yo, tú, él y la revolución. Revista Emancipación nº 4
(15) Artículo Por el bien de la mujer ha de hacerse la Revolución. Revista Emancipación nº 5









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