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2587. Remedios Jover Cánovas, Remedios “La Casera”

Remedios Jover Cánovas, Remedios “La Casera”, conocida también por la Teniente Remedios, fue una de las pocas mujeres que ocuparon un cargo oficial con mando en el Ejército Popular de la República, desde los primeros meses de la guerra hasta su salida al exilio cruzando la frontera francesa en febrero de 1939. Simboliza por ello, uno de los pocos ejemplos de permanencia de la mujer en el ejército, ya que en octubre de 1936, por un Decreto desaparecido del Gobierno de Largo Caballero se destinaba a las mujeres milicianas a tareas en la retaguardia. Excepcionalmente, Remedios Jover, siguió formando parte del Estado Mayor, bajo las órdenes del Comandante, Manuel Tagüeña Lacorte, hasta los últimos días del éxodo militar y civil en febrero de 1939.

Mª Teresa Remedios Jover Cánovas nació en Ain El Turk (Orán) el 16 de marzo de 1899. Sus padres, Ramón y Remedios, habían emigrado a Argelia para trabajar como mano de obra agrícola. En 1906 la familia regresa a Novelda (Alicante) de donde eran oriundos y poco después, un rico terrateniente de esta ciudad, Eleuterio Abad, contrata como encargado o “casero” de unas tierras en Petrer a los padres de Remedios. 

Una vez en Petrer, Remedios se incorporó al mundo del trabajo en la importante fábrica de lonas y velas que Vicente Castelló y Cía. habían instalado en el pueblo aprovechando las aguas del rio Vinalopó. Las constantes luchas contra la explotación, las huelgas y reivindicaciones laborales en esta fábrica textil, son una escuela para Remedios que comprueba día a día cómo es la explotación capitalista de principios del siglo XX.

Una vez cerrada –por traslado- la fábrica de Castelló y Cía. en 1921, Remedios aprende el oficio de aparadora y trabaja en la importante fábrica de Calzados Luvi S.A. en Petrer. Esta fábrica daba trabajo a varios cientos de trabajadores y se distinguía de otras por la gran combatividad llevada a cabo durante los últimos años de la Dictadura de Primo de Rivera y la II República. Aunque sabemos que Remedios participó en los movimientos sociales de protesta y que su padre militaba con los socialistas, no tenemos la seguridad para poder afirmar que Remedios estuviera afiliada a algún partido político o sindicato. Sin embargo, hemos constatado que durante la importante huelga del calzado en julio de 1936, ella formaba parte de una Filarmónica improvisada, que con un carro recorría andando varios pueblos de la provincia recogiendo fondos para ayudar a las familias de los huelguistas. El golpe de estado les obliga a regresar apresuradamente. Corría el año 1936, Remedios había cumplido 37 años, era madre de dos hijos, Miguel y Ramón, y su marido había desaparecido unos años antes, sin dejar ningún rastro.

Diez días después de que los militares se rebelaran en Melilla, Remedios Jover ya formaba parte del improvisado ejército voluntario que combatía en la defensa de Madrid. Un buen número de jóvenes de Petrer, afiliados a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), entre ellos, Francisco Beltrán y Bonifacio Mollá, junto con otros amigos y compañeros de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), como Vicente Aracil, fueron encuadrados en la 8ª Cía. del Batallón Octubre 11 que mandaba Fernando de la Rosa en la Sierra de Guadarrama (sector de El Escorial). La revista del frente Octubre, correspondiente al mes de agosto de 1936, saluda la incorporación de Remedios de este modo:

REMEDIOS JOVER, MODELO MILITANTE: ¡Magnífico ejemplo, Remedios Jover, mujer del pueblo auténtico, se ha incorporado al batallón “Octubre”…es un modelo en el que deben de fijarse todas nuestras compañeras…" 

La mayoría de los historiadores coinciden en afirmar que los combates librados en el frente de Guadarrama durante los primeros meses, fueron de los más violentos y sangrientos de toda la guerra. Se trataba de un ejército de milicias, formado por carpinteros, zapateros, estudiantes… mal armados y sin ninguna preparación militar; pero con un elevado compromiso político, hasta el extremo de poner en riesgo la propia vida por defender un ideal. Distintos testimonios de compañeros de armas de Remedios cuentan que en momentos difíciles y de peligro, Remedios les arengaba y animaba a salir de la trinchera y combatir, en otras ocasiones cargaba a sus espaldas los heridos o daba sepultura a los muertos. Por su valor en combate, Remedios Jover fue ascendida el 3 de septiembre al grado de Sargento.

Manuel Tagüeña, en su libro Testimonio de dos guerras en la pág. 136 escribe “el día 15 de septiembre empezamos a preparar el contraataque [Cabeza Lijar]. Lo iban a realizar compañías de nuestro batallón entre ellas una de alicantinos… pronto vimos casi en la cima a Remedios, una alicantina, luego ascendida a teniente agitando una manta roja…De noche cuando renació la calma vi que estaba rodeada de los alicantinos que quedaban vivos: no eran más que diez en la Compañía, todos sus oficiales habían muerto; Remedios había sido también gravísimamente herida en la cabeza…

La herida en la cabeza le había dejado inconsciente y, durante las primeras horas fue dada por muerta, hasta el punto de que unas horas más tarde, un telegrama llegaba a las manos de su familia de Petrer comunicando la triste noticia. Afortunadamente un soldado advirtió un leve movimiento en la cabeza y alertó que Remedios estaba viva.

Inmediatamente fue ingresada en el hospital de El Escorial donde curaron las heridas. Pocos días después, el 28 de septiembre de 1936 fue ascendida al grado de teniente, cargo que mantendrá hasta el final de la guerra. Durante la convalecencia sus dos hijos  pequeños, Miguel y Ramón visitaron a su madre y convivieron durante varias semanas de El Escorial. Dada de alta el 31 de octubre se incorpora a la 30 Brigada Mixta, perteneciente a la 2ª División del Ejército del Centro que había sido formada por varios batallones, entre ellos el Octubre 11. El Comandante en Jefe, Manuel Tagüeña certifica el ascenso de Remedios dando cuenta de su comportamiento heroico. En este documento también se le comunica su cese en el ejército: “por la exclusión de mujeres en sus plantillas”. Sin embargo, como ya hemos visto, Remedios continua en las filas del ejército formando parte del Estado Mayor de Manuel Tagüena hasta el final de la contienda.

En agosto de 1937 tenemos constancia que continua en el sector de El Escorial y que ocupa un cargo en el abastecimiento de víveres y suministros para la compañía. También sabemos, que en ocasiones, se traslada a su pueblo natal, Petrer y a otros de la comarca, para aprovisionar al ejército de ropa, jabón, uva, tabaco, anís de paloma… Sus breves visitas eran aprovechadas por las madres y familiares de los soldados, para confiarle paquetes y cartas que Remedios cuidaba con esmero para que llegasen a sus destinatarios. En Petrer fue famosa una canción compuesta en su honor en la que se ensalzaba su valor y su grado de teniente. Francisco Mollá Montesinos, reconocido poeta y compañero de la 30 Brigada, escribió un poema para sus hijos con motivo del cumpleaños de uno de ellos, también, un compañero de brigada, Fernando Verdú, le dedicó un poema con motivo del traslado de Remedios a otra unidad. En el poema queda patente el agradecimiento y el dolor de la despedida, el rol de madre protectora para los soldados y su valentía en combate.

En este mes de agosto, Manuel Tagüeña fue ascendido a Jefe de la 3ª División y por su libro de memorias sabemos, que en su Estado Mayor le acompañaba Remedios. Durante los meses estivales la nueva División de la Teniente se dedicó a organizar la instrucción en la zona de Madrid. A primeros de diciembre se forma la División Táctica de Reserva con el Estado Mayor de Tagüeña, además de varias Brigadas Mixtas que pronto se convertirán en una Unidad de Choque Especial. Trasladada la unidad al frente de Aragón será cedida, momentáneamente, al XV Cuerpo de Ejército bajo el mando Enrique Lister, de acuerdo con el estudio de Master realizado por la licencia en historia, Esther Gutiérrez Escoda de la Vilella Alta de Tarragona.

En abril de 1938, el Estado Mayo de la 3ª División se encuentra en Escaladei, lugar situado en la comarca de El Priorat de Tarragona. La población civil de la Vilella Alta, pueblo donde estaban las cocinas y la intendencia, recuerdan todavía como la Teniente Remedios ayudaba a la población civil dándoles e intercambiando ropa y alimentos; su solidaridad con la gente necesitada le hizo muy popular y había un dicho popular que afirmaba que: ¡No hay más Remedios que la Teniente! Según contaba la citada historiadora, Esther Gutiérrez.

Es obvio que la comida y los pertrechos suministrados por la Intendencia del Estado Mayor de la 3ª División no fueron infalibles como “remedio” de la Teniente Remedios para ganar la Batalla del Ebro y a finales de 1938, el ejército inicia un repliegue hacia la retaguardia dejando atrás la comarca de El Priorat. En febrero de 1939 los militares del Ejército del Ebro cruza en retirada la frontera con Francia por el paso de Port Bou, entre ellos, camina Remedios Jover hacia un largo exilio.

Durante los meses de reclusión en el campo de concentración de Argelès-surMer conoció al que iba ser su marido, Tomás Gómez, un exiliado español con el que tuvo una hija llamada Elisa. Afirma su hijo Ramón, que su madre pudo exilarse a Rusia o México, sin embargo, decidió quedarse en el sur de Francia para de este modo estar más cerca de sus hijos y de su familia. El estallido de la Segunda Guerra Mundial y la entrada de Francia en el conflicto trajo como consecuencia para su marido, Tomás y el resto de los exiliados españoles, el alistamiento forzoso en la Legión Extranjera o en las Compañías de Trabajo que abrían caminos o fortificaban la frontera como la conocida “Línea Maginot”, para detener el avance de los tropas alemanas. Tomás Gómez fue detenido y enviado a Normandía. Pudo escapar y refugiarse en París, donde fue detenido de nuevo. Estos años y los inmediatos siguientes a la Segunda Guerra Mundial son los menos conocidos de la vida de Remedios, aunque, por el testimonios de sus hijos, sabemos que la Teniente Remedios, una vez terminada la contienda asistía en la ciudad de Toulouse a los mítines de Dolores Ibárruri, “La Pasionaria” y de Rodolfo Llopis.

 Acabada la Segunda Guerra Mundial, Remedios trabajó limpiando colegios y viviendas particulares durante años y no se le conoce actividad política alguna, sin embargo, su hija Elisa cuenta que su madre era muy modesta en todos los aspectos de la  vida, “hacia muchas cosas por ayudar aunque no las contaba”. Años más tarde, fijó su residencia en un pequeño pueblo de montaña a sesenta kilómetros de Toulouse, cerca de frontera española con Andorra llamado Hiss.

En 1971 regresa por primera vez a España y una vez en Petrer habita en una discreta casa de campo en previsión de posibles represalias. Reconoció que estaba llegando a su pueblo, después de treinta y dos años de ausencia al ver una pequeña pinada que recordaba de su juventud, todo lo demás que vio, sin duda lo encontró cambiado. Remedios volvió después a su pueblo una vez muerto el Dictador en 1975. Las fiestas de Moros y Cristianos le fascinaban, seguramente por encontrar en ellas la representación de una guerra incruenta entre dos formas de ver el mundo que no terminaba en tragedia. Remedios la Teniente, la heroína desconocida, la madre y ejemplo de lucha por unos ideales de justicia murió en 1983 y está enterrada en su pequeño pueblo de Hiss en Francia.


Bonifacio Navarro Poveda
Universidad de Alicante













4 comentarios:

  1. Excelente resumen biográfico de la Teniente Remedios. No hay duda que el Gobierno español debería rendir homenaje a esta excepcional mujer. Su aportación personal a la defensa de las libertades de todos los españoles durante la II República no debería pasar desapercibida. La biografía de Remedios Jover es comparable a la de Agustina de Aragón, o a la de Juana de Arco.

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    1. El primer homenaje que debemos hacer a Remedios es no olvidarla. ¡Ojalá llegaran más!

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  2. He visto la foto de una miliciana que me parece Remedios, está en la actual exposición titulada "No pasarán"de la Casa de la Panadería en Madrid, foto tomada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (1936) por José del Pozo Almazán.

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