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2680. Romance de Paquito Romero

Soldados republicanos en el Frente de Madird (PARES. Archivo Rojo)


Catorce años tenía
Y nacido era en España,
Hijo de padres obreros,
ya conocía las fábricas;
no eran sus catorce años
sonrientes alboradas
que por su sangre corría
pena y dolor, pena y rabia;
pero su sangre de obrero
era roja sangre brava:
El pueblo se echa a la calle,
Paquito va a la avanzada,
el pueblo coge fusiles,
Paquito enarbola una arma,
el pueblo lucha furioso,
Paquito a cualquiera iguala
y con el pueblo conquista
el cuartel de la montaña.

Siempre el fusil en las manos
va Paquito al Guadarrama,
sobre peligros de muerte,
luchando, Paquito, canta;
sus labios regalan coplas,
su fusil balas regala...
Niño heroico, heroico niño,
la Sierra del Guadarrama
será el pedestal sonoro,
el pedestal de tu estatua
y serán bajorrelieves
- bajorrelieves con alas -
los versos de este romance
que la tu gloria proclaman
construido a la manera
del que cantó las hazañas
del Cid, vencedor de moros,
y hoy invasores de España.

Lucha, Paquito Romero,
lucha y canta, lucha y canta;
coplas florecen sus labios,
su fusil florece en balas.
Al fin un plomo enemigo
contra su pecho se aplasta,
ya condecora su pecho
la amapola proletaria.
Cae el niño agonizante,
cae sin soltar el arma.
¡"Uníos, trabajadores"!
sus labios trémulos mandan,
¡"Trabajadores, uníos"!,
son sus postreras palabras:
¡Que ni una herida de muerte
pudo ponerle mordaza!

Ya muerto está el niño heroico,
ya muerto está el niño paria;
y cuando van a enterrarle
la noche de la batalla,
el fusil soltar no quieren
sus dos manos apretadas;
¡Si este fusil es el único
juguete que vio en su infancia!

Pero entonces, Juan Panduro,
setenta años por coraza,
habla así a los milicianos,
escuchad como les habla:
"Hermanos de sangre y clase,
hermanos de odio y desgracia,
enterrad al niño heroico
con su fusil en la caja,
que yo os juro, milicianos,
os juro por su venganza,
arrancarle diez fusiles
a la fascista alimaña,
¡Y nunca ha jurado en vano
Juan Panduro!...Así que acaba
de decir a los valientes,
estas valientes palabras,
los milicianos deciden,
entre las manos el arma,
enterrar al niño heroico
que cayó en el Guadarrama.

Tal es el romance, hermanos,
El romance, camaradas,
Del niño que, como un hombre,
Murió de pie, cara a cara,
De los que vejar querían
Su familia proletaria.
¡Quién hubiera tal ventura:
morir por la nueva España,
como la que hubo Paquito
muriendo en el Guadarrama!


Álvaro Yunque

España 1936
(Editorial Grabo - Buenos Aires, 1937) 

En homenaje a los españoles que ofrendaron sus vidas en defensa de sus ideales de libertad, justicia y reivindicación social.











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