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3374. Palabras a César Vallejo




Si por primera vez pudiéramos perdernos
en la poesía, entre sus bosques mágicos y oscuros,
como en la infancia nos perdimos, sonaría vibrante,
pese a todo, un violín triste y peruano:
tu verso, tu palabra. Y si después sobreviviéramos
a tanta maravilla de alborada,
¿quién sino tú, maestro y compañero,
quién iba a destruir la sintaxis mezquina,
el ritmo acostumbrado, para dar libertad a ios sollozos,
dar a la ira un tiempo brusco
y lentitud a la melancolía?

Precisamente por haber estado
solos, de cara a la pared injustamente,
pudimos ver que habitaba en nosotros
no la resignación, la rebeldía.
Porque cuando el dolor tiene causas concretas, creadas por los hombres
a semejanza de su iniquidad, cuando se sabe
que hay soluciones justas, decisivas,
nuestra protesta debe
quedar en pie, colectiva y perpetua,
al nivel de la tierra combatiente.
Y es esto mismo lo que agradecemos
en tu poesía: el gesto
de hombre rebelde ante la larga noche.

Hoy mismo, en estos años españoles
de infamia y de mentira,
desde esta situación insolidaria,
te escuchamos a fondo, nos sirven tus palabras, están cerca,
y aunque a tu muerte muchas cosas sucumbieron
aquí, entre las más duras alambradas,
sabrás que no nos han vencido: mata el fusil,
las cárceles se llenan de hombres heroicos, pero
no pueden con nosotros. Dormidos, despeñados en la noche,
quién sabe hasta qué punto laboramos a oscuras
por una patria sin murallas.


Carlos Sahagún, 1967
Cuadernos Hispanoamericanos, Junio-Julio 1988
Homenaje a César Vallejo








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